La Providencia es una típica estancia de la pampa argentina, ubicada en el paraje de Edmundo B. Perkins, a diez kilómetros de Alberdi y a quince de Vedia, en el partido de Leandro N. Alem. La mirada del arquitecto Jorge Bustillo –a cargo de la construcción en 1964- y la impronta inconfundible de su dueña, la artista visual Desirée De Ridder, convierten a esta antigua casona de campo en un lugar inspirador. Rodeado de naturaleza, con intervenciones en barro y pintura de color a la cal, este casco ostenta el lujo de lo artesanal.
(Foto Julieta Bilbao)
Luego de haber quedado varada en Italia por la pandemia, Desirée De Ridder decidió volver a la Argentina, a sus raíces, e instalarse junto a su familia en la casa donde se crió con sus padres y hermanos. “Cuando mi madre falleció, me tocó a mí el casco, con una parcela de tierra; al volver de Europa me instalé acá y no me moví más”, contó Desirée a Democracia. Con su vuelta también llegó la culminación del ambicioso proyecto de realizar un taller bajo el sistema de bioconstrucción: hecho con barro, con sus propias manos, y materiales de bajo impacto ambiental, ecológico y reciclado. “La bioconstrucción me interesaba por el tema del barro y todo lo relacionado, me puse en contacto con una cooperativa y pudimos empezar en 2019. En noviembre del año pasado terminamos el taller”.
(Foto Tadeo Jones)
Talleres y residencias de artistas
“Mi idea es que en la estancia podamos hacer talleres y encuentros con artistas. Cuando estaba en Italia, mi intención era terminar el taller para hacer encuentros y que sea un refugio para otros artistas, una posibilidad de aprender de todos”, cuenta Desirée y agrega que “el problema del artista es que trabaja solo, eso es una trampa mortal, es como muy egocéntrico. Yo quería, simplemente, convocar y que vengan”.
Por otro lado, Desirée puntualizó que “vienen personas por talleres específicos, ahora, en este momento, hay una residencia de artistas con dos chilenas, iba a venir una brasilera que no pudo porque se le complicó con el vuelo, y hay argentinos. Después hay talleres de cerámica y bioconstrucción, a este lugar llegan apasionados del arte, la arquitectura y de la naturaleza”.
(Foto Rodrigo Dietrich)
Un día en el campo
Cada mañana, Desirée se ocupa de los animales –perros, gallinas libres de jaulas, vacas de pastoreo natural, caballos- y de su huerta biodinámica. Momentos después, entra al taller para trabajar en su obra o avanza con la construcción con barro de un observatorio de estrellas. “Acá todo es natural, libre de agrotóxicos, hay un cambio importante, yo estoy en contra del monocultivo; al ser muy difícil sostener esto –la casa es muy grande y muy antigua- hay que pagar impuestos, lo de los talleres me brinda la posibilidad de autosustentar”, cuenta y añade: “con el observatorio me ayudó un astrónomo de Vedia, es importante y lindo encontrarse con gente valiosa de la zona”.
El estilo de la casa
“La casa es de Jorge Bustillo -hijo de Alejandro, el creador del hotel Llao Llao de Bariloche- un arquitecto muy artista; tiene un diseño que es una mezcla entre una casa de campo italiana, con algo de España, algo de criollo. Tiene mucha moldura, detalles muy bellos, por eso me pareció importante acompañar esa riqueza con ecología y sustentabilidad”, dijo Desirée. Consultada por el color que predomina en el lugar, agregó que “yo seguí con los colores que estaban originalmente en la primera foto de la casona, ese rosa viejo fuerte, terracota, las molduras con celeste y las puertas con verde ilusión, yo lo que hice fue replicar esos colores. Es pintura a la cal, la pintura industrial jamás daría esas pátinas y pinceladas que da la pintura a la cal, que la hace más orgánica y artística”.
(Foto Tadeo Jones)
La naturaleza manda
Desirée volvió a la estancia en busca del contacto con la naturaleza y sus orígenes. “Volver a las raíces a todo ser humano lo fortifica, estoy mucho más agradecida, feliz de volver al origen, a la tierra, despegarse de muchas cosas. Acá no es todo tan fácil, hace mucho frío a veces, otras veces mucho calor. Es la naturaleza quien manda, en las ciudades no es así, en las ciudades manda el ser humano: si hace calor se prende el aire, cuando hace frío la estufa. Acá es todo sustentable, la estufa es solamente a leña, cuando hace calor hay que ponerse bajo un árbol”, contó y añadió: “volver fue grandioso, fue entender que somos un granito de barro, que no somos nada, la naturaleza es mucho más poderosa y cuando se entiende eso, cambia la perspectiva”.
En los próximos días, Desirée viajará a Estados Unidos y en marzo volverá a exponer en Buenos Aires, después de tres años.
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