Cuando se habla de remedios naturales, se piensa de inmediato en la medicina alternativa. Sin embargo, uno de los hitos en la lucha contra las enfermedades infecciosas es, justamente, el descubrimiento de un producto natural con propiedades antibióticas.
El hongo Penicillium, que contaminó las placas donde trabajaba Alexander Fleming, sirvió luego para desarrollar la penicilina. En la medicina occidental, la investigación de productos naturales con propiedades terapéuticas no trascendió mucho y encontró terreno fértil en el mundo oriental, más específicamente en China.
El nuevo coronavirus SARS-Cov-2 entra al organismo y se une a los receptores ACE 2 y TMPRSS2, a los cuales se adhiere gracias a sus espículas. Pero el virus no puede entrar solo, sino que necesita ser activado por las proteasas. Una vez en el interior de la célula (donde dura aproximadamente 8 horas), utiliza los mecanismos propios de nuestro organismo para replicarse.
Está comprobado que la cavidad nasal y la orofaringe son los lugares de mayor replicación viral en el inicio de la enfermedad, es decir, cuando el paciente aún no tiene síntomas o al inicio de estos. Esto se comprueba dado que se rescata más virus en los hisopados nasales y nasofaríngeos, reforzado por el hecho de que es la zona donde también hay mayor cantidad de receptores ACE2.
Hay estudios que muestran la relación entre la carga viral en la región nasofaríngea y la gravedad de la enfermedad: se sabe que, a mayor carga viral, más graves son los cuadros y más tiempo permanece el virus en el cuerpo. El virus se replica también en las células olfatorias y da como síntoma principal la pérdida súbita del olfato (anosmia). Dada su preferencia por el neuroepitelio, el virus podría pasar al sistema nervioso central y causar síntomas específicos. De todas maneras, las manifestaciones respiratorias siguen siendo las más frecuentes y se deben a disfunción del control autonómico del tono vascular pulmonar, con la consiguiente hipoxia.
Al no haber terapias específicas contra COVID-19, se intenta averiguar si algunos de los fármacos conocidos pueden tener acción contra el virus y reposicionarse como alternativa terapéutica para dar algún alivio a los enfermos. Una vez más, la respuesta puede estar en los productos naturales.
La carragenina tiene un efecto sobre el rinovirus. Se la conoce desde hace siglos; el primer registro de su uso viene de Irlanda, lugar donde abundan las algas rojas (musgo irlandés o musgo carrageen). Se lo usaba antiguamente en la industria alimentaria, perfumería y elaboración de cosméticos. Hoy en día se lo utiliza a diario en la preparación de salsas, flanes y leches maternizadas, entre otros, gracias a su actividad gelificante.
En el año 2000, se describe su actividad antiviral contra el virus de la influenza (gripe), rinovirus, dengue, herpes, papiloma y VIH. Su mecanismo de acción se basa en que su carga eléctrica es negativa, y la de los virus, positiva. La carragenina envuelve los virus en una masa gelatinosa y, de esa manera, impide que entren en contacto con la célula y actúen dentro de ella. Al no haber contacto con la célula, no se produce infección ni respuesta inflamatoria.
Teniendo en cuenta las características de esta sustancia, se propone que la utilización de los sprays nasales con carragenina podría eliminar o reducir la carga viral y el tiempo de permanencia del virus en la cavidad nasal y la nasofaringe.
Es claro que su uso es seguro, solo resta determinar si lo es también para el caso de la infección por el nuevo coronavirus. Es así que se delineó la evaluación de la eficacia para el personal de salud y en enfermos leves de reciente diagnóstico. Solo queda aguardar los resultados y ver si esta capa protectora de la carragenina alcanza para frenar el avance del virus.
CIENCIA
Antivirales naturales, uno de los hitos en la lucha contra las enfermedades infecciosas
Al no haber terapias específicas contra COVID-19, se intenta averiguar si algún fármaco conocido puede tener acción contra el virus y reposicionarse como alternativa terapéutica.
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