Demi, Cami, Fedra y Teo, se llaman los integrantes de Limón Agrio, oriundos de Vedia.
MÚSICA EN EL BALNEARIO DE VEDIA

Limón Agrio, un grupo que crece sin pausa

Son de Vedia, así que juegan de locales. Vienen trabajando fuerte en su música, y ya tienen público seguidor, por lo que se pudo ver en la actuación del domingo pasado con ocasión del cierre de la temporada de verano del Balneario Municipal.

Demi, Cami, Fedra y Teo, son los integrantes de Limón Agrio, que así se llaman porque eligieron el nombre jugando con las palabras, y les gustó cómo quedaba. Pero no tienen nada de agrios. Lo demostraron no sólo en el escenario, sino también en la charla con la gente de prensa del Municipio y que publicaron en su página de Facebook.

“Fue muy emocionante poder estrenar un tema propio en esta ocasión. Veníamos probando pero no se nos daba con ninguno, y no queríamos errarla. Y este salió en una tarde que llegó Demi a casa y dijo: vamos a hacer un tema, y en un rato estuvo.   Siempre hay uno que va como guiando al resto. Esta fue nuestra primera experiencia componiendo, y la verdad, fue bastante fácil combinarnos y ponernos de acuerdo”, cuenta Fedra

“No hay protagonismos entre nosotros, por suerte, nos repartimos las tareas entre todos”,  añade Demi, que estudia  en el Conservatorio de Lincoln.

Cami, por su parte, está en esa pausa en la vida en la que vamos “viendo qué onda”: “Me anoté en el Conservatorio para canalizar esto de la música. Siempre supe que era por ahí, mi hermano me enseñó a tocar la guitarra y ahí arranqué”

“Es una locura ver cómo la gente nos transmite la energía cuando tocamos, nos retroalimentamos de eso”, dice Teo, y agrega que  “fue muy loco, porque nos conocíamos todos del colegio, pero recién en los últimos meses del último año pegamos onda, y con Demi nos fuimos a vivir juntos a Lincoln y a estudiar, re copado”

Fedra, que es la “voz cantante” dentro y fuera de la banda, comenta : ”Esto de los festivales con distintos artistas de la provincia está buenísimo, vimos a los cumbieros de Alta Fiesta que venían cada uno desde su lugar, y me dije: ¡mirá, se puede!”.