El Choque Urbano dice a los gritos Baila! en el Centro Cultural Konex
Un espectáculo para vibrar, donde el trabajo sobre el escenario se contagia y se vivencia en el público, que no puede dejar de aplaudir y reverenciar a este grupo.
El gran playón de la Ciudad Cultural Konex comienza a poblarse cerca de las 17 de olor a caramelos.
Una cola serpenteante y ansiosa espera que permitan acceder a la escalera gigante que lleva a la sala A.
Al ingresar se puede adivinar en el escenario una plaza, con hamacas, tobogán y algunos otros elementos no tan típicos de una zona de juegos... y el humo de utilería y el sonido de una ciudad convulsionada le dan al lugar una atmósfera especial.
Llega el momento y por un instante el silencio domina la sala colmada, entonces las luces bajan y los personajes típicos de una plaza se adueñan del escenario.
Los primeros sonidos son rítmicos, y se adivinan como una buena introducción que invita a disfrutar, El Choque Urbano comienza su Baila! y es difícil estar en la butaca sin moverse.
El ritmo y las coreografías le van dando formas a los juegos infantiles, la soga, las escondidas, la mancha, el gallito ciego, los juegos de espadas, y hasta el "fulbito" se representan en el escenario con objetos, sonidos y bailes que atrapan a los espectadores de todas las edades.
Los personajes también invitan a la risa, alguna pelea, algún beso robado, alguna torpeza, todo vale en este baile donde el ritmo brota desde los más impensados objetos, sogas y varas cortando el aire y golpeando el suelo, dedos que pasan por el borde una copa, todo tipo de elementos de percusión fabricados con tambores de 200 litros o con caños de construcción, baldes de pintura, etc.
Y los ritmos exceden las expectativas y entre golpeteos de zapatillas y palmas sobre los cuerpos también se adivinan candombes, malambos, que se funden con la base murguera y la música disco que son el eje del espectáculo.
Los chicos que al principio parecían no entender, a los pocos minutos disfrutan a pleno, los más de 12 bailarines-músicos-actores, (en realidad son mucho más que eso), saben mostrarse hábiles y frescos a la vez, una fórmula inquebrantable.
Así se llega a un final, donde el público puede saltar de sus asientos, y entre todos, forman un nuevo ritmo, muy arriba, como para irse a casa con el corazón latiendo feliz.
Hasta el fin de las vacaciones de invierno, aún hay tiempo de no perdérselo en el Konex (Sarmiento 3131) a las 17.30 todos los días hasta el domingo inclusive.
Una cola serpenteante y ansiosa espera que permitan acceder a la escalera gigante que lleva a la sala A.
Al ingresar se puede adivinar en el escenario una plaza, con hamacas, tobogán y algunos otros elementos no tan típicos de una zona de juegos... y el humo de utilería y el sonido de una ciudad convulsionada le dan al lugar una atmósfera especial.
Llega el momento y por un instante el silencio domina la sala colmada, entonces las luces bajan y los personajes típicos de una plaza se adueñan del escenario.
Los primeros sonidos son rítmicos, y se adivinan como una buena introducción que invita a disfrutar, El Choque Urbano comienza su Baila! y es difícil estar en la butaca sin moverse.
El ritmo y las coreografías le van dando formas a los juegos infantiles, la soga, las escondidas, la mancha, el gallito ciego, los juegos de espadas, y hasta el "fulbito" se representan en el escenario con objetos, sonidos y bailes que atrapan a los espectadores de todas las edades.
Los personajes también invitan a la risa, alguna pelea, algún beso robado, alguna torpeza, todo vale en este baile donde el ritmo brota desde los más impensados objetos, sogas y varas cortando el aire y golpeando el suelo, dedos que pasan por el borde una copa, todo tipo de elementos de percusión fabricados con tambores de 200 litros o con caños de construcción, baldes de pintura, etc.
Y los ritmos exceden las expectativas y entre golpeteos de zapatillas y palmas sobre los cuerpos también se adivinan candombes, malambos, que se funden con la base murguera y la música disco que son el eje del espectáculo.
Los chicos que al principio parecían no entender, a los pocos minutos disfrutan a pleno, los más de 12 bailarines-músicos-actores, (en realidad son mucho más que eso), saben mostrarse hábiles y frescos a la vez, una fórmula inquebrantable.
Así se llega a un final, donde el público puede saltar de sus asientos, y entre todos, forman un nuevo ritmo, muy arriba, como para irse a casa con el corazón latiendo feliz.
Hasta el fin de las vacaciones de invierno, aún hay tiempo de no perdérselo en el Konex (Sarmiento 3131) a las 17.30 todos los días hasta el domingo inclusive.