Fenómeno mundial

Con el tiempo, la cerveza ha formado parte de nuestras vidas. Ha sido testigo de celebraciones, de conversaciones, de discusiones, de fiestas, de sol y playa, de disgustos y enfrentamientos, y de procesos de paz y armonía. Es una de las bebidas más consumidas en nuestro país y el mundo, y en los últimos años se ha convertido en una bebida de culto gracias a la elaboración y demanda de la cerveza artesanal, una tendencia en alza que se extiende sin descanso y que satisface a los paladares más exigentes.
El fenómeno comenzó a desarrollarse en Estados Unidos a finales de la década de 1970 y principios de los 80, y hoy sigue vigente en muchos países del mundo y marcando pautas. Por ejemplo, en el Estado norteamericano de  Colorado su cuota de mercado alcanza el 50 por ciento, mientras la media nacional en ese país es del 8 por ciento.
“Estamos hablando de un producto gourmé”, explica apasionadamente Sergi Freixes, autor junto a Albert Punsola del libro “El mundo de la cerveza artesanal” (Editorial Larousse).  “Es necesario diferenciar la clásica cerveza industrial de un producto hecho por auténticos artesanos como es la cerveza artesana”, indica el experto.
Para comprender qué diferencia a la cerveza industrial de la artesanal, Freixes indica que ambas contienen agua, malta, lúpulo y levaduras, “el nexo común entre las dos, pero en el caso de la artesana no está ni filtrada ni pasteurizada. Es decir, en el momento en que se consume es un producto vivo, en todo momento está fermentando”, matiza.
Para acentuar estas diferencias, Freixes detalla la prueba de abrir una cerveza artesanal, volcarla un vaso, quedando dos dedos de espuma. “Te la acercas a tu nariz y te entran una serie de sensaciones que ninguna cerveza industrial provoca, porque está filtrada y pasteurizada. Es como si tomaras agua, con alcohol y un poco de colorante”, comenta.
Además de los cuatro ingredientes de cualquier cerveza, la artesanal agrega el ingrediente “mágico”, la parte más creativa que pueden ser miel, agua de mar, resina de abeto, cereales, frutas, hierbas aromáticas, especies…  que van en función de la zona o región, y aportan que se transforme en una bebida más especial.
Para este autor, la cultura de la buena cerveza va en aumento y podemos encontrar auténticas maravillas. “Ahora si podemos hablar de que es una moda, pero no es una moda pasajera. Y eso se refleja en cómo crecen mercados como el estadounidense, el mexicano, el inglés, el alemán, el belga, el italiano o el español, dónde se lo están tomando profesionalmente muy en serio”, dice Freixes.<