ENTRE CIENCIA Y CREENCIA

La oración y la meditación sanan el espíritu, el alma... ¿y el cuerpo?

La evidencia científica es contundente: rezar, vizualizar o simplemente relajarse generan un impacto significativo en la salud. Para las religiones o filosfías de vida milenarias, estas prácticas siempre fueron vistas como indispensable para ser mejores y -tal parece- también para sentirse mejor.

La oración y la meditación, ¿mejoran la salud física? Desde el principio de los tiempos se creyó que eran únicamente para "salvar el alma" o, en su ideal menos extremo, para sanar, cultivar o trabajar el espíritu. La new age en los años 90 empezó a verlo también como un camino de "sanación" más amplio, que alcanzaba también al "plano físico" (para decirlo en esa jerga): Lous Hay, con el libro "Usted puede salvar su vida", de 1984, hizo una fortuna explicando cómo se había salvado de un cáncer incurable recurriendo a un psicoterapeuta especialista en expresar la rabia y -claro- a los momentos de introspección y silencio.

Pero varias milenios -o décadas, segun el caso- después, ahora la ciencia logró demostrar que la oración y la meditación efectivamente impactan en la salud física.  Herbert Benson fue un reconocido médico y cardiólogo estadounidense. Fallecido en 2022 fue fundador del Instituto Médico de Mente y Cuerpo del Hospital General de Massachusetts. Estudió durante 30 años el poder de la oración y se focalizó específicamente en el efecto que tiene sobre el cuerpo la meditación, que es puntualmente la forma budista de rezar.

Benson -que también fue profesor de la Escuela Médica de Harvard y patrocinador del Instituto Americano del Estrés- reportó que todas las formas de oración producen una respuesta de relajación que combate el estrés, calma el cuerpo y promueve la sanación.

Y lo comprobó mediante estudios de resonancia magnética nuclear (RMN) del cerebro. Allí notó cómo se producen cambios físicos en el cuerpo cuando alguien medita. En la medida que se va profundizando la relajación, comienza una intensa actividad en los lóbulos temporal y parietal, que son los encargados de controlar la orientación espacial y establecer distinciones entre el sí mismo y el mundo. Se produce una quietud que envuelve todo el cerebro. Al mismo tiempo, los lóbulos frontal y temporal se liberan y la conexión mente-cuerpo, se disuelve.

Otra actividad cerebral

En ese estado, el sistema límbico, responsable de nuestras emociones, también se activa. Todo esto da como resultado que el cuerpo se va relajando y la actividad fisiológica se hace más controlada. Plantea Benson, entonces, ¿Esto significa que nos estamos comunicando con un ser supremo? Dice Benson, "Si usted es religioso, es producida por Dios, si no es religioso, entonces proviene del cerebro".

Pero más allá de la ambigüedad de la respuesta de Benson, lo cierto es que todas las grandes religiones o filosfías humanistas tienen en la oración y/o la meditación un punto que no las divide sino todo lo contrario: las une por considerar a esta como una de sus prácticas centrales. Veamos: 
"Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará." dice en el Nuevo Testamento el apostol Mateo (6:6), citando a Jesús.

"Buscad el bienestar de la ciudad a la que habéis sido deportados y orad por ella al Señor, pues de su bienestar dependerá el vuestro." Dice en el Viejo Testamento el profeta Jeremías (29:7) de la Biblia Hebraica.

"Haz la oración, que ciertamente la oración preserva de cometer actos inmorales y reprobables. Y sabe que tener presente a Allah en el corazón durante la oración es lo importante, y Allah sabe lo que hacéis.” legó el Profeta Mahoma en El Corán, libro sagrado del Islam.

"La verdad en si misma solo puede ser alcanzada dentro de uno mediante la más profunda meditación y conciencia." Postuló Gautama Buddha, pade del budismo.

Pero volviendo al repaso del impacto "físico" de la oración, descubrió Benson que su efecto sobre los neuro-transmisores se da por la liberación endógena de dopamina, fenómeno que se asoció al menor estrés y a la sensación de bienestar. La falta de dopamina genera cuadros como ansiedad, estrés y tensión, además de cambios cognitivos, confusión y depresión.

Los efectos beneficiosos que tiene la oración para la salud quedaron demostrados en otra investigación de 10 meses en el Hospital General de San Francisco donde se obtuvo una mejoría mayor en un grupo de pacientes que recibía oración exterior además del tratamiento convencional en relación con un grupo control que sólo recibía tratamiento convencional.

Rezar por otros también funciona

El grupo de personas que no sabía que estaban orando por ellos, presentó menos fallas congestivas, menos paros cardíacos y una mortalidad significativamente menor que el grupo control. Este estudio nos lleva entonces a pensar que hay otros factores, además de la fe, que intervienen en la sanación del paciente... ¿Dios?

Harold G. Koenig, otro médico investigador pero en este caso de la Universidad de Duke, en California, Estados Unidos, realizó otro estudio en esa casa de estudios. Relevaron 1 200 estudios hechos acerca del poder de la oración sobre la salud y reportó que las personas religiosas tienden a hacer una vida más saludable: fuman menos y tienen un menor consumo de alcohol, lo que favorece que se enfermen menos.

Entre algunas conclusiones de importancia en estos estudios, comprobó que las personas hospitalizadas que nunca han asistido a los servicios religiosos permanecen tres veces más tiempo que aquellos que asisten regularmente. También, que los pacientes cardiovasculares morían 14 veces más frecuentemente después de la cirugía, si no participaban en alguna religión. 

Otra: las personas mayores que nunca han asistido a la iglesia tienen un promedio de arritmias el doble de frecuentes que las personas que atienden a un servicio religioso. Y por último, en Israel, las personas religiosas demostraron tener un promedio de 40 % menos de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer.

“La gente que cree en Dios y ora, tiene una mejor salud mental y física", concluyó Koenig.

Pero para para los incrédulos, vaya otra referencia contundente: el mindfulness, también llamado atención plena o conciencia plena, es una práctica basada en la meditación vipassana (budista) se ha demostrado efectivo para reducir la presión arterial, fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la calidad del sueño.