Cada vez falta menos para que se celebre la primera noche del carnaval de Lincoln y Democracia realizó un recorrido por los galpones de algunos de los carroceros que se presentarán en la próxima edición. Los “hombres de carnaval” abrieron sus puertas y anticiparon detalles de las figuras en las que trabajan.
El último ganador
Raúl Traversa resultó ganador del primer premio en la categoría de carrozas durante la edición 2018 y este año volvió a elegir personajes de la política y la justicia para participar. “Estoy trabajando en una carroza, una mini carroza, un carro musical, una carroza de reina y máscaras sueltas”, contó Traversa a Democracia y agregó “la carroza va a llevar tres carros de seis metros de largo cada uno por cuatro metros de altura y se van a poder ver figuras como los jueces Bonadío y Oyarbide, entre otros”.
Desde hace cuatro meses, Raúl trabaja junto a su hijo de lleno en el carnaval. Mañana y tarde. “Lo más complicado es la parte mecánica, es lo que primero se hace para después montar la estructura y hay que trabajar de manera muy precisa porque cuando se le pone la cartapesta puede no andar, eso es lo más engorroso”, confiesa Traversa y agrega “aunque ya estamos bastante acostumbrados, la experiencia ayuda, de los errores se aprende, edición tras edición vamos superando cuestiones”.
Raúl Traversa tiene 54 años, hace 43 que participa del carnaval y asegura que “es natural de los carroceros estar todo el año maquinando con esto, pensando ideas, atentos a los chistes que circulan”.
“Sí se puede”
Cristian Garduño trabaja en el galpón en jornadas que se extienden hasta las tres de la mañana. Lo acompañan su hijo, su mujer, su sobrina, su cuñado y hasta sus padres le dan una mano pegando papel. “Este año estamos haciendo un trabajo mucho más grande respecto de los anteriores, los montos de los premios nos motivaron para invertir más dinero y tiempo”, contó Garduño a Democracia y agregó “trabajamos en un dinosaurio de unos once metros de largo que va patas para arriba llevado por hormigas, el motivo se llama ‘Sí se puede’ y apuntamos a dar un mensaje a la ciudadanía acerca de que si trabajamos todos en equipo se logra salir adelante.”
“A cada hormiga le vamos a poner pañuelos de colores, en relación a las distintas causas que se pusieron en debate durante 2018”, detalló Garduño y añadió “lo más difícil es encontrar la figura que a uno le entusiasme para trabajar, a veces buscamos la picardía en el nombre, el doble sentido, algún dicho popular, pero a mí me gusta hacer algo de actualidad”. Cristian Garduño aseveró que “hacer algo actual implica mayor responsabilidad porque el hecho de llevar a una carroza un debate por una ley de legalización del aborto, por ejemplo, se tiene que hacer con seriedad”.
Cristian Garduño tiene 39 años y hace 19 que participa del carnaval. Su primera carroza la hizo en Roberts y la llevó hasta Lincoln para competir.
50 años de trayectoria
Daniel “Batata” Fernández tiene 50 años de trayectoria en el carnaval de Lincoln. “Para esta edición estoy trabajando en un dinosaurio con un hombre y bebé prehistóricos”, cuenta Fernández a Democracia y agrega “las dimensiones son cuatro metros de alto y el dinosaurio tiene unos once metros de largo, lleva también un acoplado de cuatro metros”.
Consultado respecto de la parte más complicada al momento de ponerse a trabajar, Fernández consideró que “la parte más difícil es la de los movimientos porque uno se imagina una cosa y cuando lo lleva a la práctica se complica, en cuanto a la cartapesta, todos los carroceros de Lincoln hacemos esto desde hace muchos años y tenemos el oficio totalmente incorporado pero, generalmente, el movimiento que se busca es complemento del motivo y tiene que ser bueno así la gente lo puede captar y ser agradable a la vista, por supuesto”. En esta edición “Batata” eligió los colores claros y el naranja para dar alegría a la figura.
A los tres años Daniel ya trabajaba en su primera carroza. “Mi familia se iba de vacaciones y yo me quedaba pegando papel, no estoy arrepentido, pero sí es cierto que el carnaval requiere de mucho esfuerzo, me ha quitado muchas cosas pero me ha dado mucho: me ha permitido conocer gente a nivel nacional y acá todos me conocen porque saben que soy hombre de carnaval”, contó.
“El carnaval es el motivo por el que vivo en Lincoln”
Gustavo Arenas tiene 52 años y desde los diez participa en el carnaval: toda una vida. En esta edición, se va a presentar con las categorías de mini carroza, máscara suelta y carroza. Cuatro chicos lo ayudan en el trabajo de elaboración de la carroza de catorce metros de largo y asegura que el tramo más complicado es el comienzo. “Es como cuando un artista se encuentra con el lienzo en blanco y como no estamos todo el año trabajando en esto -paramos por siete meses- volver a arrancar cuesta; siempre digo que el primer muñeco habría que tirarlo porque es el que peor queda, después le agarrás la mano y te ponés más canchero”.
A diferencia de otros años, Gustavo no optó por la picardía y el humor sino por el atractivo de color: la carroza consta de un sultán con todo el Harén. “Esto es algo totalmente distinto a todo lo que hice anteriormente”, señaló.
Gustavo Arenas puede afirmar que el carnaval es el motivo por el que vive en Lincoln. “Siempre que estuve viviendo afuera volví en el verano para trabajar para el carnaval, si no fuera por esto hoy tal vez viviría en otro lado”
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