De acuerdo a estadísticas internacionales, la anorexia y la bulimia, dos de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) más preponderantes, afectan a unas siete millones de mujeres y a aproximadamente un millón de hombres en todo el mundo, mientras que en Argentina, según datos de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), el 37 por ciento de las mujeres de entre 15 y 20 años sufre un trastorno alimentario. Y entre los especialistas que tratan este tipo de trastornos, se coincide en la importancia para quienes los padecen del poder pedir ayuda como el primer paso para superar el problema. Sin embargo, muchas de esas “ayudas” que se ofrecen, especialmente en las redes sociales, no siempre resultan positivas, sino que muchas veces terminan por ser todo lo contrario.
“En la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria -sostiene la licenciada en Nutrición Agustina Murcho, especialista en trastornos alimenticios- hay que estar muy pendiente de las redes sociales, ya que muchas personas buscan en ellas a otras personas que sufran su trastorno alimenticio, y la mala información también puede repercutir y empeorar un caso de TCA. Por eso es necesario que el entorno más cercano pueda detectar cuando una persona necesita ayuda por posibles trastornos con la alimentación, y ser atendido a tiempo por un equipo de profesionales especializados que podrán contener y ayudar al paciente”.
“El mal uso de las redes sociales y su relación con los trastornos alimentarios -señala la psicóloga Cristina Vidal- es un problema que afecta especialmente a las jóvenes menores de edad con una prevalencia preocupante, ya que no existen suficientes medidas de control sobre los contenidos que pueden incidir negativamente y de forma nociva en los menores de edad. Los contenidos en los que se hace apología de la anorexia o la bulimia de manera más o menos velada siguen siendo una realidad en Internet, por lo que debemos estar atentos para luchar contra estas publicaciones denunciando como usuarios adultos, ya que los menores aún no disponen de esa mirada crítica que les permita discernir entre salud y extremismo o patología”.
“En los informes internacionales sobre calidad de Internet que analizan contenidos relacionados con trastornos alimentarios -añade Vidal- se refleja que el grupo más propenso a sufrir estas enfermedades son las mujeres jóvenes y adolescentes (en una edad comprendida entre los 12 y 24 años), y se estima que existe una elevada vulnerabilidad entre aquellas personas que visitan estas páginas web, ya que en la mayoría de los casos (un 75%) se trata de menores de edad”.
El 37 por ciento de las mujeres de entre 15 y 20 años sufre un trastorno alimentario.
“Los factores causantes de los trastornos de comportamiento alimentario- señala por su parte la nutricionista Romina Krauss- son una combinación de elementos psicológicos (influencias familiares y conflictos psíquicos) y sociales (influencias de sus pares y expectativas sociales), que afecta mayormente a mujeres, con una proporción de 9 mujeres por 1 hombre. El problema con las redes sociales, es que muchos de los receptores de mensajes sobre ideales de belleza son adolescentes y jóvenes que, ante la vulnerabilidad sobre su imagen corporal, pueden caer en obsesiones respecto a sus cuerpos y la alimentación, llegando incluso a trastornos como la anorexia o la bulimia”.
“Entre los adolescentes -explica en tanto la doctora Virginia Busnelli, médica especialista en Nutrición- las redes juegan un rol importante que les permite ampliar y mejorar las relaciones sociales, acerca a las personas que están lejos y permite compartir experiencias de forma instantánea, algo que antes no era posible. Pero a la vez, en la red existe un vacío legal que permite que lamentablemente estos trastornos “se contagien”. Se han detectado casos de pacientes que padecen trastornos alimentarios con cuentas anónimas y usuarios inventados que han encontrado en las redes sociales el lugar perfecto para compartir sus experiencias (fotos de cuerpos esqueléticos, consejos para ocultar la enfermedad a los padres, trucos para adelgazar) con otras personas, que quizás están sanas, pero comienzan a identificarse con sus tips y pueden llegar a ser un factor precipitante de estas enfermedades. De acuerdo a las estadísticas de CEDA (Centro especializado en desórdenes alimentarios), el 90 por ciento de las consultas en su sede son de mujeres, de las cuales el 60 por ciento son adolescentes, coincidiendo con la misma población que hoy maneja su vida social a través de las redes. Estos son datos que deberían hacernos recapacitar y tomar medidas inmediatamente”.
Los más vulnerables
De acuerdo a los datos de la Fundación La Casita, dedicada a la lucha contra los desórdenes alimentarios, Argentina es el segundo país a nivel mundial con más casos de anorexia por cantidad de habitantes. ¿Pero de que se trata concretamente?
“Los trastornos de la conducta alimentaria -explica Murcho- son alteraciones y desórdenes mentales que afectan a la ingesta y al peso de la persona que los padece. Entre los TCA más conocidos se encuentran la bulimia y la anorexia, en las que se esconden dificultades psicológicas graves y complejas que repercuten en el funcionamiento normal de la vida diaria de la persona enferma”.
“La bulimia y la anorexia -explica en tanto la especialista Olga Ricciardi- tienen la misma raigambre, es la imposibilidad de decir “el inconsciente no encuentra palabras para traducir la situación traumática que atraviesa la persona y entonces esas cuestiones terminan poniéndose en acto. En el caso de la anorexia, así como la persona cierra la boca para no hablar, la cierra para no comer y es el acto de la abstinencia. Y en el caso de bulimia, se trata de tragar palabras en forma de comida y vomitar para no pronunciarlas, porque lo que no se pone en palabras se pone en el acto del atracón y del vomito inducido”.
“Una persona que sufra un TCA -indica la nutricionista Murcho- podrá recuperarse y llevar una vida normal, aunque siempre se recomienda que el entorno cercano y la misma persona estén atentos a sus comportamientos. En muchas ocasiones las personas se recuperan pero continúan ciertos pensamientos o conductas en relación a la comida que es bueno observar e identificar, ante una posible recaída. En otros casos, las personas con TCA que nunca hicieron tratamiento son las que tienen una patología más crónica, si bien esto le ocurre a una minoría. La enfermedad debe tratarse desde su todo, y por este motivo se debe realizar un tratamiento interdisciplinario en donde participe la familia como apoyo y contención. La delgadez extrema y la obsesión por el control de peso hacen que el comportamiento se vea alterado, conducta recurrente en una persona que padece un TCA”.
En cuanto a la relación de estas conductas con las redes sociales, la doctora Busnelli señala que “para que se presente un trastorno alimentario debe haber una predisposición psicológica y genética, pero además hay factores protectores y predisponentes. Evidentemente hoy en día aumentan los factores de riesgo marcando un aumento muy significativo de éstos trastornos y apareciendo algunos nuevos que sin duda alguna están muy ligados a lo cultural y lo social. Y en este marco, las redes sociales se han convertido en un mundo de desinformación incontrolada, con falsos mitos y datos incorrectos altamente peligrosos para la salud y para un correcto desarrollo físico y emocional, que promueve auténticas actitudes de riesgo para nuestros adolescentes”.
Características
La anorexia se caracteriza por el rechazo del paciente a los alimentos en general, más aún a aquellos ricos en hidratos de carbono y grasas, miedo obsesivo a aumentar de peso y distorsión de su imagen corporal (se ven “gordos”, a pesar de estar muy delgados). Es el trastorno alimentario más frecuente, que causa muchos problemas de salud, como debilidad, trastornos del sueño, falta de menstruación en mujeres, irritabilidad, anemias, deficiencias de vitaminas y minerales. Y que incluso puede provocar la muerte si no se trata a tiempo.
La bulimia, en tanto, puede presentarse en episodios de atracones con vómitos posteriores a la ingesta, ayunos prolongados, consumo de laxantes y diuréticos. También puede provocar muchas deficiencias nutricionales y alteraciones metabólicas con graves consecuencias para la salud.
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