“Tengo pánico y miedo. Duermo y sueño con ellos. Estoy con medicación psiquiátrica. Necesito poder dormir bien, descansar: no estoy bien”. Así, Mónica López intentó relatar los sentimientos de pavor que la acompañan desde la brutal madrugada del miércoles pasado, cuando un grupo de delincuentes ingresó a su casa ubicada en el country San Eliseo de la zona de San Vicente, para robarle, torturarla frente a sus hijas gemelas de siete años y a su esposo, el empresario gastronómico Maximiliano Ferrari.
Los delincuentes huyeron y son intensamente buscados. Pero la saña y la malicia con la que el grupo de ladrones actuó tuvo un nivel de violencia que no es común para este tipo de robos, lo que llamó la atención de los propios investigadores del caso en la UFI de la zona, a cargo de la doctora Karina Guyot.
“Nos despertamos y nos encontramos con cinco personas ajenas a mi hogar, en un nuestra habitación. Dos de ellos, tenían a mis hijas y a la niñera, y los otros nos empezaron a gritar, muy violentos, si nosotros sabíamos qué estaban haciendo ellos en ese lugar. Que no sabíamos, les respondimos. Respondieron que venían a buscar los dólares. No hay dólares acá, respondemos”, contó Mónica a la salida del hospital.
“Yo no tenía dólares. Hay pesos, le dijimos y respondieron que no vinieron por pesos. Mi marido y dos de ellos van a la camioneta por los pesos, y en ese momento empezaron a torturarme”.
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