“El Oso” irrumpió en la pantalla hace dos años como una fuerza de la naturaleza. La historia sobre Carmy Berzatto (Jeremy Allen White), un chef perfeccionista hasta la obsesión que lucha por transformar la tienda de sándwiches familiar fascinaba por una virtuosa manera de contar el vértigo de la cocina, el nerviosismo de atender pedido tras pedido, la tensión hirviendo sobre los hornos encendidos. Pero la serie enamoraba en su primera temporada por ser más que una puesta de escena: detrás del nervio con que la historia se narraba, palpitaba un corazón, el de una familia, la de la cocina del restorán, caminando la fina línea entre el cariño, la exigencia, la explotación y la autoexplotación.
En la primera temporada, Carmy heredana el negocio familiar tras la muerte de su hermano y después de escapar de una cocina de excelencia al borde del burn out. Y luchaba para transformarla, impulsando a los empleados a buscar la excelencia, pero a menudo empujándolos, prepoteándolos. En la segunda temporada, Carmy ya ha entendido que todos tienen que sentirse parte, y comienzan un nuevo restorán, pero la tensión antes del día inaugural se mezcla con los problemas sin resolver en la vida privada de cada uno de los miembros del elenco.
La tercera temporada, que llega mañana, completa, a la pantalla de Disney+, gira en torno a Carmy otra vez, y también a Sydney Adamu (Ayo Edebiri) y Richard “Richie” Jerimovich (Ebon Moss-Bachrach), que hacen lo que haga falta para elevar El Oso, la tienda de sándwiches convertida en un restorán de categoría, al mayor nivel posible, al tiempo que se esfuerzan al máximo para mantenerse abiertos. En el negocio gastronómico, cada día es una batalla. Una batalla perdida. Entre derrotas, Carmy exige otra vez excelencia de su personal, que hace lo que puede para igualar su intensidad: la búsqueda del personal por la excelencia culinaria lo impulsará a nuevos niveles y tensará los vínculos que mantienen unido al restaurante.
Habrá nuevos integrantes. Y a medida que el equipo aumenta de tamaño, cada uno de sus integrantes se esforzará para alcanzar un nivel más elevado de servicio dentro de la función que cumple en el establecimiento.
La temporada de diez episodios de media hora comenzará donde nos quedamos: al finalizar la segunda temporada, Carmy quedó paralizado y encerrado en un refrigerador ante la presión de la inauguración de su restaurante de alta cocina en Chicago.
“Carmy va a lograr salir del refrigerador y va a seguir siendo como siempre ha sido, increíblemente evasivo de todos los problemas que suceden a su alrededor”, aseguró Allen White.
La serie mostrará ahora por qué Carmy es así. “En la escuela de gastronomía una vez un chef nos dijo que treinta chefs lo habían hecho ser quien era, y creo que el ir tomando estas nuevas experiencias y habilidades con el tiempo te hacen ser quien eres. Queríamos mostrar cómo es que Carmy se construyó en esa manera”, aseguró Matty Matheson, actor, productor y guionista de la serie.
Pero, en definitiva, Carmy es quien es también por la relación con su familia, y la muerte temprana de su hermana. Desde el punto de vista de Ebon Moss-Bachrach, quien da vida a Richie, el éxito de la serie, de hecho, se debe al tratamiento del duelo que han desarrollado.
“Creo que una de las fortalezas del show y una de las razones por la que ha conectado con tanta gente es que el duelo es un río que corre sobre todos, y es una de las pocas cosas que comparte la experiencia humana y todos los personajes atraviesan por eso de alguna manera”, dijo.
Y el éxito, al parecer, continuará: la ganadora del Emmy a mejor serie de comedia (sin ser, propiamente, una comedia) tendrá cuarta temporada. Así informó el medio especializado Deadline, luego de que diversas fuentes se lo confirmaran. El canal FX de Hulu, donde se emite la serie en Estados Unidos, ha rechazado comentar la noticia: quizás esperan al final de su emisión en el país del norte para hacer el anuncio.
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