La barba, ¿es un indicador de mayor fidelidad?
QUÉ HAY DETRÁS DE SU AUGE

La barba, ¿es un indicador de mayor fidelidad?

A lo largo de la historia, este distintivo de la estética masculina casi siempre fue muy bien ponderado. Y en los últimos años se hizo mucho más popular. Personajes de lo más disímiles la llevan o la han llevado, pero, ¿simboliza algún atributo especial en ellos? Así parece…

¿Qué tienen en común el Che Guevara, Sigmund Freud y Luciano Pavarotti? Se trata de personajes que trascendieron durante el siglo pasado, podría decir un lector rápido. Pero no… No es eso. ¿Y si les sumamos a la lista a Jesucristo, Charles Darwin, el luchador de MMA Conor McGregor y el reciente campeón mundial y bicampeón de América con la Selección, Nicolás Otamendi? El universo ahí parece ampliarse demasiado y por eso, vamos al punto: todos ellos lucen (o lucieron) una orgullosa barba.

Desde la maléfica de Rasputín –el monje loco de la corte del Zar Nicolás en la Rusia previa al comunismo- hasta la de su contemporáneo, el revolucionario argentino Leandro N. Alem, la barba ha definido no solo caracteres sino casi momentos históricos. Y ahora la barba está en un inusitado momento de auge. Proliferan las barberías y muchos son los famosos que se abandonan al crecimiento de la pilosidad frondosa en sus rostros.

¿Qué hay detrás de ella, se trate o no de grandes hombres? ¿Por qué hay quienes la eligen como look permanente a lo largo de años? La gran revalorización de la barba en la actualidad comenzó una década atrás con el auge de la cultura hipster y, además de como elemento de la estética vintage que esa tribu urbana reivindica, también se la empezó a exhibir como un distintivo de estatus y expresión personal.

Como sea, esta evolución en la percepción de la barba ha despertado un interés renovado por comprender las razones detrás de su mantenimiento, sugiriendo que el vello facial puede tener significativas implicaciones sociales y psicológicas. Y es así.

Un estudio reciente publicado en el Archives of Sexual Behavior, realizado por investigadores de la Universidad de Silesia en Polonia y la Universidad de Padua en Italia, encuestó a 414 hombres entre 18 y 40 años para explorar qué hay detrás de las barbas. Los resultados indican que las barbas pueden ser un vehículo para alcanzar diversos objetivos sociales y personales, como la autopromoción, el estatus social, la responsabilidad familiar y la competitividad.

Para el medio científico IFL Science, la función social de la barba no es tan sorprendente considerando que, al igual que otros primates, los humanos son seres inherentemente sociales que operan dentro de estructuras grupales complejas. Desde esta perspectiva, es razonable que la barba sirva como un indicador de estatus y atractivo.

Así las cosas, los hallazgos del estudio revelan que los hombres con barba suelen ser percibidos más maduros y dominantes, cualidades que se asocian también con un potencial elevado para ser buenos padres. Curiosamente, los datos también sugieren que los hombres con barba tienden a mostrar un menor interés en buscar nuevas parejas, prefiriendo enfocarse en el cuidado y mantenimiento de relaciones a largo plazo.

Esta tendencia podría estar relacionada con el esfuerzo que requiere mantener una barba bien cuidada. El estudio sugiere que el vello facial abundante puede ser una forma de señalar disciplina, recursos y organización.

"La barba, a diferencia de la barba incipiente, es difícil de cultivar y requiere mucho tiempo. Los hombres con barba poblada pueden indicar su naturaleza disciplinada", afirma el autor del estudio profesor Peter Jonason, de la Universidad Cardenal Stefan Wyszynski de Varsovia, según cita la revista People.

El interés por el vello facial no solo es estético, sino que también podría indicar disciplina y organización personal. El interés por el vello facial no solo es estético, sino que también podría indicar disciplina y organización personal.

Los datos también indican que los hombres con más vello facial reportan una mayor motivación para cuidar de su familia y establecer vínculos duraderos. "Son menos propensos a tener una estrategia de vida rápida y, en cambio, tienden a invertir en los demás tanto romántica como familiarmente", agregó Jonason.

Como contrapartida, aquellos hombres con menos vello facial o completamente afeitados parecen orientarse más hacia la búsqueda activa de parejas, lo que podría reflejar una estrategia de vida más acelerada y enfocada en la variedad.

Es importante señalar que el estudio tiene sus limitaciones. Se basó en medidas de autoinforme – los participantes proporcionaron información sobre su vello facial y rellenaron cuestionarios que medían cuatro factores: su motivación para mejorar el vello, los motivos sociales fundamentales, el estrés por los roles de género y la competencia intrasexual–, lo que significa que es posible que los encuestados declararan sus creencias conscientes, en lugar de sus motivaciones reales.

Además, a pesar de la popularidad de la barba y los atributos positivos que se le asocian, algunos críticos consideran que el tema es mucho más complicado. Por ejemplo, Tom Usher, en una columna de The Guardian, reflexiona sobre si aferrarse a la barba como símbolo de cierto estilo de vida podría ser una forma de compensar inseguridades en una época de roles de género cambiantes. En ese sentido, Usher resalta que la cultura popular parece estar girando hacia una nueva dirección. Figuras como los actores Barry Keoghan, Timothée Chalamet y Jeremy Allen White, con sus rostros limpios y bien definidos, están redefiniendo el ideal masculino, cuestionando si la popularidad de la barba persistirá. ¿Será así?

Finalmente, como se dijo, a lo largo de la historia y en las diferentes culturas, a los hombres con vello facial se les ha atribuido la sabiduría, la potencia sexual o un estatus social alto, pero también la falta de higiene o refinamiento y una disposición excéntrica. En algunas religiones los hombres deben llevar la barba completa. Pero tan antigua como vigente, asimismo es el debate sobre su razón de ser.

 

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