Sueños más que raros: la tendencia de la cuarentena
Si antes comentábamos con nuestro entorno la novela de la noche, ahora surge la necesidad de contar las imágenes delirantes que la mente nos produjo durante las horas de descanso. Sí, también tiene que ver con el coronavirus.
El sueño es un reflejo del estado emocional, explican los expertos, y tras casi dos meses recibiendo malas noticias y sometidos a un constante vaivén emocional, no es de extrañar que el contenido del sueño se vea alterado. “Si vives bien, duermes bien”, resumen los especialistas, y en este momento todo nuestro entorno no se puede decir que esté precisamente bien.
Un joven de veinte años procedente de Daca, la capital de Bangladesh, describió uno de los últimos sueños que tuvo en plena cuarentena por la pandemia del coronavirus que estamos viviendo en casi todas las partes del mundo. Según contó, “Un amigo y yo estábamos sentados en la galería de unos edificios antiguos, con vistas a un gran campo con árboles en el que crecían flores rojas. Estábamos hablando sobre la vida normal y de cosas de oficina. Pero cuando miré hacia el campo, que se extendía ancho y desierto frente a nosotros, sentí que muchas de las cosas habían desaparecido o desaparecerían con el COVID-19. Sentí que las flores rojas me empezaban a susurrar anunciando que éramos los únicos a los que el mundo había barrido, habíamos muerto por el virus, y que desde entonces solo regresaríamos en primavera, bajo la forma de estas flores rojas”.
Esta imagen fue plasmada en un nuevo y popular blog que surgió en las últimas semanas para investigar la relación que tienen los sueños con la situación tan dramática y extraña que estamos viviendo. En “I Dream of Covid” cualquiera puede describir aquello con lo que soñó y que seguramente haya estado pensando durante varios días intentando darle alguna explicación porque resulta incongruente.
“Los sueños vienen a representar parte de la vida psíquica de cada persona, dependen del bagaje individual, son algo muy personal, por eso los contenidos pueden ser tan diversos como lo son las personas, así que lo que para uno es raro, para otro puede ser muy normal”, opina Paula García Casanova, psicóloga especializada en sueño. “Según Freud, los sueños son una proyección, un poner fuera un proceso interior. Pueden ser la expresión de un deseo inconsciente que encuentra a través del sueño la vía para salir a la consciencia; o también la manifestación de un deseo insatisfecho durante la vigilia. Y en este momento tan complicado, los sueños pueden ser el recurso para construir la expresión de las necesidades afectivas que nos están faltando”, explica esta psicóloga.
Hay evidencia científica de que el contenido de los sueños refleja los problemas emocionales de las personas, en ellos se pueden encontrar los elementos con los que las personas están implicadas y les suponen una dificultad. “Tenemos que tener en cuenta que el sueño y la vigilia son indisolubles: todo lo que hagas, sientas y vivas durante el día se reflejará en el sueño. Y esto se aplica al sueño fisiológico y su repercusión en el descanso, como en lo relativo al contenido onírico del mismo, los sueños”, explica la psicóloga.
Otros expertos creen que para dar un sentido a este suceso por el cual muchísima gente está teniendo sueños muy extraños o relacionados con la pandemia, habría que remontarse a la teoría del inconsciente colectivo del psicólogo Carl Jung. Aunque no está demostrada y tiene muchos detractores, esta hipótesis apunta a que tanto como el individuo posee inconsciente por sí mismo, la sociedad también reúne una serie de “arquetipos” que modelan la personalidad de las personas que la componen.
Es decir, Jung comprende que todos reunimos una especie de plataforma común de subconsciente, formada a partir de experiencias similares, imaginarios y símbolos, cuya existencia no viene dada por conocimientos previamente adquiridos, sino de fenomenologías que todos compartimos, independientemente de nuestras historias individuales.
Con este panorama planteado, lo bueno es que se podrían modificar los sueños para que no nos mortifiquen durante nuestro descanso. “Es muy importante cuidar todo lo que hacemos durante el día, no sólo a la hora de irnos a dormir”, explica la experta. “Intentar desconectar con alguna actividad que sirva para manejar las cuestiones afectivas, como la escritura o hacer terapia. Encontrar momentos de desconexión, para hacer ejercicio, o yoga. Además, tenemos que entender que en el cerebro no hay un botón que lo desactive y lo prepare para el sueño, así que es necesario ayudarlo, preparándolo poco a poco, mediante un proceso de desactivación, que sirva de transición de la vigilia al sueño, igual que no pasamos del día a la noche de repente, y hay atardecer, o viceversa y hay amanecer, es necesario un tiempo de transición. Y si a pesar de todo, los sueños raros, inconexos e inquietantes se siguen produciendo con mucha frecuencia y repercuten en una falta de descanso, es recomendable acudir a una unidad del sueño, en la que podrán valorar si el origen de este trastorno es de tipo orgánico o emocional”, recomienda.
Claro que más allá de ser consciente del proceso de desconexión, también se pueden hacer algunas cosas para que la calidad del sueño mejore en este contexto tan particular.
Lo ideal es intentar respetar los horarios. Mantener rutinas, diferencian tiempos de trabajo y de ocio aunque se desarrollen en el mismo espacio. Exponerse a la luz es fundamental. Es importante para sincronizar el reloj biológico del organismo.
Si no se puede estar al aire libre un tiempo prolongado por la mañana, una opción es instalar el lugar de teletrabajo cerca de una ventana.
Evitar la siesta cambiará las cosas. Si el sueño nos vence durante la tarde, lo mejor es reducir ese tiempo de descanso a un máximo de 20 minutos y que no sea muy tarde.
Lo recomiendan los especialistas de todos los rubros y profesiones: hacer ejercicio o actividad física trae varios beneficios, entre ellos, mejora el sueño.
Eso sí, no debe hacerse en las horas previas al sueño, porque entonces se genera una reactivación en vez de una relajación.
El último consejo, resulta clave: limitar el uso de la tecnología antes de dormir. Lo mejor es sustituirla por un ritual relajante que prepare el cuerpo y la mente para el sueño, y una lectura agradable.