OTRO FENÓMENO “PANDÉMICO”

OnlyFans: Éxito virtual, contenido sexual y polémica

Esta plataforma inglesa, que se creo en 2016 para que cualquiera pudiese vender contenido, creció abruptamente durante el año pasado de la mano de la oferta y demanda de imágenes, como mínimo, eróticas

La particularidad del 2020 hizo que lo digital explotara de forma exponencial. Casi todo evento físico se mudó a Internet o fundó su sucursal allí. Y quienes ya estaban instalados en este ámbito pudieron dar el salto de calidad sumando adeptos a sus plataformas.
Eso es lo que sucedió con OnlyFans (“sólo fanáticos”), una aplicación que fue fundada por el emprendedor británico Timothy Stokely en 2016, pensada para que en teoría, cualquier persona pudiese generar ingresos por su contenido, desde músicos, escritores, entrenadores personales o chefs.
OnlyFans se describe como una “plataforma social” que tiene como objetivo “revolucionar los vínculos” entre creadores y fanáticos, al permitirles “monetizar su contenido mientras desarrollan relaciones auténticas con su base de seguidores”. De esta forma, permite subir contenido detrás de un muro de pago, al que los fanáticos pueden acceder a cambio de una tarifa mensual.
Por ejemplo, la compañía difunde en su blog oficial cuentas como la de Alex George, un médico británico que se desempeña como embajador de salud mental; también muestra al comediante estadounidense Anthony O’Connell; y promociona al exboxeador británico Tony Bellew, que comercializa rutinas de ejercicios.

En la plataforma también es posible encontrar la cuenta de la cantante Cardi B, que asegura que la usa para que sus fanáticos tengan acceso a contenido tras bambalinas de sus espectáculos.
El furor de la plataforma ha sido tal que varios influenciadores y artistas famosos han ganado jugosas sumas a través de esta. La actriz de Hollywood Bella Thorne, por ejemplo, ganó en menos de una semana US$2 millones.
Este hecho causó polémica entre los creadores, ya que muchos aseguraron que la actriz cobró hasta 200 dólares por foto y agregaron que engañó a los usuarios prometiendo contenido explícito con el que no cumplió. Tras esta denuncia, la plataforma limitó el precio por cada producto a 100 dólares. Según la compañía, con este tope busca evitar estafas.
Hasta ahí, nada parece demasiado raro. Sin embrago, lo que llamó la atención en el último año es que la aplicación creció por la oferta y consumo de imágenes eróticas y pornográficas.
Sí, la popularidad de OnlyFans estalló en 2020 de la mano de la pandemia del COVID-19 y la necesidad de muchos usuarios de generar ganancias por el contenido que compartían en otras plataformas.
Y cuando no se es famosos o no se tiene un talento que se destaqu demasiado, ofrecer el propio cuerpo es una opción que muchos encontraron para obtener dinero son salir de sus casas.
Según la compañía, desde su fundación se ha transformado en la “plataforma de referencia” para más de 70 millones de usuarios registrados y más de 1 millón de creadores del mundo. Pero hasta los inicios del 2020 apenas había logrado que unas decenas de miles de usuarios la utilizaran. Desde ese momento, el sitio creció abruptamente.
Una de las principales razones: esta plataforma facilita vender imágenes que otro tipo de aplicaciones no permitían.
Hace unos meses una pareja inglesa contó cómo se dio su experiencia con el uso de la plataforma, que nació como una necesidad económica: Railey Diesel y su esposo, que ahora tienen 31 años, se mudaron a Londres cuando tenían 19 años y comenzaron a trabajar en la industria hotelera. Sin embargo, sus vidas dieron un giro cuando se anunció la primera cuarentena estricta el año pasado y tuvieron que parar de trabajar: “El Covid cambió nuestras vidas. Mi marido y yo trabajamos en la hostelería durante más de 10 años y cuando golpeó el coronavirus no estábamos seguros de cómo sobreviviríamos. No teníamos certeza de cuándo reabrirían los restaurantes. No puedes confiar en que otras personas te apoyen en tiempos difíciles”.
Entonces pensaron que OnlyFans sería una forma emocionante de ganar buen dinero “descubrimos que esa plataforma existía y decidimos que nos sentíamos cómodos haciendo videos. Pensamos que iba a ser algo emocionante para nuestra relación y, al mismo tiempo, nos permitiría obtener recursos”. Ahora la pareja pasó de ganar 3.500 dólares mensuales a más de 27.000.
La pareja decidió mudarse a España, donde comenzaron su experiencia en OnlyFans. Railey es ahora la artista principal en su cuenta, con su esposo trabajando detrás de la cámara y ocasionalmente apareciendo en algunos de sus contenidos.
“Hemos tenido visitantes que dicen que les encantan los videos y que se inspiran en sus propias relaciones. Eso me llena de alegría.
También fue muy bueno para nuestra pareja. Mi esposo es el único hombre con el que me acosté. Hay mucha gente que dice que estás vendiendo tu cuerpo, pero yo solo vendo videos. Nunca estuve con otro hombre. ¿Cómo es eso de vender mi cuerpo?”, dijo la británica a la prensa.

¿Placer o necesidad?
Como este matrimonio, muchas personas optaron por esta plataforma para aumentar sus ingresos vendiendo este tipo de imágenes, y el tema se ha vuelto polémico.
“Lo que este tipo de sitios ofrecen es la inmediatez y facilidad para generar un recurso económico a través de mostrar contenido en la plataforma. Lo que se pone en juego en estos espacios es el principio de placer inmediato, de gratificación, que el ser humano posee, tanto para quienes exponen contenido, ya que el placer se encuentra en ganancias económicas rápidas sin esfuerzo, como en quienes lo consumen, quienes encuentran en la sexualidad virtual y el voyerismo un goce en particular”, explica el licenciado en psicología Flavio Calvo (MN: 66.869), que agrega que “por otro lado, hay en algunos casos, de quienes se exponen en estas plataformas, una excitación creciente al ser vistos. Excitación relacionada con el hedonismo y con el exhibicionismo, el autoestima va mucho más allá de un buen cuerpo, y muchas veces el mostrarse de esta forma compensa faltas en otros áreas y roles de la vida, en espacial en los afectos”.
Claro que esta exposición en el mundo virtual tienen su lado B. “Todo lo que se expone en un espacio público presupone un riesgo, más cuando la exposición tiene que ver con espacios de intimidad.
Todo lo que se sube a Internet pierde el valor de propiedad privada para convertirse en algo público.
Muchos, a pesar de tener cuerpos trabajados y el suficiente sex appeal, no poseen la capacidad emocional de soportar esa exposición, o de asumir otros factores como el rechazo, la competencia, etcétera. Aunque este tipo de trabajo sexual online, implica no tener contacto real con sus seguidores, nunca se sabe, tampoco, quién esta de otro lado de la pantalla, lo que también implica un riesgo, aunque muchas de estas fotografías o videos están preparadas para ser vistas dentro de la plataforma, es fácil que las mismas sean extraídas con el fin de extorsionar a quienes la publicaron, y aunque a muchos puede no importarles esta extorsión, no todo están preparados para enfrentar este tipo de manipulación, llevándolos a estados depresivos ansiosos”, analiza el especialista.
Pero el fenómeno no tiene que ver solo con quien genera la imagen. Se ofrece algo porque se conoce que la demanda es alta. Existe un público que compra, que quiere consumir este tipo de producciones. “Hay, en esto, una realidad que surge a partir de la pandemia, los tiempos de aislamiento hicieron que muchas personas reemplacen el sexo real por sexo virtual, esto hizo que plataformas aumentaran velozmente el caudal de suscriptores. Por otro lado, en las nuevas generaciones, cada vez es mayor el contenido, de todo tipo, que se comparte a través de internet. Muchas cosas que antes ocupaban un espacio real, hoy existen en el espacio virtual, asumiendo el mismo rol.
El partido de fútbol hoy es el juego en la play; pubs, bares y espacios de socialización hoy son plataformas de citas; los bancos se convirtieron en billeteras virtuales. Para las nuevas generaciones lo virtual ocupa un espacio diferente. De hecho, para quienes lo consumen no es `virtual´, es muy real, solo que de forma online. Es por esta razón que este tipo de espacios crece y tiene una mayor visualización. El consumidor de este tipo de espacio, tienen más libertad para hacerlo, por cierto, es mucho más fácil acceder, ya que el anonimato de quien consume es un factor que promueve este tipo de lugares. Además, este tipo de plataformas están hábilmente diseñadas para generar intriga y necesidad, lo que lleva a una liberación de dopamina en el cerebro al utilizarlas (el mismo principio de las máquinas tragamonedas). A pesar de que en Internet hay mucho contenido pornográfico accesible, muchos eligen el camino de pagar, para acceder a este tipo de contenidos”, dice Calvo.
¿Se trata de una nueva liberación sexual o en algún punto se puede hablar de una patología psicológica? “En todo fenómeno social
siempre hablamos de individualidades que se suman, no sería correcto hacer un diagnóstico general, pero sí, tener en cuenta algunas cuestiones particulares. En el trabajo sexual, como en todo tipo de trabajo, hay muchas realidades que se suman. En algunos casos se accede a este tipo de espacios por una necesidad hedonista de ser vistos, más allá de beneficio económico, mostrarse de esta manera es una manera de compensar necesidades afectivas. Más allá de las patologías, es el riesgo que conllevan este tipo de plataformas en la divulgación de material pornográfico a menores de edad. Ya que a pesar de tener una regulación que expresa que es para el uso de personas mayores de 18 años, no hay ningún control que limite la entrada de menores de edad, lo que significa un peligro para los mismos”, subraya el psicólogo.

Cómo funciona
Cualquier persona puede una cuenta de forma gratuita en OnlyFans. Solo necesita completar el proceso de registro o hacerlo mediante una cuenta de Twitter o Google.
Cuando se haya completado el proceso, ya se estará en condicione de subir contenido y ver lo que publica el resto de los usuarios.
Pero si la idea es generar ingresos por el contenido, los usuarios deben superar un proceso de verificación de identidad, para confirmar que son mayores de 18 años.
Esto incluye adjuntar una imagen del documento oficial del país de residencia -como un DNI o una licencia de conducir- , además de una selfie sosteniéndolo.
Los creadores pueden subir el contenido que deseen detrás del muro de pago, desde fotografías, videos o artículos de texto, y fijar la tarifa de suscripción mensual que estimen conveniente, entre un mínimo de 5 dólares y un máximo de 100 dólares. OnlyFans se queda con una comisión del 20 por ciento de las ganancias, a cambio de lo cual asegura que el material no se podrá compartir más allá del muro, aunque sus mecanismos de control no siempre son del todo efectivos.
Como una forma de promocionar sus suscripciones de pago, muchos creadores usan la versión gratuita de OnlyFans para anticipar el contenido que los fanáticos o seguidores pueden encontrar detrás del muro.
El “éxito” dependerá de la cantidad de contenido que se suba y de seguidores a los que se llegue. “Cuanto más publique, más incentivo habrá para que sus fans se suscriban y permanezcan suscriptos a su perfil”, advierte la misma plataforma.
Es aquí cuando el servicio de pago extra toma protagonismo. No solo se trata de subir contenido por un precio mensual, ya que también un fan/suscriptor puede acceder a salas de chats, mensajes privados o streamings al realizar un pago adicional. Además, puede pedir un video específico.
Las suscripciones no brindan acceso a todas las cuentas de pago de OnlyFans, por lo que si interesa más de una, se deberá pagar de forma individual por el contenido de cada una de ellas.
La plataforma ha puesto a temblar a la industria del sexo en internet, que de por sí ya venía de capa caída desde hace una década, pues, a pesar que en un solo día páginas como Pornhub, RedTube y YouPorn reciben cerca de 100 millones de visitas, las ganancias vienen en picada por la gran cantidad de contenido virtual que hay, y que muchas veces es “a la carta”. En OnlyFans los creadores son dueños de su propio contenido, se ahorran gastos de intermediación, reciben una mejor remuneración y no se encuentran sometidos a las productoras