En oftalmología, se le llama presbicia a la pérdida gradual de la capacidad de los ojos para poder enfocar objetos de cerca. Es, si se quiere, un mal natural asociado al envejecimiento, del que nadie escapa, especialmente a partir de los 40 o 45 años, pero que continúa agravándose hasta alrededor de los 65 años. Es en ese período cuando hombres y mujeres comienzan a sostener libros o cualquier otro objeto de lectura a por lo menos un brazo de distancia para poder leer bien, y es entonces cuando llegan los primeros exámenes oculares básicos y, con ellos, la primera receta de anteojos “para leer de cerca”, aunque algunos también lo solucionan con lentes de contacto y, en casos más extremos, también con una cirugía.
En definitiva, la presbicia, o también llamada “vista cansada”, es una patología que se produce por una pérdida de la capacidad de acomodación del cristalino, y constituye el problema oftalmológico más frecuente, con una incidencia del 80% en personas mayores de 45 años y que roza el 100 por ciento en los mayores de 65, producido por el envejecimiento de los tejidos.
Sin embargo, se acaba de aprobar en Estados Unidos un medicamento que solucionaría el problema de la presbicia y que evitaría el uso de anteojos. Se trata de un colirio que, tras su aplicación, provoca un efecto que dura unas pocas horas, y que fue recientemente aprobado, bajo prescripción médica, por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU) bajo el nombre de “gotas Vuity”.
Estas gotas funcionan utilizando la capacidad existente del ojo para reducir el tamaño de la pupila, y de esta manera se expande la profundidad de campo, permitiendo al ojo enfocarse en diferentes rangos de forma natural, lo que fue probado en un ensayo clínico del que participaron 750 voluntarios.
Las gotas en cuestión contienen una droga llamada pilocarpina, y en Estados Unidos están comercializadas como “Vuity” por la empresa farmacéutica Allergan, que sostiene que una gota en cada ojo puede agudizar la visión de cerca entre 6 y 10 horas en personas cuyos principales síntomas son dificultad al enfocar objetos cercanos, acompañada de cansancio y dolor de cabeza y ojos, especialmente después de tareas que impliquen ver de cerca, como la lectura o el trabajo con una computadora, es decir destinadas para los ojos de personas que sufren de presbicia leve o moderada, que con este medicamento podrían ver de cerca sin necesidad de usar anteojos.
No obstante, no se recomienda su uso a las personas que conducen de noche o que necesitan ver bien con poca luz, debido a que las gotas reducen el tamaño de la pupila y por esa razón dificultan la visión en la oscuridad.
En los ensayos clínicos, sin embargo, no se informó sobre ningún efecto secundario grave, aunque sí causó en algunos voluntarios dolores de cabeza leves, enrojecimiento de los ojos, visión borrosa, dolor ocular, problemas de visión, irritación ocular y aumento en la producción de lágrimas.
Scott Mac Rae, oftalmólogo del Centro de Ciencias Visuales de la Universidad de Rochester, quien participó del estudio, señaló que el medicamento “funciona mejor en personas que solo tengan presbicia de leve a moderada, pero en aquellos que tengan una presbicia más grave quizás no puedan notar una diferencia al usar las gotas. Son una alternativa muy útil para los que no quieran usar anteojos de lectura, ya que mejora la visión de cerca reduciendo el tamaño de la pupila y creando lo que llamamos un efecto de agujero de alfiler, y de esta forma disminuye la cantidad de luz periférica que pasa por el ojo y que suele causar dificultades para enfocar”.
¿UN DESCUBRIMIENTO ARGENTINO?
En nuestro país, hace años que se viene trabajando con un fármaco similar al aprobado por la FDA en Estados Unidos, un derivado de la droga pilocarpina, que fue desarrollado por el doctor Jorge Benozzi, un oftalmólogo que protagonizó una de las tragedias que más conmocionaron al país, cuando en agosto de 2014 iba a bordo del velero Tunante II, que desapareció a la altura de Río Grande do Sul junto a otros tres ocupantes.
“Son unas gotas que existen hace mucho tiempo – señala el oftalmólogo Germán Bianchi – que inicialmente se utilizaron para tratar el glaucoma, porque mejoraban la presión intraocular y achicaban la pupila. Existen estudios de diferentes países vinculados a los efectos de esta droga sobre la presbicia, pero los primeros trabajos al respecto son argentinos”.
En el mismo sentido, la también oftalmóloga Angélica Moussalli, remarca que el recientemente aprobado en Estados Unidos “no se trata de un método nuevo, sino que fue creado por el doctor Jorge Benozzi, quien desarrolló hace más de 20 años un tratamiento personalizado con gotas a base de pilocarpina y diclofenac para la presbicia”.
Acerca de estos tratamientos, el doctor Bianchi destaca que “es útil, pero no para cualquier persona, y no debe usarse en forma masiva. Es necesario que la ordene un especialista luego de hacer una evaluación exhaustiva del ojo del paciente, ya que está contraindicado en algunas situaciones, como por ejemplo para personas que tienen problemas en la retina o algunas formas de inflamación ocular. Fundamentalmente, está pensado para mayores de 40 o 45 años, y si bien puede ayudar a mejorar el enfoque de cerca, al mismo tiempo reduce el campo visual y empeora la capacidad para ver de noche, mientras que además achicar la pupila en forma constante puede acarrear efectos secundarios”.
“El fármaco -señala por su parte la doctora Moussalli- tiene años de estudio y al principio se administró para reducir la presión ocular de ángulo estrecho en el glaucoma, y después, en una dosis menor y con recetas magistrales, comenzó a utilizarse para la presbicia, aunque esa mejora que se logra dura entre 6 y 8 horas. Es muy interesante para la gente que no quiere usar anteojos de lectura en un evento particular, es para una situación excepcional, no para uso prolongado, y siempre se debe visitar a un especialista antes para estudiar el ojo, ya que no todos son candidatos para usar estas gotas”.
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