Se lo conoce mundialmente como el cso de la paciente “Esperanza” -por la localidad de la provincia de Santa Fe- y conmovió en las últimas horas al mundo de la ciencia; una mujer oriunda de esa ciudad logró controlar al Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) de forma natural, sin utilizar antirretrovirales. Se trata del segundo caso en su tipo documentado en la historia, representa una auténtica excepción, fue estudiado por expertos argentinos y estadounidenses y se difundió en las últimas horas a través de la publicación especializada Annals of Internal Medicine.
El trabajo plantea que la paciente consiguió “esterilizar” al VIH a partir de las defensas de su propio cuerpo. Y si bien se sostiene que, junto a un antecedente similar registrado en San Francisco (EEUU), se trata de casos muy raros, podrían representar la puerta para avanzar en el desarrollo de nuevos tratamientos para luchar contra la enfermedad.
Según contaron las científicas del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA Natalia Laufer y Gabriela Turk, claves en la investigación de la paciente, ésta tuvo VIH y luego no se le encontró virus viable ni siquiera en los reservorios.
La noticia del caso de la paciente “Esperanza” tuvo amplia repercusión por tratarse de la segunda persona que logra naturalmente lo que se denomina una “cura esterilizante” del VIH.
Según cuentan las profesionales, la mujer se había acercado en 2013 a realizar una consulta porque su entonces pareja había sido diagnosticado con VIH. A partir de entonces, las profesionales comenzamos a investigar y, si bien la paciente tenía algunas características particulares, determinaron que el diagnóstico era positivo.
“Lo que encontramos en principio fue que tenía anticuerpos contra el VIH pero todos los estudios de carga viral nos daban indetectables; además los recuentos de CD4 y CD8 (que son células de la respuesta inmunológica que se alteran con el VIH) estaban en valores normales”, explicaron las profesionales y agregaron “entonces comenzamos a buscar en los reservorios, que son los lugares donde el virus queda silente (se esconde). Los estudios se realizaron en Australia y luego en Estados Unidos y en todos los casos dieron cero.
El año pasado, Esperanza tuvo un bebé y la placenta, de la que se aislaron unas 450 millones de células que sumadas a otras 3.000 millones que obtuvieron de sangre periférica fueron enviadas a Estados Unidos para que se evalúen los reservorios.
Lo que se encontraron fueron solo siete copias del virus defectivo, esto significa que ese virus no tiene capacidad de infectar ni de generar un virus infectivo. Además se hizo un estudio a ver si se podía obtener virus viable (infectivo) a través de las células de esta paciente y dio negativo. Este hallazgo no dejó ningún tipo de dudas de que la paciente en algún momento estuvo infectada y que el virus replicó en su cuerpo, pero de alguna manera, la paciente logró eliminarlo.
Los expertos explican que la definición que se usa para este caso es la de “cura esterilizante” e implica que “no se logra encontrar virus activo en más de 1.500 millones de células analizadas”.
“Ahora bien, para decir que está curada en los términos convencionales deberíamos analizar todas las células de su cuerpo, y esto es imposible; por eso hay que abrir cierto paraguas y usar el potencial “se habría curado”, lo “habría eliminado” porque no podemos afirmar que en el 100 por ciento de su cuerpo no haya ningún virus, agregaron las investigadoras del caso.
Casos como la de la paciente Esperanza y su antecesora de San Francisco se consideran excepcionales y un subgrupo dentro de los que se conocen como los controladores de elite, definidos como aquellos que pueden controlar la infección sin tratamiento, que tienen CD4 y CD8 normales, no tienen inflamación y tienen la carga viral indetectable.
Se trata de un porcentaje bajísimo de las personas infectadas (menos el 1%) pero si se estudian los reservorios el virus siguen estando en el organismo y con capacidad de replicarse. En el caso de Esperanza y la paciente de San Francisco se suma que, además, no se encuentran reservorios de virus,lo cual los hace especialmente excepcionales.
La hipótesis que manejan algunos especialistas es que Esperanza, la paciente de San Francisco y otros controladores de elite generan episodios de reactivación naturales de las células reservorios, haciendo que las células con virus “salgan” de su escondite y de esta manera el sistema inmune las detecte y aniquile todas aquellas donde hay reservorio viable. Los únicos que quedan sin destruir son aquellos donde el reservorio no puede producir virus.
Pero por sobre todas las cosas, los expertos destacan que “hay que entender que se trata de casos excepcionales. Mucha investigación está dedicada hoy a encontrar la cura, pero como dijimos antes, todavía no existe, por lo cual hay que seguir poniendo todo el esfuerzo en la prevención con el uso de preservativo en las relaciones sexuales, no compartir jeringas y la importancia del testeo”.
Consultado por este diario acerca del hallazgo, el infectólogo platense Amadeo Esposto, destacó que casos como estos resultan extremadamente raros y puso el acento en la necesidad de no descuidar los tratamientos ni la prevención. Aunque agregó que conocer estos casos es alentador para avanzar en futuras investigaciones en la lucha contra la enfermedad.
“La mayoría de los portadores de VIH necesitan, para controlarlo un tratamiento y seguimiento estricto y un control muy meduloso, porque el tratamiento se ha simplificado y realmente no hay curación para la mayoría de ellos, sino que hablamos de supresión viral, carga viral indetectable y que no son contagiantes”,
“Esa es la gran mayoría;”, dijo el especialista y agregó, “después hay pacientes que controlan espontáneamente el VIH sin tratamiento pero no se curan: si uno busca en los reservorios, el virus está en los reservorios, pero el paciente no tiene lo que se llama carga viral o tiene carga viral muy baja, por debajo de los niveles de detección. Son los que se llaman controladores de elite. Las cuestiones genéticas hacen que estos individuos no estén predispuestos a tener la enfermedad. También están los pacientes que curan su enfermedad con un trasplante de médula ósea, a través del cual se documentó la cura de dos pacientes. Hay todavía otro grupo que es el de aquellos que controlan su enfermedad después de haber recibido durante mucho tiempo tratamiento y al suspenderlo el virus no se reactiva, pero no se puede hablar de curación hasta demostrar que no esté en un reservorio. Y por último está el caso de aquellos pacientes que, aún sin haber rescibido tratamiento, logran evidencia de curación, que serían más que los controladores de elite. Este sería el caso de la paciente Esperanza”.
Para Esposto, “es un dato alentador que en alguien sin tratamiento y con diagnóstico de certeza no haya ninguna evidencia ni rastros demostrables de la presencia del virus. Esto en cierta manera confirma la sospecha que viene desde hace tiempo de que hay individuos que tienen natural resistencia a enfermarse por el VIH. Es un dato importante aunque no se sabe cuánto impacto puede tener en la población mundial de infectados, pero puede favorecer nuevas investigaciones”.
Con todo Esposto destacó que, “aunque hay muchos matices de la infección por VIH, en la gran mayoría de los pacientes cuando dejan por tiempo sus tratamientos antirretrovirales aparece sistemáticamente el virus y por eso es importante no abandonar ni los tratamientos ni la prevención”.
En tanto, Sebastián López Márquez desde la ONG Vihsibles - área de VIH e ITS de Patria Igualitaria, una ONG de diversidad del conurbano bonaerense - opinó que la de Esperanza “es una situación de muy pocas personas en el mundo y la pandemia por el VIH sigue afectando a millones. Sigue sin haber una cura, ni vacuna preventiva. Hay montones de cuestiones muy importantes pendientes: debería haber mayor presupuesto para prevención, para políticas publicas. Casos como el de la paciente Esperanza son alentadores pero sólo hasta cierto punto”.
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