No hay una época histórica ni una zona geográfica en la que el ser humano no se haya tatuado la piel. Es la tesis de la vasta exposición que, bajo el título Tatoueurs, Tatoués (Tatuadores, Tatuados) abrió ayer sus puertas en el parisino museo de las civilizaciones del Quai Branly. Aunque el origen de la palabra se remonta al siglo XVIII, cuando la tripulación del capitán Cook observó por primera vez los tatuajes de Polinesia y marcó el inicio de una fascinación mundial, el descubrimiento de los restos del hombre del hielo Ötzi en 1991 con más de 50 pinturas en su cuerpo fue la prueba de que la costumbre existía ya hace más de 5.000 años.
De las épocas ancestrales a sus reproducciones contemporáneas, el fascinante viaje del tatuaje tiene un sinfín de simbolismos y de evoluciones que dan prueba de su riquísima historia. Entre influencias cruzadas y la incesante evolución de la técnica, la práctica artesanal ha dejado lugar a una reivindicación artística.
INSÓLITAS
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