Groucho Marx nació el 2 de octubre de 1890 en Nueva York y murió en Los Ángeles en 1977 a los 86 años. Junto a sus hermanos Chico y Harpo se convirtió en un astro de Broadway y del cine a finales de los años 20.
Frases como “Disculpen si los llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien”; “Nunca olvido una cara, pero con la suya voy a hacer una excepción”; “No reírse de nada es de tontos: reírse de todo es de estúpidos” o “Nunca pertenecería a un club que me admitiera como socio” han salido de la boca de este brillante cómico nacido el 2 de octubre de 1890, en Nueva York, ahora hace ya 125 años.
Su levita, sus enormes gafas postizas y su gran bigote lo convirtieron en todo un símbolo de la comedia del siglo XX. A pesar de que él comentase que, “partiendo de la nada, logró alcanzar la absoluta miseria”.
Locuaz, hilarante y atrevido. Capaz de gritar la verdad ante una sociedad sorda que se reía con sus travesuras dialécticas, el cómico estadounidense Groucho Marx contaba chistes a todas horas sin importarle a quién pudiera ofender, tanto en su vida real como en sus conocidas películas, como cuando, en una ocasión en la que fue invitado a México e informado de que al día siguiente sería recibido por el presidente, preguntó: “¿Y quién me garantiza que mañana a las tres seguirá siendo presidente?”.
Pero Groucho, hijo de una familia de emigrantes alemanes de origen judío, comenzó su carrera artística con apenas quince años como cantante solista después de abandonar sus estudios primarios.
Fue su madre, Minnie Schoenberg, la que hizo que Groucho y sus hermanos se iniciasen en el mundo de la comedia. Ella acabó implicando al resto de sus hijos -los futuros Harpo, Chico, Zeppo y Gummo- en un intento de salir de la miseria, pero fue su humor irreverente el que acabó por convertirlos en astros de Broadway y del cine a finales de los años 20.
Grandes
Su primera película “Humor Risk” no tuvo ningún éxito, pero unos años después firmaron un contrato con Paramount, con la que grabaron “Los cuatro cocos” (“The Cocoanuts”), el filme que terminó abriéndole las puertas de Broadway.
Su exitoso humor hizo que la Metro Goldwin Mayer también se interesase por ellos, y de este acuerdo salieron algunos de sus filmes más recordados, como “Una noche en la Ópera” (“A Night at the Opera”, 1935) –la película favorita de Groucho– y “Un día en las carreras” (“A Day at the Races”, 1937), “El hotel de los líos” (“Room Service”, 1938), “Una tarde en el circo” (“At the Circus”, 1939) o “Los hermanos Marx en el Oeste” (“Go West”, 1940).
Su levita, sus enormes gafas postizas y su gran bigote lo convirtieron en todo un símbolo de la comedia del siglo XX.
Pero en los años cincuenta el grupo se disolvió y cada uno comenzó a trabajar y a actuar por su cuenta. Groucho fue, sin duda, el más exitoso.
Grabó algunas películas en soledad, como “Copacabana” (1947), “Double Dynamite” (1951) o “Una mujer en cada puerto” (“A Girl in Every Port”, 1952), aunque lo que realmente lo hizo famoso de cara al gran público estadounidense fue su aparición en el programa de televisión “Apueste su vida” (“You Bet Your Life”).
Sin embargo, el verdadero sueño de Groucho fue ser escritor, algo que también lograría años después con su libro “Las cartas de Groucho”, en el que escribió una de sus más célebres frases: “No me interesa pertenecer a ninguna organización social capaz de aceptarme como miembro”. Una misiva que el cómico envió a un club de Hollywood que había intentado tentarlo para tenerlo entre sus socios.
Su otra gran pasión fueron las mujeres. De ahí que otra de sus frases más famosas fuera “Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida, lo cual no dice mucho en su favor”.
Se casó en tres ocasiones – con Ruth Johnstone, Kay Marvis Gorcey y Eden Hartford– y tuvo tres hijos, Arthur, Miriam y Melinda. A pesar de que el cómico se mostrase en sus chistes muy contrario a este tipo de uniones: “El matrimonio es la principal causa de divorcio”, fue otra de sus palabras más famosas.
Aunque Groucho sólo se quejó a lo largo de su vida de una cosa: de que le atribuyesen muchas frases que, según él, nunca había dicho. Una de esas atribuciones es su supuesto epitafio “Perdonen que no me levante”, pues en la placa negra que cubre su nicho sólo figuran su nombre, fechas de nacimiento y muerte.
El genial cómico murió de una neumonía en Los Ángeles el 19 de agosto de 1977, a los 86 años, autor de un humor sin edad.
EL HUMOR QUE NUNCA ENVEJECE
Groucho Marx
El cómico contaba chistes a todas horas sin importarle a quién pudiera ofender, tanto en su vida real como en sus conocidas películas. Autor de frases que aún hoy se siguen repitiendo como verdades reveladas, su ingenio y lucidez se vuelven a valorar a 125 años de su nacimiento.
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