el tenedor libre que en los ´90
HISTORIAS DESTACADAS

El Vagón de Juan: el tenedor libre que en los ´90 revolucionó la gastronomía Regional

El famoso restaurante rompió con todos los esquemas gastronómicos con su modalidad de autoservicio. El lugar llegó a recibir 700 personas en una misma noche y marcó una época de oro en la vida culinaria de Rojas.

Inquieto, emprendedor y aventurero, Juan Pedro López, junto a su esposa “Kela” Nofri, fueron quienes revolucionaron en la década del ´90 el mundo gastronómico en Rojas y toda la Región con “El Vagón de Juan”.

Un tenedor libre de autoservicio con un menú y precio fijo que se hizo popular y llegó a recibir hasta dos turnos de 350 personas en una misma noche y tuvo 18 empleados. La frutilla del postre: los vagones que rodeaban el predio.

Hoy, a 20 años de su cierre, a causa de una severa crisis económica que golpeó como nunca a los argentinos, Juan habla con amor y nostalgia de aquella época. Sentado debajo de una pérgola en su quinta, donde hoy predomina el verde y la tranquilidad, frotando sus manos y con el histórico vagón de 1907 a sus espaldas, habló sobre cómo surgió la idea, dónde consiguió los vagones, cómo los trasladó y cómo fue estar al frente de lo que fue, sin dudas, el restaurant más exitoso de la ciudad.

Los inicios

Allá por 1994 tuvo la idea de abrir un restaurante mechado con su otra pasión: los trenes. Tal es así que empezó a recorrer la zona hasta que consiguió dos vagones.

Y con ayuda de amigos y familiares, los acondicionó. La apertura del lugar tenía para aquel entonces un concepto innovador de ser tenedor libre y de alta calidad gastronómica. Es más, llegó a tener un patio cervecero, algo totalmente nuevo para los ´90.

Poco a poco “El Vagón de Juan” se hizo popular. Inclusive atrajo a famosos, como Araceli González y Ernesto Sabato. “Ofrecía platos variados y de calidad a precios fijos, convirtiéndose en un punto de encuentro que perdura en la memoria de la gente”, recordó Juan.

La historia previa a llegar al Vagón

Instalados en Rojas junto a su madre y hermanos, se hicieron cargo de Isaura, otro clásico lugar gastronómico que ya no existe. Allí, sobre la Ruta Nacional 188, Juan veía pasar montados a grandes camiones los vagones de trenes que se desguazaban, al igual que el servicio de trenes.

“Le pregunté a un camionero si se podía conseguir un vagón de tren para hacer un restaurante. Me respondió que sí, que los estaban vendiendo”, explicó.

Así fue como llegó a Mechita, en el partido de Bragado, donde un hombre había comprado 200 vagones, del cual Juan se hizo muy amigo. “Después trajimos el otro, que estaba en Ferré.

Vino en un camioncito, o sea, se levantó el tren, se le sacaron las ruedas, se le puso un eje de un camión; como un acopladito de un semiremolque”, contó y agregó “cuando veníamos por el camino de tierra que une a Ferré con Rojas la gente nos miraba porque estaba pasando un vagón de tren por el camino”.

El Vagón como una peña

Al principio, el restaurante funcionó como una especie de peña, con una capacidad para 70 personas aproximadamente donde todos comían y bebían lo mismo. Los vagones estaban colocados en forma de “T”; en uno funcionaba la cocina y en el otro, en el más grande, el objetivo era hacer un espacio gastronómico en ese coche ferroviario que hoy tiene 116 años.

Pero esa pieza demoró en llegar. Por eso, en el “mientras tanto”, el espacio tenía una parrilla. “Ahí, el mismo señor al que le compré el primer vagón, me vendió unos dos o tres techos y unos arcos, con lo que hicimos el primer cerramiento del vagón, que era para el primer negocio”, reveló Juan y luego, contó que “un 5 de marzo fue el primer gran asado a modo de prueba”.

Esa noche sirvió para ultimar detalles y corregir algunas cuestiones. Paralelamente, se realizaba lo que era la Expo Chacra, entre Pergamino y Rojas. Eso complicó el cierre del espacio con lonas, porque una empresa de Junín no pudo cumplir con el pedido de Juan. 

Pero a contrareloj, en Pergamino, encontró la solución en Baquedano. “Se la pedí un viernes y el martes la estaban instalando. Con ellos comimos el primer asado y nos dimos cuenta que la parrilla no tiraba.

Entonces corregimos y cuando abrimos todo funcionó perfecto. La gente pasaba a mirar cómo estaba quedando. Fue una hermosa época donde hice un montón de amigos. Cerrarlo fue muy doloroso porque marcó una época de mi vida”, destacó López.

Para Juan y Kela el emprendimiento gastronómico marcó “una época hermosa”, donde sus hijos se criaron en una casa que estaba detrás del restaurante e iban y venían, de aquí para allá, haciendo travesuras con sus amigos, mientras sus padres, atendían a un centenar de personas. 

Pasaron 20 años, y para muchos, no volvió a surgir un lugar como aquel. En Rojas hay buenas ofertas, es cierto, pero no algo popular como fue El Vagón de Juan. “Antes de llegar sabías lo que ibas a gastar. Entonces todos podían ir al mismo lugar, el que más y el que menos tenía accedía a lo mismo”, valoró su dueño. 

El Patio Cervecero

A medida que el negocio iba creciendo, la pareja seguía innovando. Tal es así que sumaron un Patio Cervecero (estilo las cervecerías de hoy), que funcionaba los viernes, sábados y domingos. “Nosotros teníamos una chopera, o sea, con barriles Quilmes, porque no había cerveza artesanal.

Teníamos un mostrador largo, donde poníamos todos fiambres, llevábamos empanaditas de queso con jamón, y todo era como una gran picada. Vos podías tomar la cantidad de cerveza que quieras por 10 pesos. Era como el frente de una estación de tren.

Mirabas para atrás y veías como si fuese el andén con esos techos y el tren que estaba estacionado”, dijo Juan y remarcó: “Además, siempre hubo buena música, porque te da alegría y hasta hace más rica la comida”. Así, en su época dorada, eran las 8 de la noche y la gente ya estaba esperando para entrar. 

Los coletazos del 2001

Tras la enorme crisis económica cambiaron las reglas de juego. La salida de la convertibilidad, una histórica devaluación y múltiples factores hicieron que la gente no tenga dinero en los bolsillos y “El Vagón de Juan” se fue quedando sin clientes.

El 3 de abril de 2003, cerró sus puertas. A pesar de ello, luego de dos décadas, sigue siendo un lugar recordado por todos. No sólo en Rojas sino en diferentes puntos de la Región.

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