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AYER FALLECIÓ LEONARDO FAVIO, A LOS 74 AÑOS Y LUEGO DE PADECER UN GRAN DETERIORO EN SU SALUD

Favio: Se fue, dejó un cine inigualable y canciones para conmoverse

Ícono de los creadores comprometidos con su tiempo, un peronista apasionado y un artista querido por todos. Sus restos son velados desde anoche en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional.

Dicen que la muerte no avisa, en el caso de Leonardo Favio no fue tan así, tanto él como su entorno la sabía rondándolo, acechándolo, y él cual Gatica, le dio pelea desde el principio, a pesar de saber que en el último round la Parca se lo tenía que llevar.
Dicen que un artista nunca se va del todo, es probable, pero duele saber que no habrá más Favio, no más nuevas películas, no más nuevas imágenes de un pañuelo rebelde y colorido ceñido a su cabeza.
Sus primeros contactos con el arte fueron a partir de la actuación, luego no se conformó y la música y la silla de director fueron sus lugares predilectos, pero ayer, a los 74 años Leonardo Favio se retiró definitivamente.
Su muerte llegó de la mano del agravamiento de un cuadro de afecciones crónicas que sufría desde hacía años y que en los últimos tiempos lo habían deteriorado ostensiblemente, hasta llevarlo a una prolongada internación en el Sanatorio Anchorena.
Favio es uno de los directores más importantes de la historia del cine argentino, al que legó títulos inolvidables (ver aparte) y hasta el documental Perón, sinfonía de un sentimiento (1999), que en 6 horas retrataba la pasión política que lo movía.

Historia de vida

Nacido como Fuad Jorge Jury en Luján de Cuyo (Mendoza) en 1938, Favio construyó a lo largo de una extensa carrera artística y, fundamentalmente desde el cine, una estética personal en la que reconoció y expresó una filiación y pertenencia ideológica, resaltando la dimensión afectiva que incorpora a la política argentina el Peronismo como novedad histórica.
Llega a Buenos Aires en los años 50 para el servicio militar y años después impresiona a directores como Leopoldo Torre Nilsson, que buscan para sus películas personajes jóvenes con contradicciones.
De la mano de Torre Nil-sson apareció en películas memorables, como El secuestrador (1958), La casa del ángel (1960), Fin de fiesta (1961), que lo impusieron como actor, mientras que comenzaba a ganarlo la idea de convertirse él mismo en director, tarea en la que comenzó con un par de cortos, debutando en el largometraje con la obra maestra Crónica de un niño solo en 1964.
El filme, con claras referencias a su propia infancia que incluyó pasajes dolorosos en reformatorios, tuvo un inmediato aval de la crítica especializada y sirvió de toque de atención a los amantes del cine.
En esa época comienza su carrera como cantante, obteniendo una fuerte respuesta popular y masiva con temas propios y ajenos que se convirtieron en éxitos del momento como "Ella ya me olvidó", "Fuiste mía un verano" y "Para saber lo que es la soledad".
Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza, y unas pocas cosas más, es el título completo de su segunda película, adaptación del cuento “El cenizo”, de su hermano Jorge Zuhair Jury. El filme recibió ocho premios de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina.
En 1967 se une a María Vaner, con quien convivió hasta 1973, actriz que debió marchar al exilio en 1974 con los dos hijos de ambos, luego de ser amenazada por la Triple A. Favio siguió el camino de Vaner, a partir de la llegada de la dictadura militar en 1976, pero no fue a España, sino que se estableció en Colombia, vinculándose sentimentalmente con Carola, su segunda esposa.
Con la vuelta a la democracia en 1973, y en coincidencia con su activa militancia política que volvía al primer plano, Favio lanzó su Juan Moreira. Fue designado para conducir el acto del retorno definitivo de Perón a la Argentina, el 20 de junio, que derivó la Masacre de Ezeiza, en el que el artista intentó infructuosamente detener la violencia.
Su vida política y su vida de artista corrieron de la mano. En la última década, y ya con un serio problema de salud (polineuritis) que impedía su fácil movilidad, Favio volvió a la carga con un sueño: y filmó Aniceto y el corto La buena gente, con motivo del Bicentenario.
En carpeta Favio atesoraba El mantel de hule, una historia con referencias personales de su infancia en Mendoza. 

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