Furor por el bótox: la obsesión por eliminar las arrugas
Las inyecciones antiedad no pasan de moda. Con 16 años en Argentina, sigue primero en el ranking del negocio de la estética. Brinda al rostro un aspecto más joven y descansado. (De La Razón)
Cada vez son más las mujeres que buscan atenuar las líneas de expresión y darle un aspecto revitalizado al rostro. El bótox mantiene su reinado: 2001 fue el comienzo de la aplicación en el país de la toxina botulínica -el nombre comercial más conocido es bótox. Con el tiempo se convirtió en el tratamiento estético más pedido y 16 años después sigue primero en el ránking.
Aunque no hay cifras locales, la Sociedad Americana de Cirugía Plástica y Estética (ASAPS) publicó que solo en Estados Unidos probaron sus efectos más 4,5 millones de personas. “La tendencia, sin dudas, se replica en Argentina. El éxito es tal que estos simples pinchazos en la frente, el entrecejo y el área de los párpados lograron reemplazar a los antiguos procedimientos estéticos”, opina el doctor Fernando Felice, miembro de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires, profesor de la Universidad de Buenos Aires y director del Centro Vesalio Estética.
Sobre el furor de la tendencia, los especialistas dan diversos argumentos. “Con este tratamiento conseguimos un aspecto más joven y atenuamos las arrugas. Retrasa el paso del tiempo y en forma natural”, aclara el médico dermatólogo Pedro Rovere.
La seguridad es otro de los puntos a favor. “Es raro escuchar complicaciones con el uso de esta sustancia. Las opiniones desfavorables tienen que ver con la aplicación y no con el producto en si”, opina la doctora Griselda Seleme, cirujana plástica y especialista en estética.
Una de las consultas más recurrentes en los consultorios es, cuánto dura. Según los expertos, el efecto se extiende entre cinco y seis meses y es totalmente reversible. Los efectos iniciales son visibles entre las 48 y 72 horas después de su aplicación y los máximos resultados se ven luego de 15 días. En cuanto a la pérdida del efecto, es gradual y depende de cada metabolismo. Las aplicaciones aseguran una serie de beneficios. Entre ellas, reducir las arrugas de expresión (en las patas de gallo, arrugas en el entrecejos o frontales).
Asimismo se puede lograr corregir la sonrisa gingival (aquellas donde se ven las encías). Y compensar asimetrías faciales (esto es importante en aquellos pacientes que sufrieron una parálisis facial). Otras de las ventajas es que suaviza el contorno del cuello y logra delinear el contorno de la cara y las cejas. También está recomendado para el tratamiento de la sudoración excesiva en las axilas, las manos y los pies.
Para ello se aplica el bótox con pequeñas punturas. En todos los casos, la sesión consiste en “pequeños pinchazos de una neurotoxina purificada, derivada de la bacteria Clostridium botolinum. Cuando se inyecta en pequeñas dosis en áreas específicas, puede bloquear las señales entre los nervios y los músculos”, explica Felice. “Casi mágico” es el efecto que produce sobre las arrugas de la cara y el cuello, coinciden las que ya se animaron a probarlo.