La suba de las temperaturas, el crecimiento del nivel de los mares, el impacto sobre las poblaciones costeras y sobre las migraciones. El cambio climático ha sido asociado a numerosas consecuencias cuyos efectos hoy se trata de mitigar. Pero hay otra que el mundo ya está experimentando y sobre las que se acaba de alertar: el incremento de la inestabilidad y la conflictividad a partir del fenómeno.
El cambio climático es “un factor agravante’’ de la inestabilidad, los conflictos y el terrorismo, dijo el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
Las regiones más vulnerables al cambio climático “también sufren inseguridad, pobreza, una débil gobernanza y el azote del terrorismo’’, afirmó.
En una reunión del Consejo de Seguridad acerca de la relación entre el cambio climático, los conflictos y el terrorismo, Guterres señaló que cuando el clima altera la capacidad de las instituciones gubernamentales para proveer servicios públicos, se “avivan los agravios y la desconfianza hacia las autoridades’’.
Y cuando el impacto de cambio climático hace que la población pierda sus medios de vida “las promesas de protección, ingresos y justicia detrás de las cuales esconden a veces los terroristas sus deseos de paz, se vuelven más atractivas’’, apuntó.
Según el jefe de la ONU, en la región de la cuenca del Lago Chad, en África, el grupo extremista Boko Haram ha podido sumar incorporaciones “especialmente en las comunidades locales desilusionadas por una falta de oportunidades económicas y de acceso a recursos esenciales’’.
“En el centro de Mali, los grupos terroristas han explotado las crecientes tensiones entre pastores y agricultores para reclutar nuevos miembros en las comunidades de pastoreo, que a menudo se sienten excluidas y estigmatizadas”, afirmó.
En Irak y Siria, los insurgentes del grupo extremista Estado Islámico han “explotado la escasez de agua y han tomado el control de las infraestructuras hídricas para imponer su voluntad sobre las comunidades”, dijo, mientras que en Somalia la producción de carbón vegetal ha sido una fuente de ingresos para la milicia radical Al-Shabab.
Guterres señaló que el “impacto del clima agrava conflictos y exacerba la fragilidad”, añadiendo que en ocho de las 15 naciones más expuestas a riesgos climáticos hay misiones de paz o políticas de la ONU, aunque no las nombró.
Instó a una acción colectiva para abordar las causas de base de la inseguridad, destacando que “los conflictos y el terrorismo no ocurren en un vacío’’ al tiempo que reclamó inversión para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a los impactos del clima.
Guterres recordó el compromiso de las naciones adineradas de proporcionar al menos 100.000 millones al año para acciones climáticas en las regiones más pobres.
Se espera que estos costos alcancen los 300.000 millones de dólares anuales para 2030.
Por su parte, el presidente de Níger, Mohamed Bazoum, cuyo país ostenta la presidencia del Consejo de Seguridad este mes y que presidió la reunión, dijo que en su región, el Sahel, un desafío clave es la lucha antiterrorista, “cuyos actos de odio diarios están sacudiendo los cimientos de los estados democráticos’’.
“Entre esos retos tenemos también el cambio climático, que al reducir el acceso a los recursos está incrementando la pobreza y todas las lacras que conlleva”, afirmó.
Bazoum se mostró esperanzado porque el Consejo de Seguridad adopte una resolución copatrocinada por Níger e Irlanda que reconocería la relación entre las garantías de paz y seguridad internacionales - el mandato de la entidad- y la lucha contra el terrorismo y los efectos del cambio climático.
El Sahel y la cuenca del Lago Chad ilustran la interacción entre esos dos aspectos, apuntó.
“Las consecuencias de este fenómeno -que aún no sabemos cuán extendido está- han llevado a la desintegración del tejido social y el bienestar de las poblaciones, obligadas a una competencia sin límites por el acceso a los recursos” cada vez más escasos, afirmó Bazoum.
Esto suele acabar en conflictos intercomunitarios y un aumento de la migración, y “lo que es más preocupante, esta situación ha contribuido a alimentar el extremismo violento y la delincuencia a gran escala, llevando a algunos jóvenes a unirse a redes de crimen organizado y terrorismo que antes disfrutaban de la riqueza y biodiversidad de sus regiones’’.
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