La veterana actriz Lydia Lamaison, falleció en las primeras horas de ayer a los 97 años, luego de un proceso de deterioro general de su salud, dejando tras de sí una extensísima carrera en la que se destacó en teatro, cine y televisión.
La intérprete había expresado su deseo de que su cuerpo fuera cremado, sin ninguna ceremonia previa y que en lugar de ofrendas florales, quienes lo desearan hicieran donaciones a la Casa del Teatro, de la que fue vicepresidenta hasta su muerte.
Lo más reconocible de la actriz que se fue, además de su enorme talento, eran esos ojos absolutamente cristalinos, capaces de transmitir estados que iban de la ternura a la fiereza mayor, reforzados por una voz de inflexiones primorosas.
Nacida en Mendoza el 5 de agosto de 1914 como Lidia Guastavino Lamaison, se crió en Buenos Aires y desde muy pequeña soñó con la actuación, al punto de suponer a los tres años que había sido actriz "en una vida pasada".
Mascota infantil en el Club Billiken, maestra normal, avanzada estudiante de guitarra, abandonó Filosofía y Letras en segundo año para ingresar al elenco independiente Juan B. Justo, dando inicio a una carrera en la que no tuvo maestros formales.
Su primera actuación fue en Cándida, de Georges Bernard Shaw, a mediados de la década de 1930, tras lo cual recibió el Premio Revelación por La vida de María Curie, que tenía adaptación de Alejandro Casona, además de ganar sus primeros sueldos como actriz.
El cine la convocó para Alas de mi patria (1939), de Carlos Borcosque, en cuya titularidad figuraban Enrique Muiño, Delia Garcés y Malisa Zini y que inició una seguidilla de 25 títulos, incluidos La hora de las sorpresas, de Daniel Tinayre, La fiaca y Pasajeros de una pesadilla, ambas de Fernando Ayala.
Con Leopoldo Torre Nilsson brilló en La caída y Fin de fiesta, pero su personificación de Doña Natividad en Un guapo del 900 (1960) representó uno de los puntos mayores de su trayectoria, fue premiada y dejó una imagen hierática difícil de olvidar.
Sin embargo, Lamaison fue una mujer de teatro y, en las últimas décadas, de TV: en escena recibió elogios por Los físicos, de Friedrich Dürrenmatt, junto a Pedro López Lagar, Las d`enfrente, de Federico Mertens, Tres hermanas, de Antón Chéjov, El tiempo y los Conway, de John B. Priestley, Las de Barranco, de Gregorio de Laferrère, El cerco de Leningrado, de José Sanchís Sinisterra.
En 2003 interpretó en el Regina El libro de Ruth, de Mario Diament, dirigida por Santiago Doria, donde al frente de un numeroso elenco ofreció una lección de comprensión de su personaje, una anciana judía que atravesaba muchas décadas.
Su prestigio le acarreó numerosos premios: ACE, María Guerrero, Santa Clara de Asís, Pepino el 88, Talía, Florencio Sánchez, Estrella de Mar; en 2001 recibió el Konex de Platino como actriz de TV y en simultáneo el Diploma al Mérito por la misma categoría.
En 1997 fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y en 2005 el Ejecutivo Nacional la homenajeó en el Salón Azul del Congreso de la Nación con una placa que le entregó personalmente el entonces vicepresidente Daniel Scioli.
Ayer, Lydia Lamaison le bajó el telón a una vida llena de amor por los escenarios
La comunidad del espectáculo conmovida por la partida de una de sus artistas más respetadas. Una mujer que cosechó reconocimiento por su talentosa labor.
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