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MASCOTAS

Animales estresados

Vivimos en un mundo estresado. Rodeados de prisas y carreras. Es curioso comprobar como el estrés afecta a personas pero también, a nuestros animales.

El estrés por sí solo, no es malo. Todos necesitamos cierto grado de estrés para seguir adelante. Sin estrés no tendríamos la necesidad de terminar las tareas en un plazo determinado; de llegar a la hora a los sitios; de comer, beber y buscar abrigo.
Se trata de una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. No obstante, en demasiadas ocasiones, se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que, este mecanismo de defensa, puede acabar, bajo determinadas circunstancias frecuentes en ciertos modos de vida, desencadenando problemas graves de salud.

Existen dos tipos de estrés: El estrés agudo y el estrés crónico.


 El estrés agudo es una respuesta necesaria y sana de afrontar un estímulo, en la que de manera puntual, se activan una serie de mecanismos por parte del sistema nervioso y endocrino. En ocasiones, puede ayudar a salvar la vida. Por ejemplo, un animal que es perseguido por un depredador, corre para salvarse.
Las situaciones de estrés agudo consumen mucha energía y, una vez superadas, debe existir un período de calma que facilite la recuperación del organismo.
En algunos casos, hablamos de horas o incluso de días para que los niveles hormonales vuelvan a parámetros normales.
El problema real radica cuando, sin llegar recuperar el equilibrio de la primera situación de estrés, se enfrenta a una segunda, y sin haberse recuperado de esta segunda a una tercera  y así sucesivamente…… En esos casos, el estrés se convierte en crónico.
El animal vive en un estado casi permanente de alerta, y tiene una producción de cortisol y adrenalina superior a los valores normales lo que produce efectos secundarios que repercuten en la salud del animal.
Normalmente en estos casos el umbral de agresividad y miedo disminuyen, por lo que estas reacciones se desencadenarán con mas facilidad frente a estímulos cada vez menores. Los perros se vuelven mas reactivos con todo lo que ocurre a su alrededor y se sobreexcitan en situaciones que antes no los alteraban.
El coste energético de mantener este estado de emergencia es tan alto que es necesario utilizar recursos destinados a otras funciones orgánicas, como son el crecimiento o el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. Se ve afectada la capacidad de aprendizaje, de comunicación y la memoria, así como la respuesta al dolor y los periodos de vigilia, que son cada vez mayores.
Existen numerosos motivos que generan estrés: Ejercicio físico excesivo, miedo, dolor, angustia, hacinamiento, manejo inadecuado, inmovilización.
Para solucionar un problema de estrés crónico es fundamental una buena alimentación y acudir a un educador para iniciar la terapia que ayude a nuestro animal a rebajar y aprender gestionar el estrés de un modo adecuado. Con tiempo y paciencia se obtendrán excelentes resultados.

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