Un viaje en el tiempo para los grandes y algo totalmente novedoso para los más pequeños. Esa es la clave de un lugar mágico que despertó el interés de muchos vecinos de Rojas y de la Región a través de lo didáctico y lo lúdico.
Dante y Mariana son una pareja emprendedora que comenzó a hacer juguetes artesanales después de vivir en el campo y en otras localidades. Así, crearon Arte Maña, una juguetería artesanal retro, con el objetivo de fomentar la infancia y la nostalgia en los adultos. Además, colaboran con otros artesanos de Argentina en una especie de red, donde intercambian productos y Dana, su hija, es la encargada de “testear” los juegos y aportar constantemente nuevas ideas al negocio. Así, todo queda en familia.
Los inicios
El emprendimiento surgió hace unos 11 años. Mariana hacía algunos juguetes y Dante trabajaba en el campo, empleo que dejó de lado para dedicarse de lleno a su emprendimiento. Los primeros pasos los dieron en diferentes ferias de la Región, cuando aún vivían en Ascensión y luego en Ferré. En aquella época, la mayoría de los juegos los compraban y luego los pintaban; hasta que decidieron empezar a fabricar todo de manera artesanal.
Ya instalados en Rojas, la producción creció. Primero piensan el juguete, lo diseñan, realizan los cortes en madera, lo arman y lo pintan. Todo se hace en el lugar de manera artesanal. Los productos que venden, que no son de su autoría, son de otros artesanos que trabajan de la misma manera. “Tratamos de ayudarnos entre todos”, contó Mariana.
Hace unos tres meses decidieron abrir al público el comercio en un pequeño local, casi escondido, a metros de la esquina de 9 de julio y Francisco Roca, frente a la Escuela 1. “Nos gusta que los chicos entren y jueguen con todo lo que tenemos. No existe en este lugar el ´No tocar’. Los niños tienen que tener contacto con el juego o juguete que se quieren llevar, lo tienen que sentir y saber si les gusta o no”, dijo Mariana y anexó: “Hacemos los juguetes que nos hubiera gustado tener cuando éramos chicos”, reveló la dueña de la particular juguetería. “A los chicos hay que darle infancia y a los padres recordárselas. Con estas cosas retro, uno se acuerda cuando eran chicos y hace que sus hijos tengan la idea de cómo era aquella época”.
Los juguetes
El lugar tiene de todo y los precios van desde los mil hasta los 20 mil pesos. Hay variedad para que niños y niñas puedan elegir qué llevarse. Tractores, trenes, cosechadoras, tolvas, carros, camiones, cocinas, heladeras, casitas, carritos, graneros, animales, caballerizas, hamacas, instrumentos musicales y muchos otros juguetes que nacieron artesanalmente. Todo de madera. “Nos gusta ver a los padres y sus hijos entrar al negocio y ponerse a jugar juntos”, valoró.
Mariana recordó que la juguetería nació con la idea de que “los chicos tengan infancias felices para dejar una huella en ellos”. También, para que al adulto lo haga recordar y viaje en el tiempo a su niñez acompañado de sus hijos.
Tiempo de producción y la seguridad del juguete
La artesana contó que hacer un tractor, por ejemplo, les lleva unos 15 días. “Al ser artesanales requieren de mucho trabajo y dedicación. Cada detalle necesita su atención. Además, cada uno de ellos está pensado con la idea que será usado por un niño. Por eso la seguridad también es importante a la hora de la fabricación. Todo se lija y no se usan clavos, todo se pega, para que el juguete sea seguro y la pintura que se utiliza es especial para evitar la toxicidad”.
Para Mariana, que un niño rompa un juguete es sinónimo que ese producto cumplió su objetivo: jugar. “Si pasa el tiempo y el juguete queda impecable es porque no fue usado. Es decir que no cumplió la función que tiene que cumplir”, manifestó.
Comunidad de artesanos
Lo que Mariana, Dante y Dana producen también lo venden a otros artesanos que, al mismo tiempo, comercializan sus productos con ellos y otros. Así, es que existen en diferentes lugares jugueterías artesanales de las mismas características que Arte Maña. “La idea siempre fue ayudar a otros emprendedores”, sostuvo.
Todo este tiempo les permitió generar experiencia y los juguetes que hoy venden han evolucionado considerablemente a los que hacían hace una década. “Siempre buscamos superarnos. Por eso aprendemos y escuchamos a los clientes y prestamos atención a lo que te cuentan los chicos”, reveló Mariana, quien sumó: “Siempre digo que al chico hay que darle opciones, porque también tienen que aprender a que se tiene que aburrir, porque es allí cuando nace la imaginación, empiezan a jugar y a ver las cosas de otra manera”.
Por lo pronto, aquel que quiera apartarse un momento de este mundo exageradamente tecnologizado y hacer una especie de viaje en el tiempo a su infancia y revivir emociones, puede visitar el lugar o al menos las redes sociales de este emprendimiento familiar que se ha transformado en una juguetería retro que busca conectar a diferentes generaciones y dejar su huella.
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