El 67 % de las calorías que los niños y adolescentes estadounidenses ingiere en un día procede de productos ultraprocesados y solo un 23 % proviene de alimentos poco o nada procesados.
Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por la Friedman School (Boston, Massachusetts) que analizó la alimentación y la ingesta de calorías de 33.795 niños estadounidenses de 2 a 19 años entre 1999 y 2018.
El objetivo del estudio, publicado esta semana en el Journal of the American Medical Association (JAMA), era determinar las tendencias de alimentación y el consumo de ultraprocesados entre la población más joven de Estados Unidos.
Los alimentos ultraprocesados son productos listos para consumir que a menudo tienen elevados niveles de azúcar, sal y carbohidratos añadidos, y poca fibra, proteínas, vitaminas y minerales, y que, por lo general, contienen aceites hidrogenados y potenciadores de sabor.
Los más consumidos son los bocadillos y postres envasados, los cereales del desayuno azucarados, las patatas fritas, hamburguesas de comida rápida y algunos fiambres como la mortadela o el salame, y su consumo en exceso está relacionados con enfermedades como la diabetes, la obesidad y algunos tipos de cáncer.
El estudio explica que el consumo de calorías procedentes de productos ultraprocesados entre los niños estadounidenses ha pasado del 61 % en 1999 al 67% en 2018, mientras que las calorías procedentes de alimentos no procesados o poco procesados ha caído del 28,8 % al 23%.
El porcentaje restante de calorías procedía de alimentos moderadamente procesados, como el queso o las frutas y verduras en conserva.
No todos los ultraprocesados son iguales: algunos son más sanos que otros, recuerda Fang Fang Zhang, epidemió- logo nutricional de la Escuela Friedman y autor principal del estudio.
Algunos panes integrales y productos lácteos, por ejemplo, están ultraprocesados “para que se puedan mantener frescos durante más tiempo o para enriquecerlos”, puntualiza Zhang.
“Pero muchos alimentos ultraprocesados son mucho menos saludables y contienen más azúcar y sal y menos fibra que los alimentos sin procesar o mínimamente procesados, y el aumento de su consumo por parte de niños y adolescentes es preocupante”, advierte.
Según el trabajo, entre 1999 y 2018, el mayor aumento de calorías provino de platos listos para comer o calentar como pizzas y hamburguesas para llevar y congeladas (del 2,2 % al 11,2 % de las calorías), seguido de bocadillos y postres envasados, cuyo consumo aumentó del 10,6 % al 12,9 %.
El estudio también detectó un mayor aumento del consumo de ultraprocesados entre los negros no hispanos (10,3%) y los mexicoamericanos (7,6%) que entre los blancos no hispanos (5,2%).
La investigación no halló diferencias estadísticamente significativas por educación o nivel de ingresos, lo que indica que, sea cual sea la educación de los padres o la economía familiar, “los alimentos ultraprocesados son omnipresentes en la dieta de los niños”, lamenta Zhang.
El estudio solo constató un aspecto positivo: las calorías procedentes de las bebidas azucaradas pasaron del 10,8 % al 5,3 %, lo que supone un descenso del 51 % entre 1999 y 2018.
La obesidad en la infancia es un problema creciente a nivel mundial que también golpea en la Argentina: según la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, ENNYS, el exceso de peso en menores de 5 años tiene una prevalencia del 13,6%, mientras que en el grupo de entre 5 a 17 años, la cifra alcanza al 41,1% de esta población.
En tanto, reciente estudio realizado por investigadores del Conicet La Plata sobre el estado nutricional de 3.000 estudiantes de City Bell, Romero, Abasto, Olmos, Etcheverry y Los Hornos revelaron que la mitad tienen sobrepeso u obesidad y que 20,5% presenta también presión arterial elevada.
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