Comer durante una semana sólo tomates, alimentarse únicamente antes de las 10 de la mañana o guiarse por las fases de la luna para consumir cualquier tipo de nutriente. La primavera está a la vuelta de la esquina y, como pasa siempre a esta altura del año, la idea de querer estar en forma para cuando llegue el buen tiempo se convierte en una obsesión que atrapa a hombres y mujeres por igual. Y con ella, claro, los peligros que vienen de la mano de las llamadas “dietas milagrosas” que, rodeadas de mitos, verdades de internet y falacias que sólo generan pésimas consecuencias para la salud, prometen hacer bajar varios kilos en pocos meses.
Si bien no existen cifras oficiales, los expertos en nutrición estiman que cuatro de cada cinco personas recurrió alguna vez a estos métodos u otros similares para perder peso. Dietas milagro con mucho riesgo físico y poco contenido científico. Formas de alimentación restrictivas que prometen perder más de cinco kilos al mes, pero que, a largo plazo, causan más perjuicio que beneficio.
“La llegada de los primeros calores genera cierta desesperación por querer perder todos esos kilos que se ganaron durante el invierno -apunta la médica psiquiatra Mabel Bello-. Si bien no es exclusivo de las mujeres, aparece en muchas de ellas cierta obsesión por estar delgada para lucir bien en la playa, sin tener en cuenta los sacrificios que se requiere para completar ese ideal de cuerpo inalcanzable”.
Desde un lugar diferente pero atendiendo el mismo problema, el nutricionista Norberto Russo advierte que las llamadas dietas milagros “representan una alarma que se enciende todos los años y cuyo real peligro no es tanto que se multipliquen sino que tantas personas las sigan como si fueran exitosas”.
Lo dicho: la primavera ya despunta sus primeros días de calor y las huellas de las calorías del invierno aparecen más visibles. Entonces las dietas que ofrecen resultados mágicos ganan por goleada ante la desesperación de querer adelgazar mucho y en poco tiempo. Según los especialistas, en todos los casos se trata de recetas peligrosas que derivan en una pronta recuperación del peso que se había perdido.
“La consulta a un profesional es fundamental -advierte Russo-, porque cada organismo es distinto y asimila de manera diferente los alimentos. Al encarar un plan para bajar de peso, se debe tener en cuenta el sexo de la persona, su edad, su talla y su historial clínico. Ver una dieta en internet y seguirla es una barbaridad”.
Algunas ofrecen una alimentación basada en proteínas. Otras tienen su clave en la prohibición de comer carnes, huevos, lácteos y derivados. Y están incluso las que, como se dijo, basan su forma milagrosa de acuerdo a las fases de la Luna. Sea una o la otra, todas generan alarma entre los expertos en nutrición, muchos de los cuales aseguran que el tema no es moda sino una tendencia que crece cada año y preocupa por las terribles consecuencias que genera.
Tanto las dietas de bajas calorías como las que suprimen por completo algún grupo de alimentos son peligrosas, porque generan carencias, pérdida de masa muscular y una consecuencia tan frecuente como temida: el efecto rebote.
Los expertos apuntan que los signos para reconocer “las dietas de moda” son las que prometen una pérdida de peso rápida, que los efectos duran toda la vida, que son fáciles de seguir, que son seguras y sin riesgos para la salud. A su vez, esas dietas prohiben determinados alimentos como si fueran responsables de impedir bajar de peso, generan ansiedad, pérdida de volumen o fuerza muscular, cansancio y hasta graves problemas para conciliar el sueño.
Para Russo la ecuación es sencilla: “si alguna de estos planes alimentarios diera resultado real, no habría tanta gente con sobrepeso buscando la nueva dieta año tras año; la realidad es que el mismo individuo que quiere adelgazar hoy fracasó en intentos anteriores”.
Entre los especialistas, además, existe un consenso generalizado en que de nada sirve morirse de hambre o matarse con largas rutinas gimnásticas: a la hora de bajar de peso, un 70% se logra con la alimentación y un 30% con movimiento. “Una dieta nunca puede tener menos de 1.200 calorías diarias para un adulto, incluyendo todos los grupos de alimentos, sin prohibiciones, pero en porciones más pequeñas, y un plan de actividad física, se apunta, no puede dejarnos al borde del agotamiento o exponernos a lesiones por excesos.
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