“Pasaron veinte años y sería psicológicamente débil seguir enganchado ahí”, dice, un contundente Germán Tripel.
Y habla, claro, de Mambrú, el proyecto musical que desde un reality de tevé argentino (“Popstars”) logró atravesar las fronteras de la mano de un fenómeno de éxito y excesos que, a pesar de su corta vida de tres años y medio, quedó marcado a fuego en el imaginario colectivo de los que hoy arañan las cuatro décadas.
Desde entonces, corrió mucha agua bajo el puente y “Tripa”, como popularmente se lo conoce, logró desprenderse de esas etiquetas que a veces tanto daño generan, pudendo ser más que un “ex Mambrú”.
Como músico y actor, formó parte de gran cantidad de proyectos en los que pudo combinar sus dos facetas, y que lo llevaron a seguir trabajando en teatro (se lució en varias comedias musicales, entre ellas “Rent”), cine y televisión.
Multifácetico, y en medio de un año que lo tendrá siendo parte de diferentes propuestas que compartirá con su socia arriba y abajo de los escenarios Flor Otero (juntos son padres de Nina, de seis años), disfruta por estos días de ser parte del elenco de “Sex”, el espectáculo performático creado por José María Muscari que volvió a la presencialidad los viernes y sábados en Gorriti Art Center, tras un año y medio de incertidumbre en el que, sin embargo, se reinventó gracias a la virtualidad.
-¿Cómo está respondiendo la gente a este regreso a la presencialidad?
-La verdad es que muy bien. A pesar de que es medio intermitente, que vamos y venimos, creo que ahora ya llegamos para quedarnos. Y la gente está respondiendo muy bien, se corre el boca en boca de que es todo muy cuidado, que hay un buen protocolo en las funciones, cada uno está en su burbuja. La gente se siente cómoda y segura. Somos como la última línea de rebelión y la respuesta contra esta situación tan fea que es el coronavirus.
-Habías explotado un poco la parte erótica desde el escenario en la época de Mambrú pero esto es diferente. ¿Qué te sedujo de “Sex” para que decidas sumarte?
-En un principio, siempre quise laburar con Muscari, me parece que es un gran director, una gran persona. “Sex” venía teniendo mucho éxito y me parecía algo lindo y distinto para llevar adelante y realizar. Entonces, cuando me convocó y me dijo que se le había ocurrido que yo podía entrar a cantar algunos temas me copó y de ahí en más, acá estoy.
-Aunque una parte del público aceptó de entrada esta propuesta, y en todos los formatos que se hizo tuvo éxito, hay otra parte que la considera osada y quizás, por eso mismo, no va. ¿Por qué creés que todavía cuesta tanto aceptar lo sexual como algo normal?
-Yo creo que la mayor dificultad es no vivir el sexo libremente. Desde el momento en que se sigue golpeando y asesinando gente porque va de la mano con una persona de su mismo sexo, está todo mal.
Entiendo perfecto a las personas que sufren tanto de ver un cuerpo desnudo, como de ver a dos personas del mismo sexo besándose o escuchar a dos personas hablar libremente del sexo sin tabúes ni prejuicios. Causa como una especie de alejamiento porque, me parece, todavía no nos animamos a vivir la vida como debe ser: con tranquilidad, con bondad, con libertad.
El sexo no es sinónimo de enfermedad ni de suciedad ni de pecado. Al contrario. Todos los que estamos acá nacimos a partir de un encuentro sexual que tuvieron nuestros padres.
O sea que desde ese lugar, la humanidad está basada en el sexo. Y creo que lamentablemente hay muchas personas que no pueden disfrutar de eso y que tratan que los otros no lo disfruten.
-En este sentido, “Sex” es un buen plan para romper con algunos establecidos.
-Sí, rompe los prejuicios con respecto al sexo e incomoda a la gente que le incomoda y eso es lo más lindo de ser rebelde... En el espectáculo se lleva y se vive el cuerpo libremente y es todo lo mismo... El día que concibamos que el gusto no tiene que ver con la inclinación sino con el simple hecho de ver algo que te gusta, algo estético, algo que te atrae del otro y no tiene porqué ser tu novio o tu pareja o sentirte que estás renunciando a tu heterosexualidad o homosexualidad, ese día todo va a cambiar. Me parece que es algo que a los heterosexuales nos cuesta entender que pueden existir otros gustos sin tener ni siquiera amor.
Por esto está buena esta propuesta.
-¿Tu participación en el show es sólo musical?
-Participo de las performances, pero no las hago yo. Yo solamente canto.
-¿Temas de Mambrú?
-Un solo tema de Mambrú, no dejé que me pidan más, es todo lo que puedo soportar (risas). Y después varios covers de los que me gustan a mí y otros que eligió José. Así que tuvimos que negociar un poco.
-El año que viene se cumplen 20 años del nacimiento de Mambrú. ¿Te cansa que te siga preguntando por esa etapa de tu vida?
-Sí, en algún punto fue agotador. Ahora ya lo tomo con diversión. Ya estoy grande. Pasaron veinte años y sería psicológicamente débil seguir enganchado ahí. Entonces, ya me lo tomo con mucha gracia y diversión. En general, el ser humano necesita etiquetar, entonces que me digan el “ex Mambrú”, aún después de haber pasado tanto tiempo, yo ya lo he curado mucho y me divierto. No me molesta.
-Si hoy te dijeran que con algún proyecto que emprendas vas a volver a repetir todo el fenómeno que se vivió en ese momento, ¿qué cosas harías igual y qué cosas cambiarías?
-Si se repitiera de la misma manera con algún proyecto, creo que con la edad y haber pasado por tantas cosas... creo que obviamente si el camino se repite parecido es porque me equivoqué, básicamente.
Pero yo creo que haría muchas similares y muchas otras no. Hoy yo soy padre, mi consciencia está más situada en mi hija y en mi mujer, que en la nada o mi cuerpo o en un ser individual. Hoy me considero un equipo, no un ser solo. Entonces, todos los pasos que doy son siempre en relación a que pueda llegar a aceptar a mi hija o mi mujer, siempre tratando de que todos estemos bien y felices.
-¿Cómo te cambió la vida y la búsqueda profesional desde que Nina llegó a tu vida?
-Es otra cosa. Por un lado, le quitó tensión a ciertas cosas con las que uno se engancha y que no tienen sentido. Y, por otro lado, le agregó un peso a las cosas que cuentan más, como un abrazo, la educación, un “papá, te quiero”, y cosas que suelen ser un poco más simples pero que no están tan al alcance de la mano. Me deja de importar mucho lo que diga el resto y me importa sí mucho lo que digan ellas. Es como que uno hace un clic y se da cuenta de que había otra cosa mucho más importante que uno mismo: la familia, el amor, la comunión.
-Estás en pareja con Flor hace trece años y no sólo comparten la familia sino muchos proyectos laborales. ¿Cuál es el secreto del éxito de esta relación?
-Creo que el amor no es ningún secreto, ni la admiración ni el tener que entender que cuando uno está en pareja no sólo tiene que lidiar con su ego sino con el del otro. Nosotros nos dedicamos a lo mismo y muchas veces hemos superado etapas en las que uno tenía mucho laburo y otro no tanto. Y viceversa. Y la verdad es que todo se resguarda desde un lugar de amor y admiración. Frenar la pelota, poder decir qué sentís, cómo estás, cómo llevás adelante todo. Nosotros hablamos mucho. Ni siquiera como pareja sino como amigos, como colegas. Hablamos y compartimos mucho y eso hace que la pareja funcione como funciona.
-¿En qué proyectos se los podrá ver juntos este año?
-Se estrena a fin de año “Conurbano”, que es una película que filmamos en pandemia, de Pablo Yotich, con un elencazo: Gerardo Romano, Arturo Bonín, Gustavo Garzón, Rodrigo Guirao Díaz y otras figuras. Es una historia verídica, de un intendente que estuvo durante mucho tiempo en Merlo, y cuenta el desfase de su momento de poder al que vino después de él. Yo hago de un amigo de Rodrigo Guirao Díaz, que es el hijo del “malo”, y somos parte de la coalición maligna que quiere sostener el poder y se le empieza ir a las manos.
-¿Cómo viviste tu regreso al cine?
-Siempre me encanta el cine. Lo que tiene de mágico es cómo se cuentan las historias y los tiempos que uno se toma para hacerlo, que es distinto a los de la televisión.
-Y también están preparando un proyecto para la tele, ¿no?
-Sí, se va a estrenar próximamente en Canal 9.
Se llama “Puente musical”, un programa de música que vamos a conducir con Flor, y que tendrá de invitados a artistas a los que admiramos, súper consagrados. Hacemos una nota y después les hacemos un homenaje con una de sus canciones, todo con música en vivo. Va a ir una vez por mes y después viene el 360, los shows en vivo y otras cositas que de a poco se van a ir enterando.
-Están a full en lo laboral.
-Tenemos teatro, cine y televisión, cubierto. Ahora estamos también componiendo para ver si seguimos con nuestros proyectos musicales. Más allá de todo lo que fueron estos dos últimos años en el mundo, nosotros somos unos bendecidos por haber tenido trabajo desde el principio y que pudimos sostener y seguir sembrando en este medio, y haciendo lo que hacemos. Que, te guste o no, es muy difícil de lograr en este país.
-El año que viene se cumplen los veinte del nacimiento de Mambrú. ¿Lo van a celebrar con algún regreso?
-Regreso no pero sí tenemos ganas; estuve hablando con Manu (Ntaka), para empezar a armar cositas.
Quizás nos juntemos nosotros dos, después cuando Gero (Rauch) esté en Argentina y pueda volver de España, nos juntaremos los tres. Y después veremos si, aunque sea, podemos hacer una juntada los cinco para las personas que nos lo piden. Quedó muy fuerte en el imaginario colectivo, a pesar de que duró súper poco. Y aún así sigue estando vigente, de alguna manera. Tenemos que convencer a alguno, que está más reacio a subirse a un escenario, pero creo que de alguna manera lo vamos a lograr.
-Mambrú salió de “Popstars”, el reality que la rompió en aquella época, y ahora “La Voz” repite un poco ese fenómeno en la tevé de estos días ¿Por qué creés que se da ese fenómeno?
-Por dos cosas. Primero porque nuestro país es ávido de realities.
Siempre, casi todos, han funcionado muchísimo. Yo nunca he compartido esta cosa de ver cómo uno se sienta a hacer caca, a mí no me copa, pero ha generado mucho rating.
Y después está todo lo que tiene que ver con lo artístico, que atrae mucho por el simple hecho de que nos hemos acostumbrado a una tevé basura: nos colgamos de un programa al que le va muy bien y hablamos mucho de ese programa, hablamos mal de todas las personas que están ahí, inventamos un montón de historias y la gente medio que se cansó del chimento, del chisme, del chusma. Muchas mujeres y hombres hablando sentados de hablando de alguien y despotricando ya no funciona. Me parece que “La Voz” lo que rescata es el arte, el poder decir “mirá qué buen cantante que estaba en La Matanza y nadie sabía”... Además, ya no hay gente que vaya a buscar talentos a la calle. Ya hoy en día el talento se busca a través de los seguidores de Instagram, o a través de la fama que pueda llegar a tener, o a través de los mismos de siempre que están en la tiras.
Lo que trae de “La Voz” es la sensación de que un desconocido puede tener el mismo o más talento de los que están. Eso es hermoso porque es lo que genera que la vida sea picante y salada, que haya que salir a laburar y a esforzarte para mantener el lugar y conseguir otro, pero sin depender de la fama.
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