Dos posturas sobre la llegada española a América
La obra "Controversia de Valladolid", de María Elena Sardi, con dirección de Lizardo Laphitz, es un ejemplo de teatro dentro del teatro y narra una discusión que fue real en el siglo XVI sobre la naturaleza de los pueblos originarios y que ahora se reedita los sábados a las 22 en la sala La Máscara del barrio porteño de San Telmo.
Con una larga preparación que comenzó con una documentada elaboración del texto por Sardi -quien también tiene a cargo el papel de Fray Bartolomé de las Casas- y algunas eventualidades durante los ensayos que incluyeron la sustitución de una actriz, la pieza comienza con las tres intérpretes vestidas "de civil" y en plena preparación del espectáculo, lo que da lugar a algunos apuntes ocurrentes.
En la discusión lo que se plantea son los derechos de los pueblos americanos y su naturaleza como personas, que ubica a De las Casas en un lugar progresista frente a otro obispo, Juan Ginés de Sepúlveda (Leonor Soria), personaje atado a las posiciones más reaccionarias, ante el arbitrio de otro mitrado, Domingo De Soto (Beatriz Apás), de la orden dominica.
Esta pieza se inscribe en lo que en el siglo XX se denominó teatro de tesis, con la diferencia de que los contendientes lo fueron en carne y hueso y no como en algunas obras que aprovechaban la moda, incluso varias locales, donde se enfrentaban personajes que nunca se habían visto en la vida real.
Con evidentes huellas de intertextualidad, el asunto se dirime con citas a Santo Tomás de Aquino, a Aristóteles y con algún uso pícaro de Maquiavelo, en lo que se supone es una búsqueda de la verdad sobre la entidad humana de los naturales de América y es en el fondo una justificación sobre haber invadido un territorio y provocado un genocidio.
Es imposible ver esta pieza, que es tan política sin aparentarlo, sin estirar las distintas dialécticas a las realidades actuales, aunque las que las subjetividades de los contendientes dejan llamativamente de lado aspectos antropológicos o de la fe, como el conocido debate sobre el alma de los indios.
De las Casas idealiza el estado de los pueblos anterior a la conquista, una supuesta Arcadia en la que todo era bueno, con desdén por las apropiaciones violentas de la tierra entre grupos distintos y los aspectos sanguinarios de sus religiones.
No hay duda de que el texto simpatiza con el sacerdote, cuyas posturas humanistas contrastan con su pasado de terrateniente, "encomendero" y explotador de los indios, y al que le sucedió, como a San Francisco de Asís, que algo le abrió la cabeza y le torció el rumbo.
En ese sentido las razones expuestas por Sepúlveda resuenan como las más sensatas para el interés imperial, que privilegia el origen divino del poder del invasor por sobre otro razonamiento, en un universo donde se da por sentada la existencia de una divinidad, pilar del derecho.
"Controversia..." se podría beneficiar con un corte en su duración, ya que su último tercio resulta reiterativo, pero tiene en su esencia algo de auténtico, de militante, que pone sobre la mesa cuestiones éticas universales a partir de lo que fue en un principio un montón de documentos burocráticos.
Eso lo entiende el director Laphitz, que le permite a Sardi regodearse con la actitud beatífica de su personaje, más allá de la energía que la actriz pone en el discurso, en buen desafío frente a una Soria que pasa de la simpatía como actriz a las sentenciosas posiciones de su conquistador, siempre antipático a los oídos actuales.
Menos feliz aunque no desdeñable es el desempeño de Apás, a quien no se ve con suficiente autoridad para mediar entre los oponentes y a la que la voz le jugó, el día del estreno, alguna mala pasada.
Además de las virtudes de la puesta, son encomiables el vestuario de Raquel Troisi, la escenografía de Paula Picciani, las luces de Alejandra Dziewguc y el mismo Laphitz y el sonido de Rubén Silva.