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SEXTA NOCHE DEL FESTIVAL

Cosquín: Del homenaje a Balderrama al cierre del Chaqueño Palavecino

En la plaza Próspero Molina, la peña salteña, que el poeta Manuel Castilla y el músico Gustavo "Cuchi" Leguizamón anidaron en la memoria colectiva con una bella zamba, fue homenajeada con motivo de su 60º aniversario. 

La peña salteña Balderrama, que el poeta Manuel Castilla y el músico Gustavo "Cuchi" Leguizamón anidaron en la memoria colectiva con una bella zamba, fue homenajeada con motivo de su 60º aniversario, en la sexta jornada del Festival de Folclore de Cosquín. El cierre de la noche fue para el Chaqueño Palavecino con una extensa y estridente presentación que fue acompañada por el público, que pobló la plaza Próspero Molina.
Cosquín, el mayor escenario folclórico del país, homenajeó a la peña más famosa del país con un espectáculo de coplas, bailes y comparsas que coronó la versión de "Balderrama" por la formación Los Cayetanos. La peña fue fundada por Juan Balderrama, de 79 años, junto con sus hermanos Celestino y Daría, ya fallecidos.
El propietario recordó que un día "a las siete de la tarde llegó Castilla en su bicicleta, siempre con su saco de barracán y me dice: 'Juan, tiene que poner un almanaque'; 'y por qué, don Manuel', le pregunto, y me responde: 'Porque uno no sabe cuándo sale'. Efectivamente, entraban a las ocho o nueve de la noche y salían al otro día a las doce o a las dos de la tarde, nadie se iba antes de las 10".
El boliche siempre estuvo en la esquina de Esteco y San Martín, a orillitas del canal (un canal de desagüe habilitado en junio de 1908), como reza la zamba.
Ese espacio fue frecuentado por una corriente de poetas jóvenes que, además de Castilla, incluyó a Ariel Petrocelli, Walter Adet, Jacobo Regen, José Ríos, Benjamín Toro, Hugo "Serenata" Saavedra, Jorge Díaz Bavio, entre otros, además de artistas plásticos e intérpretes.
En un principio fue un simple bodegón, con pisos de ladrillo y techos de zinc. Pero en la década del 70 el boliche cobró forma de peña y se modificó el salón para instalar un escenario. Así llegaron los nuevos clientes y también visitantes de otros lugares de la Argentina y del exterior.
A las cinco de la mañana subió al escenario el Chaqueño Palavecino para darle un cierre a la jornada. Tras casi dos décadas de presentaciones continuas en Cosquín, con una sola excepción (1994), Palavecino ratificó su popularidad con una plaza cubierta en el 90% de su capacidad, pero a distancia de aquellas explosivas e interminables actuaciones que hacía en Cosquín en los años 90.
El cantor salteño irrumpió en el escenario para la interpretación de "Vidala para mi sombra", de Julio Santos Espinosa, uno de sus éxitos.  Siempre propenso a incluir una sorpresa sobre el escenario, musical o coreográfica, Palavecino innovó esta vez con la incorporación de algunos instrumentos de cuerdas ajenos a la tradición del folclore como el violonchelo y la viola.
"Soy un hombre con inclinación por los instrumentos de cuerdas. De hecho, con nuestros músicos fuimos un poco responsables de la incorporación del violín en el folclore salteño. Estaba presente en Santiago del Estero, pero no en todo el Norte. Ahora hay violines por todos lados", expresó.  "Llevamos 20 años asistiendo a Cosquín -agregó- y por suerte siempre la carrera ha ido en ascenso. Esperamos seguir por este camino".
Palavecino, finalmente, se refirió a la compleja dinámica del Festival de Cosquín y afirmó que su preferencia fue cantar en el último lugar de la grilla de la sexta noche "para así poder hacer mi trabajo más tranquilo". 

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