SE CREÓ EN 2017 EN UNA ISLA CARIBEÑA

Cómo es “Próspera”, la primera –y fallida- ciudad libertaria del continente

En el paroxismo de la libertad y el anarcocapitalismo, sus habitantes y empresas pueden elegir sus regulaciones entre un menú de 36 legislaciones diferentes, o desarrollar su propio marco regulatorio. Pero, paradójicamente, el proyecto no prospera por problemas judiciales de origen y recelo de los habitantes locales.

Próspera es la primera ciudad cien por ciento libertaria del continente. O su primer experimento social y/o económico, según quien lo mire. Se encuentra en una paradisíaca isla del Caribe: Roatán -uno de los destinos turísticos más buscados de Honduras- y fue fundada en 2017. Pero desde entonces, pese a su ideario que asegura prosperidad infinita, el enclave de poco más de cuatro kilómetros cuadrados (no ocupa toda la isla, claro) languidece en dificultades logísticas, la resistencia de los ciudadanos locales y un marasmo de controversias legales que tienen que ver con un origen turbio: el golpe de Estado al ex presidente hondureño Manuel Zelaya.

Sucede que Porfirio Lobo Sosa, el sucesor de Zelaya, ganador en elecciones muy amañadas, fue quien dio el estatus legal sobre el que se fundó Próspera, vulnerando la Constitución de su país. Y lo hizo luego de escuchar a uno de los economistas más admirados por el Presidente Javier Milei: Paul Romer.

Cuando Milei profetizó en una charla que le darían “el Premio Nobel de Economía”, mencionó especialmente a Romer, quien sí ganó el premio de la Academia Sueca en 2018. Este académico y activista libertario también fue economista jefe y vicepresidente sénior del Banco Mundial.

Romer es un ferviente defensor de la teoría de las llamadas “ciudades startup” o “ciudades chárter”, desarrollado por otro ideólogo libertario y anarcocapitalista: Balaji Srinivasan. Romer (y Srinivasan, claro) sostienen que las ciudades chárter darían a los países en desarrollo la oportunidad de prosperar al ceder territorio deshabitado a naciones más ricas para que lo desarrollaran. Y que incluso estas ciudades podrían competir con los estados nación.

Lobo se reunió con Romer y compró la idea. Entonces impuso un régimen especial para crear a Próspera: las jurisdicciones semiautónomas denominadas ZEDE, Zona de Empleo y Desarrollo Económico. Próspera se convirtió así en una ciudad privada con fines de lucro, con un gobierno propio que seduce a los inversores extranjeros mediante impuestos bajos y una regulación muy laxa.

Próspera se “fundó” entonces con una sociedad radicada en el estado de Delaware, un reconocido paraíso fiscal de Estados Unidos, tras constituir un fondo de inversión de 120 millones de dólares. Uno de sus más destacados inversionistas es Patri Friedman, nieto de Milton Friedman, el polémico economista admirado hasta el paroxismo por Milei y padre de la teoría que la autora Naomí Klein definió como “de shock” y que devastó países enteros.

En Próspera las empresas tienen la libertad de elegir su marco regulador de un menú de 36 países, o personalizar el suyo. Para establecer un paralelismo humorístico, diría Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”.

Pero siete años después de fundada, el “censo” de Próspera consigna aproximadamente 2000 residentes físicos y electrónicos, muchos de los cuales pagaron una cuota por el derecho a vivir allí o constituir una empresa a distancia. Cerca hay una fábrica que construirá casas modulares a lo largo de la costa. En la otra dirección, a alrededor de un kilómetro y medio, se encuentran algunos de los negocios de la ciudad: un café y centro educativo de bitcóin, una clínica de genética, una tienda de artículos de buceo. Los drones de un servicio de reparto de alimentos y suministros médicos.

Una compañía californiana ofrece educación Montessori a unos 60 alumnos. La seguridad corre a cargo de una empresa privada de guardias armados. Y un centro de arbitraje formado por tres jueces jubilados de Arizona se ocupa de la resolución de disputas.

Aunque el ideal “libertario” de desregulación plena y “libre” (claro) de la opresión de leyes y regulaciones, parece que tampoco se pudo alcanzar en Próspera: antes de radicarse allí, cada ciudadano debe firmar un “acuerdo de coexistencia” por el que se compromete a cumplir 4202 páginas de normas, cuyas infracciones estarían sujetas a la autoridad jurisdiccional del centro de arbitraje.

Pero Próspera insiste –en su material de promoción- en convocar a los “pioneros del siglo XXI” que no solo buscan políticas de no intervención, sino también “buenos momentos y vibras caribeñas”. Pero hasta el momento solo se ha construyó un edificio residencial, y está en marcha un ecocondominio destinado a compradores que buscaran “más libertad personal” y menos “drama político”. El plan de inversión original de Próspera preveía que en 2030 la ciudad tendría 38.000 habitantes. La meta parece muy lejana.

Y el objetivo de Próspera de “construir el futuro del gobierno humano: gestión privada y con fines de lucro” genera cada vez más resistencia en los pobladores locales que ven todo como una movida para quitarle sus tierras para generar lo que los críticos han descrito como un “estado neocolonial” dentro de otro estado. O un ejemplo de monarquía corporativa en la que directores ejecutivos con yates explotan la tierra y la mano de obra en un país pobre.

Mientras tanto, Lobo perdió el poder de Honduras y pesa sobre él una condena de un tribunal de Estados Unidos a 45 años por una acusación por narcotráfico, que viene eludiendo. Pero su esposa no tuvo la misma suerte: está en prisión por una condena a 15 años por corrupción.

Y en 2021, Xiomara Castro, esposa del derrocado presidente Zelaya, hizo de la derogación de las ZEDEs una promesa central de su campaña electoral al señalarlas como usinas de corrupción y esquemas de explotación de la riqueza nacional por parte de extranjeros. Castro ganó la presidencia y, efectivamente, derogó las ZEDEs con el amplio apoyo del Congreso de su país.

Pero –siempre hay un “pero”- Próspera se amparó en una norma legal que la habilitó para abrir un juicio contra Honduras ante el CIADI, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones del Banco Mundial, creado para la resolución de disputas entre inversionistas internacionales y Estados. Aunque jamás le dio la razón a un Estado y ganaron los “inversionistas”. La Argentina tiene sobrados casos por el estilo.

Pero si Próspera no funciona, los libertarios pueden entusiasmarse con otros ejemplos. Hay unas tres decenas de ciudades startup de ese estilo en funcionamiento en el mundo, según una estimación de Adrianople Group, una empresa de asesoría especializada en zonas económicas especiales.

Otras están en fase de desarrollo, como el East Solano Plan, dirigido por una empresa inmobiliaria que ha dedicado los últimos siete años a comprar 900 millones de dólares en terrenos de ranchos del área de la bahía de San Francisco para construir una alternativa privatizada a esa ciudad.

El informe, citado por The New York Times, también menciona a Praxis, un “criptoestado” en el Mediterráneo; y la República Libre de Liberland, una franja de alrededor de ocho kilómetros cuadrados de llanura aluvial no reclamada entre Serbia y Croacia. Entre sus financistas están los ideólogos libertarios mencionados como Balaji Srinivasan y Friedman.

Pero, a modo de conclusión, puede decirse que los libertarios no son originales –ni tampoco efectivos- en la constitución de estas ciudades “ideales”. El experimento recuerda a las “utopías socialistas” o “comunidades utópicas”, de la que puede mencionarse como ejemplo más lejando New Harmony, en Indiana, Estados Unidos, fundada por Robert Owen en 1825.

Le siguieron muchas otras. Pero no prosperaron… Pero –paradójicamente- sí prosperaron zonas económicas especiales como la de Shenzhen, que pasó de ser un pueblo pesquero a ser una de las ciudades más grandes de China, con un PIB de 482.000 millones de dólares. Aunque –claro- lo hizo con una herramienta que genera espanto en el ideal libertario: un férreo, implacable, omnipresente y ultraplanificadísimo control del… Estado chino.