Usted es de las personas que se planteó comenzar el año sin un cigarro en la boca? Si quiere que el 2012 sea el año en que finalmente deje de fumar y ya tiene entre sus manos parches, chicles, inhaladores o aerosoles nasales que le hagan más llevadero la ausencia de tabaco, no es momento de desilusionarse por los datos de un estudio reciente sobre el tema. Al contrario. Sólo reafirma algo que cualquiera que emprende la tarea de dejar el vicio sabe: por mucha ayuda externa que exista, a largo plazo el único método realmente efectivo para abandonar el pucho es la propia fuerza de voluntad.
Este es el consejo que se extrae del nuevo estudio publicado en los últimos días “Tobacco Control”, donde investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard y de la Universidad de Massachusetts realizaron un detallado seguimiento a cerca de 800 ex fumadores en tres períodos comprendidos entre 2001 a 2006.
A todas estas personas -que llevaban menos de dos años lejos del hábito de fumar- se les preguntó si utilizaban terapias o ayudas para dejar de fumar tales como chicles, parches, inhaladores o sprays nasales y, además, durante cuánto tiempo los habían usado. El resultado fue calificado por los autores como “sorprendente”: se observó que en cada período analizado, casi un 35% de los encuestados había vuelto a fumar.
Poca Ayuda
Entre las conclusiones presentadas por los investigadores, se destaca que los resultados de sus encuestas tampoco muestran diferencias significativas entre los ex fumadores que compaginaban estos tratamientos con asesorías profesionales o no o, por el contrario, entre los que habían sido tanto unos fumadores empedernidos como lo que habían tenido un hábito más moderado.
“Lo que demostramos con este estudio es que el uso de terapias de sustitución de la nicotina no es más efectivo para ayudar a dejar de fumar a largo plazo que si una persona decide abandonar el tabaco por sí sola, sin ayudas”, explican los hacedores de este estudio.
Con estos resultados, dicen los autores de la investigación, los datos sirven para dar “un toque de atención” a las autoridades sanitarias a la hora de financiar tratamientos para dejar de fumar, para que, de esta manera y según apunta el estudio, “sólo se beneficien de este dinero las terapias que demuestren ser efectivas también a largo plazo”.
Ante esto, la pregunta sobre si estos métodos son un fraude cae de madura. Para Víctor López, ex presidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, no se puede decir que sean un fraude, dado que “los parches, los chicles y demás sólo son un elemento de apoyo para dejar de fumar, pero no un remedio mágico, hay que valorarlo en su justa medida”.
Según el especialista, “entre un 50 a un 60% de los que pretenden dejar de fumar utiliza este tipo de tratamientos que, a corto plazo, muchos estudios han mostrado que son efectivos. Estos parches se usan para terapias de dos o tres meses, ¿qué pasa luego? Si de verdad se quiere dejar de fumar sólo hay una opción: tener la voluntad para conseguirlo, ya que no existe medicamento o terapia capaz de eliminar las ganas del cigarro por sí solo”.
En lo que todos los especialistas coinciden es en la necesidad de más estudios que analicen los beneficios de estos fármacos: “Lo cierto es que esto no es como cuando uno tiene una enfermedad típica, que se toma una pastilla y se controla. El tabaquismo es un problema mucho más complicado y todavía hay pocos estudios, con muestras grandes y resultados contundentes, que ayuden a trazar planes antitabaco mejores de los que hay actualmente”, indica López.
TERAPIAS ANTITABACO A LARGO PLAZO
Ponen en duda el uso de parches y chicles para abandonar el cigarrillo
Un estudio reveló que el 35% de los que usaron estas técnicas volvieron a fumar años después. A pesar de que hay cifras alentadoras que indican que mucha gente ha decidido dejarlo de lado, todavía se calcula que hay más de 1.300 millones de fumadores en todo el mundo.
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