UN DIRECTOR TODO TERRENO
Salta del teatro al cine sin problemas y demuestra que a sus 65 aún le queda mucho por contar.
Cine, series y teatro. Juan José Campanella exploró todos los escenarios disponibles para un director y dejó su huella en cada uno. A sus 65 años, no pierde el entusiasmo y se prepara para llevar “Parque Lezama”, su clásico del teatro, al cine al mismo tiempo que ultima los detalles de “Empieza con D, siete letras”, obra que debutará el 10 de enero en el Teatro Polietama.
Protagonizada por Eduardo Blanco y Fer Metilli “una pareja que tiene una química impresionante”, adelanta quienes estarán acompañados por Gastón Cocchiarale: “¡un actorazo!”, elogió.
“Es una historia de amor entre un hombre que a los 60 y pico de años queda viudo, y una chica más joven que también se separa. Y los dos están muy frágiles. Parece una cosa chiquita, pero después se empieza a desarrollar en muchas otras cosas”, describió Juan José Campanella.
“El teatro es mi pasión, pero tiene ese problema de la finitud: (la obra) baja y va pasando al olvido. En una de las últimas funciones quise verla desde la platea, como la ve el público, y el impacto fue enorme. Lo que hacían Eduardo Blanco y Luis Brandoni es increíble. Y entendí esos aplausos de pie, esas ovaciones que recibían todas las noches. Hablé con Paco Ramos, que es el capo de ficción de Netflix, y justo estaba en Buenos Aires. Fue a ver la obra y a la salida me llamó: ‘Hagamos la película’, me dijo”, contó sobre la decisión de adaptar Parque Lezama a un filme.
La decisión ya está tomada y el proyecto en marcha, según contó el rodaje comenzará en mayo debido a que la historia “transcurre en otoño, y así podemos hacerlo en el verdadero Parque Lezama: la naturaleza nos tiene que dar el decorado”, detalló.
¿Parque Lezama será su última película? “La verdad es que uno nunca sabe”, respondió con misterio sobre el rumor que corrió entre lo cinéfilos en el último tiempo.
De todos modos a pesar de esta amenaza de finalizar su filmografía, el director no descarta seguir rodando, sobre todo porque tiene una meta clara para hacerlo: “Me encantaría hacer una película para que la gente vuelva a ir al cine”.
“Me duele bastante que la gente haya dejado de ir al cine. Es una crisis inesperada por la que estoy pasando. Lamentablemente se percibe como que lo único que vale la pena ver en pantalla grande es el espectáculo, como la acción, la ciencia ficción, Marvel, etcétera. Pero no”, analizó el ganador del Oscar y consideró que ante este escenario “el tipo de películas que hago yo, que no son el gran espectáculo de superhéroes y de acción, son las que más sufren”.
A pesar de esto, no se opone rotundamente al catalogo de las plataformas y a que las personas consuman productos audiovisuales desde allí. “Las plataformas son bienvenidas porque, a los que hacemos películas, nos han permitido liberarnos del horario, sacar la tanda, esa mosca molesta con el avisito del próximo programa que aparece enorme, en la cara del que está haciendo una escena dramática. Así que bienvenidas las plataformas”, manifestó. Pero su amor sigue siendo la sala de cine y la pantalla gigante por lo que añadió: “Las plataformas sirven pero no son el cine, no en cuanto al producto sino a la experiencia de la persona que está mirando sola en su casa, preparándose comida, interrumpiendo, mirando el teléfono cada tanto. Y es una experiencia distinta a la persona que está con otras 300 en un cine, con un impacto emocional muchísimo más grande: te reís, te emocionás y llorás más”.
SU FACETA FAMILIAR
Con Cecilia Monti, su mujer, comparte mucho más que su vida en pareja: juntos escribieron el guion de “Empieza con D, siete letras”. Pero ese no fue el único trabajo que hicieron juntos, “ella ya había escrito un capítulo de El hombre de tu vida, que estaba buenísimo: el de la chica virgen. Tiene muchísimo sentido del humor y me encanta trabajar con ella, ha sido la vestuarista de todas mis películas”, reveló Campanella.
Ellos dividen su vida entre Nueva York y Buenos Aires por los compromisos laborales del director que aún está al frente de la exitosa serie, La Ley y el Orden.
Pero amén de donde se encuentre él trabajando, Cecilia “va y viene sin mí, porque tenemos familia, trabajo y un montón de situaciones personales. Esto se fue dando un poco por cuestión de trabajo. Nosotros somos medios gitanos”, señaló.
Ante esto fue inevitable la pregunta de dónde viven, interrogante al que respondió “en los dos lados, la verdad. Estoy en Nueva York y en Buenos Aires casi la mitad del tiempo”.
“Hay cosas de la Argentina que son impagables. Y gracias a Dios la crisis parece no pegarle nada a un aspecto de la gente: acá te hacés amigos y conocidos enseguida. Vas a un bar dos veces y al segundo día ya te conocen, te dan la bienvenida, saben lo que pedís. Eso no existe en ningún lado del mundo”, destacó los beneficios de Buenos Aires y agregó que “por otro lado, los argentinos vivimos con un nivel de ansiedad, de estar pendientes permanentemente de lo que está pasando. No quiero hablar por toda la Argentina, pero desde hace muchos años Buenos Aires está en un nivel de sensibilidad que tenés la sensación de que si hubiera algún problema, puede explotar algo: una situación de gritos, de violencia. Como enojada, también. O sea, parece contradictorio, pero conviven esas dos características”.
“Nueva York es una ciudad con mucha energía también”, comparó. “Hay mucho inmigrante, mucha persona que llega con ganas de hacer cosas. Y además, lo que ocurre no me toca tan de cerca. Ahora están con un problema con el intendente por juicios por corrupción, coimas y todo. Pero no me pegan tantas cosas porque sigo siendo un visitante, entonces es más fácil aislarse de lo malo. Cualquier inmigrante toma lo bueno del país y le resulta más fácil ignorar lo malo”, concluyó.