Negra, una pieza de Dennis Smith que se codea con la muerte

El cantante, director y actor Dennis Smith explicó que Negra, su nueva apuesta teatral que verá la luz el próximo sábado 25 en la sala porteña del Abasto Social Club (Yatay 666), es “la historia de una despedida dentro de una comedia incómoda sobre la muerte y la compostura”.
“Es el monólogo de una persona que lleva años evadiendo el dolor de formas muy evidentes y, poco a poco, sin quererlo va desnudando sus heridas”, repasó Smith, actor, director y escritor de la puesta.
“Embarcarme en esta tarea maratónica -justificó- fue un acto de demencia, una respuesta visceral a un pedido interno que no cesaba de pensar y repensar la muerte”.
En Negra todo transcurre en una desértica sala de espera de Miami Beach. Cuna del despilfarro, ícono de la frivolidad más descarnada, la -supuestamente- glamorosa ciudad de la Florida estadounidense oficia de contexto para un cliente que espera ser atendido con una sonrisa cegadora.
Emperifollado en un impoluto traje blanco con apliques dorados, mientras se pasa cremas autobronceantes, llega al lugar anunciando una cita para contratar, por directiva de su chamán, un servicio de “Esparcimiento deluxe en avioneta”.
Y mientras espera, cumple con la otra parte del ejercicio encomendado por su maestro: “elegir pensamientos” que va dejando plasmados en la cinta de un pequeño grabador de mano.

Los motivos

 “Lo que me inspiró fue el modo en el que las personas tratamos la muerte, racionalizando lo que nos duele, estipulando tiempos razonables para elaborar los duelos y forzándonos a reponernos como si no hubiera pasado nada", dijo Smith lo que impulsó Negra.
"Pero está bueno que en algún momento eso caiga, y mi forma de mostrarlo fue a partir del ridículo, de una persona que empieza hablando de cosas terribles como si estuviera en una reunión de `tupper` y termina enfrentándose con una despedida pendiente”, continuó el cantante de la banda Fascinario.
Así, con una mansa y controlada parsimonia, en una espera que se va haciendo ridículamente extensa, comienzan a sucederse ordenados recuerdos sobre una persona muy especial para el protagonista pero que ya no está en este mundo.
Una mujer con joroba que amasa ravioles. Una mujer que recibió el mote de tortuga. Las horas del baño juntos. La impudicia del paso del tiempo. Los paseos. Las charlas. Las risas. La decadencia.  E, inevitablemente, la ausencia.
Por eso, entre los filos punzantes de una despedida no resuelta, Smith va perdiendo los límites que circunscribían su perimida tristeza disfrazados de humor, sátira y glamour.