“La gran recesión del sueño” lo llaman desde hace ya un tiempo en Estados Unidos. Pero se sabe: el drama del descanso que se nos va acotando no es propiedad exclusiva de ese país sino una tendencia global que tiene a los chicos como sus principales víctimas. La cantidad de horas que duermen niños y adolescentes se viene reduciendo en últimos años hasta ubicarse por debajo de lo necesario, y esa falta de descanso tiene un serio impacto tanto en su salud como en su rendimiento escolar. De hecho algunos médicos hablan ya de toda una generación de alumnos con menos memoria a largo plazo y serios problemas de concentración.
Y no es exagerado: disminución de la memoria a corto plazo, problemas en el sueño y en la adquisición del lenguaje son algunos de los efectos negativos de la exposición de niños ya menores de 2 años a las pantallas de televisores, computadoras o celulares.
“Antes sólo contábamos con el televisor -apunta el pediatra Fernando Lamas-, pero ahora tenemos celulares, tablets, monitores, computadoras fijas y portátiles que interactúan con nosotros desde el momento en que nos despertamos”.
“Algunos estudios muestran que sólo un 20% de los adolescentes alcanza las nueve horas de sueño que se considera en general que deben dormir, algo que también se da en cerca de la mitad de los chicos en edad escolar.”
La Sociedad Argentina y la Academia Americana de Pediatría desaconseja el uso de pantallas antes de los 2 años, y lo único que avalan en ese grupo etario es el uso del video chat con familiares. “El aprendizaje y la adquisición de pautas madurativas se generan en la interacción que los niños realizan con otras personas: obviamente la mamá y el papá son los más importantes estimuladores. Es a través del contacto visual, auditivo y corporal que todo comienza a desarrollarse, por lo que son muy necesarios los gestos, mímicas faciales y movimientos corporales”, retomó Lamas.
La Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) reveló en un estudio reciente que uno de cada dos niños mira contenidos frente a una pantalla antes de lo recomendado y que en el 90% de los hogares los nenes de entre 6 y 12 años se conectan a internet o redes sociales diariamente, la mayoría desde el celular (34%).
Además, si bien el 96% de los mayores cree que tiene que controlar el uso de internet, sólo el 62% indicó que implementa medidas de supervisión. La encuesta, realizada a 1566 personas mayores de 16 años de todo el país, mostró que el 63% de los consultados evalúa como “mucho” o “bastante” el tiempo que los menores pasan frente a una pantalla, porcentaje que alcanza al 85% entre los que respondieron que los niños del hogar miran tres o más horas diarias de contenidos.
Asimismo, un 96% de los consultados señaló que los mayores tienen la obligación de controlar el uso de Internet y de redes sociales de los niños, e incluso un 63% considera que dicha supervisión debe efectuarse hasta los 18 años. No obstante, en un 40% de los hogares con menores de 12 años no se utilizan filtros para impedir que accedan a contenidos inapropiados, en un 30% no se establecen normas de uso para las redes sociales y en un 13% no se controla el historial de navegación.
Finalmente, de las diferentes situaciones que un menor podría experimentar en Internet y en una red social, la que más preocupa es que se vinculen con desconocidos. En tanto, la principal ventaja percibida es el acceso rápido a la información, mientras que en las redes sociales se valora la cooperación a través de acciones compartidas.
No es el único trabajo que hecha luz sobre el fenómeno: al analizar los hábitos de descanso de 1.200 alumnos de nuestro país, un estudio realizado por investigadores del CONICET comprobó que los adolescentes argentinos duermen actualmente poco más de siete horas por noche, lo que representa casi dos horas menos de lo recomendado a esa edad. Y lo mismo mostró en Estados Unidos la última encuesta de la Fundación Nacional del Sueño que, precisamente, atribuye el fenómeno al uso inadecuado de la tecnología digital.
A partir de la popularización de celulares inteligentes y tablets, cada vez son más los adolescentes que cuentan con sus propios dispositivos y los llevan a la cama al acostarse, ya sea para chatear con sus amigos o navegar por internet. Y esa costumbre, se sabe, no sólo atenta contra la cantidad de horas de sueño sino también contra su calidad.
“El aprendizaje y la adquisición de pautas madurativas se generan en la interacción que los niños realizan con otras personas.”
Sucede que la intensidad y el tipo de luz de las pantallas electrónicas hace que las señales que el cuerpo necesita para dormir aparezcan más tarde. “Si a eso se le suma la euforia que muchos adolescentes experimentan al chatear con sus amigos y la hora en que deben levantarse para ir a la escuela, el resultado es un cóctel muy poco saludable”, señalan desde el CONICET.
Para Arturo Garay, en tanto, director del Centro de Estudios del Sueño del Instituto Médico Platense, “algunos estudios muestran que sólo un 20% de los adolescentes alcanza las nueve horas de sueño que se considera en general que deben dormir, algo que también se da en cerca de la mitad de los chicos en edad escolar”.
Un equipo de investigadores de las universidades de Birbeck, de Londres y del King’s College (Reino Unido) realizaron por su parte un estudio entre junio de 2015 y marzo de 2016. Encuestaron a 715 padres acerca de los hábitos de uso de dispositivos portátiles de sus hijos, así como sobre sus patrones de sueño, nocturno y diurno: cuánto tardaba el niño en quedarse dormido, con qué frecuencia se despertaba por la noche, y duración media del sueño nocturno y diurno. Los investigadores tuvieron en cuenta variables como la edad y el sexo de los niños –por lo general, por ejemplo, los niños duermen más que las niñas-, la exposición a pantallas y la educación de la madre. Tras analizar los datos, comprobaron que los bebés a partir de 6 meses y niños en edad preescolar que pasaban más tiempo usando una pantalla táctil, dormían menos por la noche. Y aunque descansaban más durante el día, en total los pequeños tenían menos horas de sueño y les costaba más quedarse dormidos.
De las familias que participaban en el estudio, el 75% de los niños de entre 6 meses y 3 años de edad usaban una pantalla táctil a diario: entre los 6 y 11 meses lo hacía un 51% de los pequeños y el porcentaje se disparaba hasta el 92% en niños de entre 25 y 36 meses. Aunque se desconoce cuál es el mecanismo subyacente, por cada hora adicional de uso de pantallas al día, los niños dormían casi 16 minutos menos.
Sin embargo, los investigadores no hallaron vínculo alguno con el número de veces que se despiertan los niños por la noche.
Dormir es crucial para el desarrollo cognitivo de los pequeños, remarcan los autores del estudio, sobre todo durante los primeros años de vida, puesto que tiene un enorme impacto en la neuroplasticidad infantil.
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