Con la presencia del Abad R.P. Osvaldo Donnici osb, de la comunidad monástica a pleno, amigos y vecinos, el obispo diocesano, Monseñor Ariel Torrado Mosconi presidió el domingo 6 de mayo la misa para conmemorar el 70º de la abadía benedictina “Santa María de Los Toldos”. Allí reconoció y agradeció la abnegada e intachable presencia y labor de los monjes, asegurando que “la alegría y la cordialidad son las dos marcas de fábrica del monasterio”.
Ubicado a 18 kilómetros de la ciudad de Los Toldos, desde 1948 el monasterio brinda un espacio apto para el silencio, la reflexión y la oración tanto para los monjes que lo habitan, como para las personas que desean realizar un retiro espiritual o un lugar de escucha, de aliento y de reencuentro con Dios. Justamente sobre este aspecto se refirió en varias oportunidades el obispo diocesano recalcando que allí “se sintieron acogidas, interpretadas y ayudadas tantísimas personas que acudieron a los monjes con sus crisis, heridas y pecados. Aquí muchos escucharon por vez primera, o volvieron a escuchar, el “Sígueme” del Maestro”. Y agregó “en estas siete décadas cuántas personas se han sentido amadas, es decir: valoradas, comprendidas y confortadas por la hospitalidad, acogida y ayuda de la comunidad de los monjes – enfatizó durante su homilía-. Desde los crotos hasta los altos prelados, pasando por los vecinos de las chacras de la zona, los sacerdotes o las religiosas heridos y agobiados por tantas situaciones, laicos y familias deseosos de crecer en espiritualidad y santidad. ¡Se han sentido amados, sobre todo, por la alegría y cordialidad con que fueron recibidos! Alegría y cordialidad: marca de fábrica de este monasterio”.
Por último manifestó un reconocimiento por la obra de la comunidad monástica y aseguró que “muy otro sería el “rostro” de nuestra diócesis sin esos “rasgos” propios y definidos que le aportaron “los monjes de Los Toldos”, como cariñosamente les llamamos”.
El monasterio de Los Toldos: ayer y hoy
La historia del Monasterio se remonta a la década de 1940, cuando la viuda de Don Cayetano Sánchez Díaz, Doña Marenco Sánchez Díaz, decidió crear una fundación en honor a su esposo y construyó un edificio en donde actualmente funciona el Monasterio.
Entre otras propiedades, Sánchez Díaz había comprado una estancia de 3600 hectáreas ("La Ciudadela") que tras la muerte del esposo dividió en 120 chacras y que ofreció a sus peones y también a familias que quisieran adquirirlas. En ese lugar también se construyó una capilla, un aula y un espacio en donde vivieron dos sacerdotes, uno polaco y un alemán que vinieron después de la Segunda Guerra Mundial.
En el año 1945, este centro fue bendecido por el Nuncio y se convirtió en un centro misional. Sin embargo, al estar en una zona poco poblada y poco conectada, quedó sin funcionar hasta el año 1948, en donde se funda el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos.
Cómo llegaron los benedictinos
Desde 1939 los monjes suizos de Einsiedln buscaban un lugar para fundar “un monasterio de Suiza", donde se venerara a la virgen negra. En 1939, se encomendó a dos monjes de Einsiedeln -los Padres Leopoldo y Policarpo- viajar a la Argentina con la finalidad de buscar un lugar apropiado para fundar un nuevo monasterio. Los dos sacerdotes recorrieron buscando un lugar para fundar el monasterio varias localidades en las provincias de Tucumán y San Luis hasta el año 1947, cuando volvieron sin éxito a Europa.
En un viaje que realizó el Nuncio argentino a Suiza y en el que se reunió con esos monjes recordó algunos años atrás había bendecido un lugar que podría ser apto para el monasterio. Poco tiempo después, exactamente el 3 de mayo del 1948, llegaron 6 monjes y 6 curas y se fundó el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos. Ellos trajeron como prenda la imagen de la Virgen Negra que un hermano la talló con un tronco de tilo especialmente para este lugar.
En la actualidad
Como complemento de la actividad religiosa, los monjes llevan a cabo la actividad agrícola para financiar las diversas actividades de la Comunidad Monástica, cuentan con un tambo en donde producen dulce de leche y queso, que lleva el sello de la fusión de las recetas de los colonos holandeses y de los monjes suizos que poblaron la zona.
En sus instalaciones disponen de un ala residencial en donde se hospedan los monjes de retiro, una escuela agrícola con capacidad para 30 alumnos internos, una casa en donde viven las hermanas benedictinas ubicada en las cercanías del Monasterio, una hospedería para personas que quieran realizar retiros espirituales y el “Museo del Indio” en donde se exponen documentos, fotos y objetos, que muestran lascostumbres, vestimentas y la historia de los primeros pobladores de la zona.
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