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LOCOS POR EL STREAMING

Síndrome Netflix: cada día más adictos a las series

Los expertos apuntan no a la plataforma sino al uso, muchas veces maratónico, que hacemos de ella. Incluso, hablan de un deterioro de la piel ante las largas horas de exposición a la pantalla.

“Uno más... promesa... un capítulo más y me voy a dormir”. Dicha en silencio o mentalmente, la frase es propia de estos tiempos y resume lo que muchos usuarios del streaming padecen cada vez que quieren desprenderse de su serie favorita. Aunque en apariencias exagerado, cada vez son más los médicos y psicólogos que hablan de una adicción a estas plataformas y hasta hablan ya del llamado “síndrome Netflix”, una patología que no sólo generaría dependencia a la pantalla sino también hasta envejecimiento facial. ¿Puede ser para tanto?
“Hoy leemos menos y Netflix parecería ocupar todo nuestro tiempo libre”, define la socióloga platense Lucrecia Arceguet, quien a la hora de analizar por qué las parejas actuales tienen menos sexo que décadas atrás no duda en señalar a estas plataformas del streaming como una de las principales responsables.

No hace mucho, a fines del año pasado, el Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias de la India recibió un caso inédito: un hombre de 26 años que estaba desempleado se convirtió en un adicto a Netflix al pasar siete horas diarias frente al televisor durante seis meses. Según los médicos que lo atendieron, “cada vez que su familia lo presionaba para ganarse la vida o cuando notaba la estabilidad de sus amigos, se ponía a ver todo el tiempo series. Era un método de escapismo porque así se olvidaba de sus problemas y obtuvo un inmenso placer de ello”.
El adicto, de quien se resguardó el nombre, lo primero que hacía por la mañana era prender el televisor para ver series en streaming, hasta que se dio cuenta que ya no tenía autocontrol.
Algunos de los síntomas que comenzó a experimentar fueron fatiga, tensión ocular y patrones de sueño perturbados.
Lejos de este cuadro -y sin llegar al extremo de una internación-, no son pocos los profesionales que aseguran que pasar tantas horas frente a una pantalla mirando una serie -ocho horas ya es todo un exceso- no sólo puede lastimar la vista sino también generar lo que algunos han dado en llamar la “cara Netflix”, un síndrome de envejecimiento facial que se revela en tres características: líneas finas, arrugas y flacidez de la piel.

Según la dermatóloga Juliana Hestal, esto sucede debido a que la luz de las pantallas de computadora y los celulares, conocida como luz visible de alta energía (HEV), puede realmente penetrar en los niveles más profundos de la piel y dañar el radical libre que regula la enzima MMP1.
“Esta enzima descompone el colágeno y la elastina, las estructuras que mantienen la piel firme y joven -dice la experta-, lo que lleva al desarrollo de las líneas finas, arrugas y una flacidez acelerada por la exposición a la pantalla.
Como bien se sabe, el surgimiento de nuevas tecnologías viene obligando a varios especialistas a crear nuevas patologías mentales. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
clasificó no hace mucho a la adicción a los videojuegos como un problema de salud. También se crearon en este último tiempo campañas y una conciencia ante nuevos problemas como la adicción a los teléfonos, redes sociales o Internet. Considerando la popularidad del servicio de streaming, si el caso de este hombre en India se replica en otras partes del mundo, no debería sorprender que en un par de décadas la “adicción a Netflix” ocupe un lugar junto a otros desórdenes mentales.
Actualmente, se estima que en todo el planeta hay 8,4 millones de personas enganchadas a las series de televisión, individuos que devoran una temporada el día de su estreno o se devoran ocho capítulos en una sola noche.

Ahora bien, ¿por qué hacemos muchas veces un uso obsesivo y abusivo de estas plataformas audiovisuales? Para Elena Neira, profesora de comunicación y analista en nuevas tecnologías, la primera razón para entender el fenómeno -que se da a nivel global- es que, “a diferencia de la emisión semanal tradicional propia de la televisión, la mayoría de las plataformas apuesta por subir todos los capítulos de una temporada de golpe, algo que antes era impensado”.
Según el científico Diego Redolar, en tanto, ante una maratón de series, “el cerebro genera dopamina, una señal química relacionada con el placer”. 
Los datos de Netflix lo corroboran: el 73% de los participantes de una encuesta reciente sobre el consumo que hacían de la plataforma aseguró haber tenido sentimientos positivos asociados con un atracón de comida al ver una temporada entera.
“La disponibilidad inmediata hace que el refuerzo del sistema nervioso se active, cosa que genera que pueda engancharse con mayor facilidad y seguir viendo para mantener el placer encendido”, apunta Redolar.
“Las series se han convertido en una forma social de consumo cultural -agrega por su parte Neira.
La satisfacción inmediata de las maratones de contenidos y la resonancia de los contenidos las convirtió en un fenómeno social”.

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