Estar expuestos muchas horas del día a las pantallas de celulares, tablets o computadoras, perjudica la visión, y más aún cuando las personas son de corta edad y no tienen la debida supervisión de quienes lo tienen a su cargo: los mayores.
En estas épocas donde muchos adultos están pensando qué comprar a sus niños, alentados por la llegada de las fiestas de fin de año (Navidad, Año Nuevo y Reyes), antes de decidirse por un celular, una tablet o una computadora para ellos, es mejor que estén al tanto de los riesgos que esos posibles regalos conllevan para la salud visual de los más pequeños.
Es mejor pasar más tiempo con ellos, efectivamente, y no dejarlos “tranqui” con las pantallas, sean estas de cualquier aparato electrónico que las contengan, sino llevarlos a jugar con sus juguetes y que disfruten del aire libre y la naturaleza, principalmente durante la presente pandemia.
Los niños que antes destinaban las tablets, notebooks y teléfonos celulares al ocio, comenzaron a utilizar estos dispositivos también para clases online y video llamadas con parientes y amigos, recargando su uso.
Es momento de darles un respiro y ayudarlos a que descubran otras posibilidades.
La doctora Vanesa Materazzo, oftalmóloga infantil del Instituto de Ojos Junín, al ser consultada por Democracia, manifiesta que “el uso de pantallas se ha convertido en un elemento esencial en la vida diaria de la mayoría de las personas, tanto adultos como niños, en tiempos de pandemia. En los niños es un tema muy complejo tanto para los padres como para los profesionales al momento de habilitarlas o desaconsejarlas”.
Según lo expuesto por la profesional, las pantallas a nivel ocular generan:
Miopía: hay evidencias que demuestran que la epidemia de miopía a nivel mundial se debe en parte al aumento de las actividades visuales cercanas y a la disminución en el tiempo que se pasa al aire libre. Ambas situaciones favorecidas por el uso de pantallas. La exposición a la luz solar tiene un efecto protector en el desarrollo de la miopía, estimulando la producción de Dopamina, que es el neurotransmisor que bloquea el crecimiento del ojo. El crecimiento del ojo fuera de lo habitual lleva a la aparición de miopía.
Fatiga ocular digital: se llama así al conjunto se síntomas que pueden aparecer luego de pasar mucho tiempo mirando pantallas. Estos pueden incluir ojo seco (por disminución en la frecuencia y calidad del parpadeo),picazón, lagrimeo, visión borrosa y dolor de cabeza.
Disrupción del sueño: los diodos emisores de luz (LED) de las pantallas emiten luz azul y en la retina inhiben a las neuronas que inducen el sueño y activan a las que provocan el estado de vigilia. De esta manera se altera el ritmo circadiano y con esto la secreción de hormonas que influyen en el sueño, estrés y crecimiento (melatonina, cortisol, prolactina y hormona de crecimiento).
La doctora Materazzo recuerda que bajo la premisa, “Menos horas de pantalla y más actividades al aire libre”, la Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil (SAOI), aconseja tener en cuenta los siguientes límites de tiempo según la edad.
De 0 a 2 años: evitar el uso de pantallas.
De 2 a 5 años: limitarlo a una hora al día.
Mas de 6 años: establecer límites de exposición.
Por otro lado, las distancias sugeridas entre la persona y las pantallas varían de acuerdo al dispositivo.
Celulares: 30 centímetros de distancia
Tablet: 40 centímetros cm de distancia
Computadoras: 50 centímetros cm de distancia
Por otro lado, la Academia Americana de Oftalmología recomienda para disminuir síntomas de fatiga visual: Cada 20 minutos descansar 20 segundos, mirando a 20 pies (6 metros aproximadamente); además de ajustar el brillo y el contraste de las pantallas, y en los adultos utilizar lágrimas artificiales.
Los adultos
Según coinciden los oftalmólogos, todas las personas a lo largo de su vida, pero especialmente a partir de los 50 años e inclusive antes, sufrirán alguna dificultad en la visión, ya sea desde larga o corta distancia. Pero en estos tiempos de pandemia y usos excesivos de pantallas, esas dificultades parecieran incrementarse.
Es que el confinamiento como consecuencia del coronavirus provocó que tanto adultos como niños adoptaran nuevos hábitos en sus rutinas diarias. El teletrabajo en los adultos, las clases remotas de niños y jóvenes y la gran cantidad de propuestas de entretenimiento online para todas las edades, generó que prácticamente todas las personas pasen muchas más horas dentro de sus hogares y delante de las pantallas digitales. La contrariedad, es que la misma tecnología que ayuda a mantener la vida laboral y los estudios al día, también puede causar o aumentar problemas visuales.
Miopía
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que, en 2050, una de cada dos personas en el mundo será miope.
Asimismo se estima que, debido al actual escenario sanitario, se podrían acelerar estas proyecciones, como resultado de los factores ambientales relacionados con la masificación del uso de dispositivos tecnológicos, pese a que el origen de la miopía sea principalmente hereditario.
“La miopía -explica el médico oftalmólogo Pablo Daponte, presidente del Consejo Argentino de Oftalmología (CAO)- es uno de los trastornos visuales más comunes.Se clasifica entre las condiciones denominadas como “errores de refracción”, en los que el ojo no puede enfocar claramente objetos distantes. Su daño es progresivo y en los casos más graves, puede provocar dificultades de adaptación a la vida social y laboral, como también ceguera. Pero es muy posible que el grado de miopía, tras la pandemia que estamos viviendo, aumente significativamente en poblaciones infantiles y juveniles debido al encierro y al uso excesivo de la visión de cerca causada por el uso de la electrónica”.
Es que mientras mayor es el grado de severidad de esta patología, menor es la distancia a la cual se pueden enfocar objetos, y mayor el peligro de que se produzcan otros problemas visuales.
“Los adultos -agrega Daponte- también pueden tener problemas oculares por la exposición prolongada a las pantallas, ya que incide a que el ojo se acostumbre a enfocar a corta distancia y la visión se adecuará a funcionar siempre en ese rango. Un examen de ojos por un médico oftalmólogo ayuda a determinar si algo en el sistema visual no está bien, no se limita solo a prescribir anteojos, sino que además puede detectar precozmente enfermedades asintomáticas. Durante la pandemia, y tomando todas las medidas sanitarias de precaución para evitar el contagio del virus, ya hay muchos oftalmólogos que comenzaron a atender estas patologías”.
Cabe destacar que el doctor Pablo Daponte (ciudad de Buenos Aires) es presidente del Comité Ejecutivo 2020-2021 del Consejo Argentino de Oftalmología, d de Buenos Aires), director médico del Centro Integral De Salud Visual, también forma parte del board de la asociación Panamericana de Oftalmología desde el año 2018 como delegado de habla hispana. Es docente adscripto de la Cátedra de Oftalmología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Fue presidente del Consejo Argentino Oftalmología entre 2014 y 2017. Además, es ex integrante del comité ejecutivo del Consejo Argentino Oftalmología desde 1997.
En el mundo
A nivel mundial, unos 2.200 millones de personas (casi un tercio de la población) tienen deficiencia visual o ceguera, de las cuales al menos mil millones poseen una carencia visual que podría haberse evitado o que aún no ha sido tratada.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por ejemplo, los problemas más frecuentes son miopía, presbicia, degeneración macular, retinopatía diabética, glaucoma y tracoma. Y también de acuerdo a esta entidad, quienes viven en zonas rurales, con bajos ingresos y en países subdesarrollados, son los que más las padecen, ya que la discapacidad visual desatendida en regiones de bajos y medianos ingresos es cuatro veces mayor que en los países ricos, dándose la situación más grave en África subsahariana y Asia meridional.
La Academia Americana de Oftalmología sugiere que se adhiera a la regla “20-20-20”, es decir cada 20 minutos tomar un descanso de 20 segundos, y ver algo a más de 6 metros de distancia.
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