Aunque admiten que cuando estaban en la Universidad llegaban a fumar hasta un atado por día en su antiguo monoambiente, quince años más tarde Martina (37) y Andrés Buscaglia (41) no sólo ya no fuman sino que tampoco permiten que sus familiares y amigos lo hagan dentro de su hogar. “Si bien al principio algunos se enojaban cuando les pedíamos que fumaran en el patio, hoy todo el mundo lo acepta bien: a nadie se le ocurre ya prender un cigarrillo adentro salvo que los dueños de casa lo hagan”, cuenta ella al reconocer que su cambio de actitud con respecto al humo del cigarrillo no es excepcional sino algo muy común en su generación.
Así lo refleja en efecto una interesante encuesta sobre tabaquismo presentada el lunes pasado en nuestro país. La investigación -basada en unas 1.500 encuestas hechas a principios de marzo en la ciudad de Bueno Aires- muestra que a la par de la disminución en el consumo de cigarrillos, también ha bajado la aceptación del humo en espacios privados por parte de la población. Es así que una frase que hasta hace unas décadas hubiera sonado descortés o resulta muy común en muchos hogares: “por favor no fumes acá”.
Como muestra el sondeo -realizado por la consultora de Julio Aurelio por encargo del Centro de Investigación de Enfermedades No Transmisibles (CIENTA), 8 de cada 10 argentinos (el 81,9%) reaccionaría hoy si alguien prendiera un cigarrillo en su casa: el 61,4% respondió que lo invitaría a fumar afuera y el 20,5%, que le pide acercarse a una ventana; sólo el 16,4% dijo que no haría nada en una situación así.
La encuesta marca en este sentido una notable evolución en la defensa de los ambientes libres de humo de tabaco por parte de nuestra sociedad. De hecho, contra el 81,9% actual, el nivel de reacción registrado ante la misma pregunta en ediciones anteriores del sondeo era del 78,2% en 2014 , del 76,4% en 2013, de 75,5% en 2012 y del 69,9% en 2010. Del total de personas consultadas, el 46,5% eran hombres y el 53,5% mujeres; el 23,6% era fumador y un 25,3% ex fumador, mientras que el 51,1% nunca había fumado, valores informados por la mayoría de los relevamientos hechos durante los últimos años entre la población urbana de nuestro país.
Tampoco en el auto
Con respecto al cigarrillo en el interior del automóvil, 8 de cada 10 personas consultadas (el 82,6%) dijeron que no permiten fumar en él, y el 77,3% respondió que incluso estaría de acuerdo con que se prohíba fumar en el interior de los autos ante la presencia de menores de edad.
Los resultados del estudio también señalan la existencia de una actitud más activa por parte de la gente con respecto a quienes transgreden la prohibición de fumar en ciertos espacios públicos como bares, restaurantes, oficinas administrativas. Ante la consulta sobre qué hace frente a alguien que fuma donde no está permitido hacerlo, 6 de cada 10 encuestados reportó una conducta activa: el 31,6% respondió que se lo dice al responsable del lugar, el 26,5% se lo advierte al propio fumador y el 3,2% se lo comunica a ambos. Sólo el 35,7% mantiene una actitud pasiva y no dice nada.
El dato resulta particularmente interesante si se tiene en cuenta otro dato arrojado por la investigación: pese a que la ley antitabaco prohíbe fumar en ambientes laborales, sólo 6 de cada 10 encuestados que trabajaban reconoció que sus empleadores cumplían con esta restricción.
No menos interesante es que más de la mitad de los encuestados (el 53,8%) se mostró de acuerdo además con la posibilidad -planteada por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires- de que se extienda la prohibición de fumar a ambientes abiertos como parques y plazas. Y 8 de cada 10 (76,8%) dijeron que apoyarían la prohibición si estuviera focalizada en aquellas áreas de juegos infantiles y sus alrededores.
El creciente rechazo del humo por parte de los argentinos parece consecuente con una mayor consciencia de sus riesgos que se ve reflejada en el hecho de que el tabaquismo tiene cada vez más lugar en las conversaciones familiares. El sondeo muestra que existe una elevada propensión a conversar con niños y/o adolescentes sobre el tema: un 83,2% d ellos consultados asegura hacerlo eventualmente y un 40,6%, siempre que surge la oportunidad. Entre los contenidos de esas charlas, se reportaron lo perjudicial del tabaquismo para la salud, las enfermedades que provoca fumar, el mal hábito que constituye y su alto nivel de adicción.
De la mano de los chicos
En opinión del doctor Darío Marsicano, médico especialista en Cardiología y presidente del Centro de Investigación de Enfermedades No Transmisibles, muchos de los resultados observados en el relevamiento confirman la percepción diaria de los especialistas en tabaquismo: “la gente ha tomado verdadera conciencia sobre los perjuicios del humo del tabaco, tanto el de primera mano como el ajeno, y sus consecuencias devastadoras sobre su salud”.
“La educación y la constancia en las campañas de concientización y desincentivo han sido los pilares de este cambio de actitud que se nota particularmente entre los chicos, incluso en los más pequeños”, cuenta el especialista al mencionar que “hoy la mayoría de los chicos sabe que fumar hace mal y no dudan muchas veces en marcárselos a sus papás”.
“La moda ya no es el fumar -agrega el especialista-. Los chicos y los adolescentes se dan cuenta de esto y en esto tiene mucho que ver la constancia de las campañas que lograron penetrar en la cultura con los años. La educación es sin duda el camino a seguir si queremos erradicar el tabaquismo de una vez”.
Aunque reconoce que en este sentido nuestra sociedad ha avanzado mucho, Marsicano asegura que “el camino es de largo aliento y todavía quedan muchos aspectos sobre los que trabajar. Si bien la merma en el consumo del tabaco es positiva, aún no se observa su impacto sobre el área de salud -dice-: la gran mayoría de quienes se enfeman por fumar son crónicos y las enfermedades respiratorias, así como los cánceres vinculados al tabaquismo, son todavía los que más se ven”.
Los resultados del estudio también señalan la existencia de una actitud más activa por parte de la gente con respecto a quienes transgreden la prohibición de fumar en ciertos espacios públicos como bares, restaurantes, oficinas administrativas.
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