EL PODER DEL ORDEN

La moda de desprenderse de las cosas “innecesarias” como una terapia

Cada vez son más quienes se deciden a “librarse” de todo aquello que se acumula y no se usa.

La premisa es desprenderse de las cosas innecesarias. En este grupo entrarían todos aquellos objetos que no “irradien alegría”. Lo dijo la autora japonesa Marie Kondo en su libro “La magia del orden” y animó a millones de mujeres a recorrer cada rincón de su casa, bolsa de consorcio en mano, dispuestas a tirar todo aquello que no les resultara, de alguna manera, esencial. La meta: organizar los ambientes y, por transición, la cabeza.
La idea de la autora, que prendió en 33 países y convirtió a su obra en best seller con más de cuatro millones de copias vendidas, parte de la base de que existe una conexión entre el orden y la vida interior de las personas.
Para Kondo, seleccionar las cosas que se conservarán y desprenderse de lo demás desencadena una especie de efecto dominó que conduce a un reajuste y a una revisión, también, de la propia vida. El desorden, para la autora, sería el reflejo de una mente caótica. Considera que tirar lo que no se usa y reorganizar es el primer paso para quienes pretenden un cambio.
Aunque los beneficios de mantener espacios despejados, que permitan una cómoda circulación, como también placares y muebles ordenados, no son un descubrimiento de la autora, sus ideas tuvieron gran aceptación, principalmente entre las mujeres de entre 30 y 40 años, y fueron difundidas a través del boca en boca.

Los pasos que propone Kondo
Su método, por el cual este año fue incluida en la lista de las 100 personas más influyentes elaborada por la revista Time, propone realizar la limpieza “de un tirón” (terminar con la tarea en un día) porque, asegura, de esta manera es más sencillo decidir sobre cuáles son las cosas que se deben conservar y cuáles no. Al hacerlo en dos partes aumentarían las dudas y las posibilidades de volver a guardar eso que, en un principio, se pensó en tirar.
A su vez, para que la tarea resulte más sencilla, a los objetos habría que agruparlos por categorías (y no según el ambiente en el que se encuentren). Recomienda comenzar con las más fáciles: ropa, libros, documentos, misceláneas y, por último, fotos y recuerdos, que suelen ser los más difíciles por su valor afectivo.
Kondo propone una especie de “diálogo” con las posesiones y el criterio para conservar algo -dice- debería regirse según irradien, o no, felicidad y alegría al tocarlo. Ante la duda recomienda revaluar el papel que actualmente desempeña en la vida de su dueño.
Su premisa es “librarse” de los objetos guardados en el fondo del placard bajo la excusa de que en algún momento se podrían “necesitar”.

La clave sería “soltar”
“Soltar”, la palabra “it” de los últimos años, que famosas como Guillermina Valdes se tatuaron, también hace mella en esta propuesta. La autora sostiene que las cosas cumplen un ciclo en la vida de las personas y luego de este tiempo es necesario dejarlas ir.
Para cerrar el vínculo con los objetos, y no sentir “culpa” al tirarlos, Kondo recomienda agradecerles antes de descartarlos.
“Si metés todo en una bolsa y la tirás a la basura, seguramente vas a volver a acumular porquerías en un mes. Pero si te hacés cargo de lo que juntás y trabajás en darle un mejor destino, el trabajo es más profundo y duradero”, dice Kondo.
Para que el proceso de acumulación y desorden no se inicie apenas después del día de la “gran limpieza”, Kondo recomienda “estudiar” la dinámica que acaba en la acumulación de cosas innecesarias y disponerse a cambiarla: “Cada casa tiene un desorden crónico. Si se lo entiende como patrón y se lo combate, ordenar todos los días es mucho más fácil”, asegura.
Además de su libro, también circulan en internet unos videos de la autora en los que enseña, por ejemplo, cómo doblar remeras para que todas queden a la vista.
En cuanto a la relación que puede llegar a existir entre la casa y la cabeza de las personas, María Tórtora, creadora del portal de decoración Casa Chaucha, sostiene: “Yo creo que en la casa se vuelca mucho la personalidad de cada uno. Sobre todo el mundo interior. Algunas personas tienden a cargarla de cosas y otras necesitan espacios más despejados. Pienso que aquellos que no le dan importancia posiblemente le otorguen prioridad a lo exterior, a lo que los rodea, y no se centren tanto en ellos mismos”, dice.