FIESTAS POPULARES

Los Toldos, rumbo a los cien años de carnaval

En el marco del centenario, se trabaja en la recopilación de notas periodísticas, fotografías y relatos de vecinos para ordenar la historia de uno de los eventos más antiguos del distrito que, año tras año, convoca a miles de personas para celebrar.

En la actualidad, se estima que cada edición del carnaval de Los Toldos convoca a entre quince mil y veinte mil personas que se encuentran, verano tras verano, en la calle San Martín para celebrar. En 2022, esta fiesta popular cumplirá cien años de historia en el distrito y, en este contexto, desde el Museo de Arte e Historia trabajan en la recopilación de datos para ofrecer a la sociedad una versión ordenada del desarrollo de este evento a lo largo del tiempo. A través de notas periodísticas, fotografías y relatos orales de vecinos, elaboran un nutrido archivo que pondrán a disposición de la comunidad.
Martín Guillén es fotógrafo, docente y, durante la pandemia, asumió la tarea de ordenar la documentación, hemeroteca y fototeca del Museo de Arte e Historia de Los Toldos. En este marco, y al notar que aparecían numerosos temas de interés, Guillén comenzó a recabar datos sobre el carnaval en el distrito, por lo que junto a Claudia Coña,  María José Andrada y Fernando Cocchi iniciaron el trabajo en equipo. 

Socializar la historia, el primer objetivo
“El carnaval es una fiesta popular que me interesa, hay una tradición carnavalesca en Los Toldos, yo bailé en comparsas, me disfracé, y en este trabajo en el Museo empecé a ver que uno de los fotógrafos, que donó al archivo, habitualmente participaba. Hay muchas fotos que digitalicé, ahí aparece el interés de recopilar la historia del carnaval, a través de los periódicos, las fotos y el relato de la gente mayor, la oralidad”, contó Martín Guillén en diálogo con Democracia y agregó que “en esta búsqueda apareció un carrocero tradicional de Los Toldos que establece a 1922 como el año de inicio del corso, que es la puesta en escena de la fiesta del carnaval: corso y carnaval son distintos conceptos”. 
Por otro lado, en cuanto al trabajo de recopilación, Guillén puntualizó que: “el corso se va gestando, la gente no aparece de un año al otro desfilando en la pista. En 1905 ya se hablaba del Momo, que es la figura que simboliza al corso, que trae alegría, burla, y distintas calificaciones: Dios de la risa, Rey de la locura, todo tiene que ver con la liberación”. La última semana, Radio Viamonte sumó a su programación un segmento destinado cien por ciento a las historias del carnaval con el fin de socializar toda la información y, a la vez, llegar a los vecinos y completar la labor con el relato de la gente: “los vecinos traen relatos, anécdotas de carnaval, muchos amores nacieron en el carnaval, se hacían bailes. Mis viejos se conocieron en un baile de carnaval y son muchos más los que se enamoraron en esta festividad”.

La fiesta a través del tiempo
Desde Los Toldos aseguran que no hay una versión formal y oficial de esta fiesta popular y que la historia se construye a través de las anécdotas y archivo gráfico. “En este trabajo de recopilación me encontré con el ‘corso de las flores’, donde a los participantes se les agradecía arrojándoles flores de nardo, muy perfumadas, ese era un lenguaje muy importante. También la flor estaba en la vestimenta, en los motivos de las carrozas, esto fue hacia la década del 30, cuando el carnaval se expandía  en todos los pueblos”, contó Guillén.
De la década del 30 también aportó que “en esa época las carrozas eran las chatas de campo que usaban los bolseros, las decoraban con papel de diario y engrudo, hacían distintos motivos y eran tiradas por dos o cuatro caballos. Según el tamaño de la chata, arriba había gente disfrazada bailando, tocando la guitarra, con máscaras de tela de algodón; también había máscaras caminando, motivos de animales como osos, toros. La gente, a la vera de la pista, miraba el espectáculo. En los años 30, en San Emilio, no había luminaria y se alumbraba con farolas a querosene.  Ya en el año 35 aparecieron los autos en el carnaval, los decoraban con serpentina y desfilaban. La familia iba dentro del auto y tiraban serpentina y papel picado hacia afuera”. 
El rasgo de la década del 60 era que los participantes se disfrazaban por temáticas: mariachis, grupos de payasos, etcétera. “Después apareció la comparsa, cuerpo de baile, con vestuario más trabajado, una coreografía, un nombre. En los 70 apareció el cuerpo de batucada, melodía y vestuario trabajado”, cuenta Guillén y avanza en el relato hacia la actualidad: “los chicos de Los Toldos tienen profesionalismo, constancia, buscan siempre ritmos nuevos, los cuerpos de baile también”.

Amores de carnaval
“En los 40 se celebraba con agua perfumada, se tiraban con flores, serpentina, todo era como muy amoroso. Una señora de 90 años me contó que conoció a su compañero en un baile de carnaval, conectaban a través de la serpentina, él le envolvió el cuello con serpentina para seducirla y la miraba. Esa fue la conexión para empezar a bailar, se pusieron de novios y estuvieron toda una vida juntos. La serpentina era el lazo para acercarse al otro”, relata Martín Guillén al destacar las numerosas historias de amor que se generan en esta época de verano y también reflexionó respecto del espejo social: “el carnaval tiene que ver con los procesos políticos, sociales, económicos, culturales, es un espejo de la sociedad en función de lo que nos pasa en el momento. Los carroceros eligen una temática para mostrar algo. Más allá de los vaivenes de nuestra vida política siempre hubo carnaval, siempre se hizo: en crisis y momentos de abundancia, tiene mucha fuerza como fiesta popular”. 

Con la impronta del pueblo
A pesar de los cambios estéticos del carnaval a través del tiempo, Guillén considera que en Los Toldos la esencia no cambió: “no deja de tener la impronta del pueblo, se juega con espuma, no hay ordenamiento visual como en Gualeguaychú que tiene el corsódromo y las gradas, acá tiene  un formato de pueblo; los vecinos van con las reposeras, con las conservadoras, participan las instituciones en las cantinas”.  
Por otro lado, Martín Guillén habló sobre el aspecto inclusivo del carnaval y dijo que “esta fiesta nos iguala, hay gente que sale una vez por año y todos confluyen en la avenida San Martín en este ‘permitido’, salimos de un molde, venimos y coincidimos todos en un mismo espacio. Es maravilloso. Todos somos actores y participantes de la fiesta, se democratiza el espacio, no hace falta ser actor para ser parte. Tiene mucha inclusión el carnaval, no hay juicio en la pista, estamos todos en un mismo espacio: se disfraza el profesional, el almacenero, todos jugamos a ser otra persona en un gran patio”.

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