Valentino Catania nació en el 2007, año en que se reinauguró la sala de cine teatro Italiano de Los Toldos, que lleva el nombre de Leonardo Favio. “Él nació con la sala, con la reapertura del cine de Los Toldos, que tiene una importancia cultural e incidencia muy grande en nuestra comunidad”, cuenta a Democracia su papá, Roque Catania, responsable de la parte de operación técnica y programación del lugar, y agrega: “Estaba todo el tiempo ahí, desde dormir en la cabina de proyección, tomar la teta, ver cuando armaba las películas, su formación está hecha en la sala de cine, viendo películas desde que nació. Esa es la principal formación que tiene en lo actoral, que fue lo que cautivó a Gaspar Scheuer, el director de la película Delfín, porque él tenía un método propio y natural, intuitivo, sacado de ver tantas películas e interesarse por determinados actores y directores. Valentino es un gran curioso”.
La mamá de Valentino, Susana Berardi, es artista plástica y su papá es realizador audiovisual: filmó tres largometrajes y tiene 25 documentales hechos entre cortos y mediometrajes. “Así que está bastante familiarizado con las cámaras, con ver cómo se edita, en casa hay muchos instrumentos, nos gusta mucho la música, tenemos guitarras, una batería, de niño ha estado en contacto con instrumentos y con el cine”, relata su papá y añade: “Yendo a la escuela empezó a hacer las típicas obras en el colegio primario, estudió dos años italiano y actuó en el teatro haciendo obras”.
Roque Catania considera que su hijo no es músico, sino que experimenta a partir del juego, y con la curiosidad como factor principal. “No se queda con haber hecho algo, siempre intenta cosas nuevas. Ahora lo que hizo es un álbum de Lofi que tiene más que ver con la producción musical que con tener una banda. Él había tocado con amigos, pero el álbum, que está en Youtube, es el resultado de su interés por la tecnología y la compu”. Roque cree también que la pandemia fue un oasis para él y que logró encerrarse en su estudio casero para empezar a grabar cosas con la computadora: “La pandemia le quitó la posibilidad de filmar otras cosas que tenía proyectadas, ahora está retomando la filmación con más tranquilidad, el fin de semana fue a filmar una publicidad a Mercedes y siempre hay proyectos de actuación dando vueltas, que es lo que a él le interesa”.
Aprender actuando
“Valentino tuvo una especie de curso acelerado en el mundo de la actuación con toda la preparación que tuvo al ser el protagonista de la película Delfín”, cuenta ahora su papá y suma: “Hacer un largometraje es una gran aventura, más aun con 10 años y siendo protagonista. Tuvo una gran preparación, Gaspar lo llevaba a Buenos Aires a aprender a tocar el corno francés, a hacer ejercicios e improvisaciones con Cristian Salguero, después apareció la coach y con ese acompañamiento desarrolló una cosa copada con la cámara. Él está permanentemente investigando, es interesante ver cómo se relacionan los chicos con el mundo audiovisual”. Roque asegura que su hijo “le escapa al método clásico y va buceando en estas nuevas formas, en las posibilidades que te da internet y la computadora para producir música: no me había dicho que estaba grabando música y salió un día a mostrarme el álbum terminado. Me hace feliz que juegue así y que tengas estas posibilidades”.
Por otro lado, Valentino derribó prejuicios que tenía su padre en relación al uso de la tecnología y pudo demostrarle el uso creativo que hace de esta. “Él me demostró que uno es prejuicioso con los soportes y las horas que un niño le dedica a la tecnología, derriba mis prejuicios cuando veo los resultados y posibilidades de hacer cosas que le da la tecnología. Él invierte tiempo en sus equipos, está interesado por ese mundo, es hermoso. Estos niños van a hacer un cambio en el futuro próximo”.
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