El 8 de febrero, Úrsula Bahillo (18) apareció asesinada en la zona rural del distrito de Rojas: su expareja, Matías Martínez (25), la había matado de quince puñaladas. Al cumplirse tres meses del femicidio que conmocionó al país, familiares, amigos y vecinos de la ciudad se concentraron en la plaza San Martín no solo para recordar a la joven y pedir que el femicida pague por el crimen, sino también para exigir que todas las partes involucradas reciban condena. El pedido responde a que hubo denuncias y sucesivas señales de alerta por parte de la víctima y no fueron escuchadas.
Durante la marcha, el padre de Úrsula, Adolfo Bahillo, se expresó ante los presentes: “Agradezco a toda la gente de Rojas, incluso algunos no son de acá y se han acercado; agradecezco el esfuerzo que han hecho para venir, por el apoyo y la fuerza que nos dan para seguir”. Acompañado de su mujer, Patricia Nassutti y el abuelo de su hija en los peldaños del Monumento al General San Martín, Adolfo Bahillo continuó: “Mi única meta, independientemente de que Martínez pague por lo que hizo, es que paguen de la misma forma todos los que fueron partícipes necesarios para llegar al femicidio de Úrsula; todos deben pagar por lo que hicieron: jueces, fiscales, políticos, todos; iremos hasta las últimas consecuencias, es lo único que quiero”.
“Deseamos que esto sirva para que se modifiquen ciertas leyes y puntos negros, que los dejan a propósito para que se puedan esconder quienes tienen que garantizarnos los derechos, las buenas costumbres y modales”, dijo el padre de Úrsula ante los presentes y agregó: “Que sirva para que esto no vuelva a ocurrir con otras chicas y chicos; de una vez por todas tenemos que terminar con esto, yo realmente creo que es imposible, pero se pueden hacer muchas cosas para que en los pasos anteriores a la muerte, al femicidio, se brinde apoyo tanto a la víctima como al entorno, a la familia”.
Por otro lado, Bahillo resaltó que “en nuestro caso, Úrsula vivió este calvario seis meses y nosotros nunca nos enteramos de nada; es importante que puedan brindar el apoyo a la persona que sufre para que se sienta protegida y pueda hablar. Las víctimas hablan poco porque no les dan bola, les dicen ‘vení el lunes’ porque el fin de semana no trabajan, porque no hay guardia, pedalean, esconden y la gente se cansa de ese accionar, de no ser escuchados, en esa parte es en la que hay que trabajar”.
“En estos casos, un minuto es una vida. No hay que pensar ‘no pasa nada, nunca pasó acá en Rojas’, pero sí pasó, ya hubo varios casos, en otras épocas los caratulaban con otros títulos y en esto también hay egoísmo: en otras décadas era muy común escuchar a gente que decía ‘algo habrá hecho’ y lo llevo a lo que vivimos hoy, la gente dice ‘a mí no me va a tocar’, pero les digo que esto le puede pasar a cualquiera, por más comunicación que tenga con los hijos”, puntualizó Adolfo Bahillo y agregó: “El grado de manipulación que hay hacia las víctimas es muy grande, son capaces de soportar cualquier cosa, incluso saben que las van a matar y no hablan porque están amenazadas con que van a asesinar al padre o a la madre”.
Por último, Bahillo agradeció a las personas y agregó: “Esperemos que, de una vez por todas, haya justicia plena. No solo con el asesino que lo cometió, acá hubo una ‘asociación ilícita’, hubo muchos partícipes que están escondidos, viendo cómo zafan, están con licencia, están tratando de ocultarse pero vamos a seguir hasta las últimas consecuencias. Es lo único que me queda por hacer en mi vida: tratar de que una vez por todas se termine con esto”.
El femicidio de Úrsula
Los resultados de la operación de autopsia al cuerpo de Úrsula Bahillo, a cargo del Instituto de Investigación Criminal y Ciencias Forenses Norte de Junín, ratificaron que la joven recibió, al momento de su asesinato, 15 puñaladas en la espalda, el torso y el cuello, con un cuchillo de carnicería hallado en la escena del crimen, tal como lo indicó el informe preliminar, informaron fuentes judiciales.
Úrsula fue hallada el lunes 8 de febrero, cerca de las 20.30, asesinada a puñaladas entre pastizales de un campo ubicado a la altura del paraje Guido Spano, a unos 13 kilómetros de Rojas, y en ese mismo lugar la Policía apresó a Martínez herido. A través de cámaras de seguridad, los investigadores establecieron que la joven había dejado su moto en la puerta de un quiosco al que ingresó y que al salir lo hizo caminando; luego fue abordada por el policía, quien esa noche se desplazaba en su auto, un Peugeot 307, tal como fue registrado por una cámara de una estación de servicio.
El femicidio fue descubierto tras un alerta al 911 de un tío del propio imputado, quien refirió que creía que su sobrino había matado a una joven porque este le confesó en un llamado que "se había mandado una macana". Al llegar al lugar, la Policía encontró a la chica asesinada y al agresor malherido, ya que después del crimen se clavó el arma homicida en el abdomen, dentro de su auto. Martínez intentó escapar a pie por los pastizales, pero fue reducido y quedó apresado.
Úrsula había denunciado en varias oportunidades a su exnovio por amenazas y violencia de género e incluso el policía tenía una medida de restricción perimetral que había violado dos días antes del crimen. Además de las denuncias en su contra por parte de Úrsula, el oficial tenía causas previas por otros hechos.
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