A Franco Milazzo, el villano de “Los Simuladores”, lo mandaron a sobrevivir al Chaco para que no vuelva. Lo mismo hicieron con los 10 elegidos para protagonizar “Supervivencia al Desnudo Latinoamérica”, que casi sin herramientas, y sin ropa, llegaron a uno de los escenarios más inhóspitos del mundo para ver si conseguían sobrevivir durante 21 días.
Así, la nueva temporada, estrenada en Max el lunes y que se verá desde mañana por Discovery, no presenta los parajes paradisíacos de otras temporadas del clásico de supervivencia, sino un paisaje mucho más cruento. “Es un lugar de otro planeta”, dice Ana Lis, paramédica y experta en campismo, una de las sobrevivientes de esta temporada. “Yo había estudiado todas las técnicas de supervivencia. Estudié cómo hacer jabón de coco de forma natural, para poder bañarme… y me tocó el Chaco. No había nada parecido a un coco… Puro palo torcido, espinillo, no me podía hacer un refugio”, se ríe hoy
Facundo, otro de los supervivientes, ex futbolista y aventurero, se suma: “El color del agua… era café”, recuerda sobre su estancia durante tres semanas en la pantanosa zona del norte argentino. “Eso es algo de lo más impactante de la temporada: el entorno era super hostil”.
Es que, dice Estela, guía de montaña también elegida para sobrevivir, “los que nos embarcamos en esto estamos un poco mal de la cabeza”. Ella se anotó para “poner a prueba un montón de cosas que pensaba de mí”, un sentimiento común en los aventureros que cada año viajan durante meses a espacios poco habitados para vivir un tiempo “en lugares donde la comodidad está siempre ausente”.
Los 10 participantes fueron seguidos con cámaras durante las tres semanas para indagar en primerísimos planos sobre los efectos de esa incomodidad permanente, y que rápidamente podía mutar en un peligro de muerte. Los filmaban, advierten ellos, durante las horas laborales del equipo: después, eran ellos los que se tenían que filmar. “Cuando en la mitad de la noche se escuchan los animales, sos vos con tu camarita: ‘Bueno, llegó el momento, adiós familia…’”, se ríe Estela.
Ana Lis recuerda, en ese sentido, su momento más desesperado: “En una tormenta yo sentí que iba a morir: los árboles se caían alrededor y mi refugio no iba a aguantar”. Esa noche, le grabó un video a sus hijos: “Esta noche, me muero”, pensó. “Y quería que mis hijos supieran que mamá murió en la suya”
“Teníamos una percepción real del riesgo de muerte, eso aparece en varios momentos”, dice Facundo, motivo por el cual para él esta temporada es de las mejores de la producción que lleva 17 años desde su nacimiento y que pasó por Argentina por primera vez en su tercera temporada, cuando llevó a sus sobrevivientes a Yungas. Los tres argentinos participantes de esta edición se declararon fanáticos del programa, deseando entrar hace años e incluso mirando capítulos viejos y gritandole a la tele: “¡Yo hubiera hecho eso mejor!”
Ahora tuvieron la oportunidad de demostrarlo. Y encontraron que “otros realities no son así, esto es 100% real. Lo que se ve es crudo, mientras más sufrís más le gusta a los productores, así que no te ayudan”, como dice Ana Lis. Lo curioso es que no lo dice con sufrimiento: lo dice con una sonrisa. Está claro: los tres volverían mañana al Chaco.
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