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La científica juninense Luciana Larocca, que desarrolló el test rápido para el coronavirus.
GÉNERO

Las científicas se organizan en redes para lograr igualdad y denunciar las violencias

La masividad de Ni Una Menos del 3 de junio de 2015 y su impacto posterior reconoce antecedentes en una larga historia feminista en la Argentina, que también se dio en el ámbito científico. Por primera vez el Conicet tiene una presidenta feminista.

En estos cinco años, desde la primera convocatoria del movimiento Ni Una Menos (NUM), se conformaron en Argentina redes de científicas y profesionales que hoy están en agenda pública por la pandemia por coronavirus, que llevaron sus reclamos de igualdad y no violencia a sus ámbitos laborales.
La masividad de NUM del 3 de junio de 2015 y su impacto posterior reconoce antecedentes en una larga historia feminista en Argentina, que también se dio en el ámbito científico.
La pionera fue la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT), fundada en los años 90 por las investigadoras Diana Maffía, Silvia Kochen y Ana Franchi, hoy presidenta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
"Por primera vez tenemos en Conicet una presidenta feminista conduciendo la institución, una persona comprometida con lograr un sistema científico más igualitario y en el que las mujeres no veamos nuestras carreras comprometidas por nuestras maternidades", dijo a Télam Soledad Leonardi bióloga y especialista en parasitología.
La profesional trabaja en el Centro Nacional Patagónico (Cenpat) del Conicet donde en 2018 surgió la colectiva Ciencia sin Machismo.

Salir de los laboratorios
"Con el primer Ni una Menos, el ballotage, la crisis en los meses siguientes, la llegada a la presidencia de Mauricio Macri que tuvo un impacto económico muy severo, hubo un movimiento que comenzó a hacernos salir de nuestros laboratorios donde tan cómodos y cómodas habíamos estado", añadió su colega, la bioantropóloga Virginia Ramallo.
Ya organizadas en Ciencia sin Machismo, hicieron una encuesta sobre situaciones de violencia en su ámbito de trabajo que reveló que al menos el 53% de las trabajadoras habían experimentado situaciones violentas.
"Elaboramos un informe en base a la encuesta y lo presentamos en un plenario a sala llena en el auditorio del Cenpat. Logramos entonces algo que no existía en ninguna dependencia del Conicet: se aprobó la creación de un Comité Institucional de Políticas de Género que es la pata institucional de nuestra colectiva", contaron las investigadoras.
Y explicaron que "llamó un poco la atención porque en el Cenpat no se aborda al género como disciplina, no se desarrollan aquí estudios en ese ámbito. La nuestra fue una labor de militancia y el Conicet nos reconoció esa labor invitándonos a participar del Observatorio contra la Violencia Laboral y de Género e inaugurando en Puerto Madryn el segundo Espacio de Atención en todo el país".

“Mitigar las desigualdades”
Ahora elevaron a la presidenta del Conicet "una propuesta sobre acciones que permitan mitigar las desigualdades en el desempeño profesional que está generando esta situación de cuarentena".
"Sabemos que es muy difícil combinar la vida laboral y la doméstica y que la distribución de las tareas del hogar y de cuidados sigue siendo asimétrica. El Conicet debe implementar mecanismos que consideren esta realidad para evaluar a sus trabajadores y trabajadoras como sujetos en su totalidad y esa propuesta la estamos trabajando junto con la doctora Ana Franchi", resaltaron.
También en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) se organizaron en 2018 en la colectiva Mujeres en CyT.
"Fue unas semanas antes del 8M (Día Internacional de la Mujer) cuando algunas compañeras nos pusimos a reflexionar acerca del paro de mujeres como una manera de evidenciar y poner en discusión nuestro rol en la ciencia", explicó Pamela Toledo, biotecnóloga y doctora en Ciencia y Tecnología.
Desde ese espacio "estamos contribuyendo en la inclusión de la perspectiva de género en todas las áreas de la ciencia y la tecnología y en fomentar la vocación científica en les niñes y adolescentes", añadió.
También es parte de esta red de la UNQ Sandra Goñi, investigadora y directora del Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto de Microbiología Básica y Aplicada de la universidad.
"Me sumé a esta aventura colectiva porque soy una convencida de que los cambios profundos sin duda suceden una vez que se construyen entramados que los sostengan", dijo la científica.
"Y no se me ocurre un lugar mejor que este ámbito laboral, donde la ciencia, la docencia y la extensión son protagonistas centrales. El desafío es impulsar acciones que muevan y conmuevan, con lógicas que incluyan la perspectiva de género y el feminismo", sostuvo Goñi.
Hoy, la UNQ cedió un espacio al municipio de Quilmes que se utiliza como lugar de aislamiento preventivo para quienes lo necesitan.
También "acondicionamos un espacio dentro de la Plataforma de Servicios Biotecnológicos, específicamente en la Unidad de Transferencia Tecnológica en Inmunología, Procesos y Producción de Biológicos. Allí, contamos con las áreas necesarias para la bioseguridad y el correcto procesamiento de las muestras que recibimos", detalló Goñi.
Para la investigadora, en contexto de pandemia "el trabajo de las científicas es tan relevante y de importancia como el de cualquier otro científico".
Pero reconoció que "como sucede también con otras profesiones, en un contexto de crisis como el que atravesamos, se profundizan las cuestiones relacionadas a los desbalances en las cargas laborales y domésticas ligadas al género".
"Luego de largas jornadas laborales, muchas científicas llegamos a nuestros hogares y también debemos continuar trabajando en los quehaceres y la crianza. Si bien este desbalance no es una novedad, en tiempos de aislamiento social ganan protagonismo". analizó.
En Argentina hay otras experiencias colectivas como Chicas en Tecnología, Las de Sistemas, Women in Engineering Argentina, Las Curie, Amautas Huarmis, entre otras.

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