El próximo domingo se celebrará el 108º aniversario del pueblo y, en ese marco, se entregará a los vecinos del lugar el material gráfico realizado por el historiador Hugo Silveira. Se trata de una detallada línea de tiempo con datos y relatos que conforman la identidad de la pequeña comunidad.
El domingo 8 de septiembre, la localidad rojense de Los Indios celebrará el 108º aniversario con la presencia de autoridades municipales, representantes de instituciones y vecinos en general. Entrarán las banderas de ceremonia, se harán los discursos oficiales, se compartirá un almuerzo, música y, en este marco, también se presentará la primera edición de la revista “Breve historia de la localidad de Los Indios y su zona”. En diálogo con Democracia, el historiador Hugo Silveira contó en qué consistió el trabajo realizado y cómo se construyó, pieza por pieza, la línea de tiempo que inicia en los años previos a la fundación del pueblo y que termina en la actualidad.
- ¿Cómo surge la idea de realizar este trabajo histórico de Los Indios?
- Esto surge por una decisión del intendente de dejar, durante su gestión, un escrito con la historia de Rojas, tanto de la ciudad cabecera como de los pueblos. Entonces estoy trabajando en la historia de Rojas y otras de todos los pueblos y parajes. En el marco de ese trabajo, fui descubriendo que Los Indios tuvo su esplendor en los años 30 y 40, después se produjo el despoblamiento y hoy languidece. Apareció mucha información de Los Indios y decidimos preparar el trabajo para el aniversario del pueblo. Por distintas razones, la fiesta no se pudo hacer en término, en realidad la localidad fue fundada el 31 de julio de 1911, ya que se toma como fecha fundacional la habilitación de la estación ferroviaria.
- ¿En qué consiste la revista que van a presentar?
- Nosotros preparamos un trabajo que consiste en una revista de más de veinte páginas. Se arranca desde la prehistoria, porque la historia empieza antes de la fundación, con la instalación en esa zona de una comunidad mapuche coordinada por el Longko Lewel, que estaba asentado en la zona cercana donde luego se levantó la estación de trenes. Con la conquista y la ambición porteña, se armaron ejércitos para correr a nuestra gente hacia el oeste y quedaron los campos deshabitados para darlos a las familias de la oligarquía porteña y es así cómo, en esta zona, fueron los Dorrego quienes recibieron ese regalo del gobierno central. Cuando se extendieron los ferrocarriles hacia el interior, en el proceso de concentración del puerto de Buenos Aires, en 1911 se trazó un ramal que va desde la localidad de Rawson hasta Arribeños, uniendo dos ramales más importantes. Ahí se habilitó la estación y se construyeron las primeras viviendas, aunque el loteo de la localidad vino mucho después. El 25 de febrero de 1951 se hizo el primer loteo y fueron cinco manzanas, después hubo tres más y en los años 60 hicieron cuatro más. Hoy Los Indios tendría doce manzanas pero, como no se desarrolló, no creció demasiado, no se alcanzó a formar el pueblo del todo y las casas están ubicadas en la calle principal, que da a las vías, y un poco al este, que es donde están la escuela y el jardín de infantes.
- ¿Cómo fue el proceso de elaboración del material?
- Yo me crié muy cerca de ahí, en un paraje, tenía lindos recuerdos de Los Indios y tengo contacto habitual con los vecinos. Fue fundamental visitarlos para extraer datos de sus memorias. Por suerte, el pueblo no es tan viejo como para que no haya memoria de las cosas. Los vecinos fueron recordando de quién eran los comercios y demás. Tuve cuatro informantes básicos del pueblo: un hombre de 90 años, una señora nacida y criada allá, un vecino del pueblo mapuche y otro que vivió toda su vida en el lugar. Fueron los primeros en brindarme información, a partir de ahí se fue extendiendo. Una señora que fue cafetera y tiene una memoria prestigiosa también me ayudó mucho. Con la memoria de los vecinos armé bastante, también consulté con un archivo que contiene documentación de la cooperativa eléctrica. Viajé a Inés Indart –partido de Salto- porque hay vecinos radicados allá, otros en Los Indios y otros en Rojas. También utilicé el archivo de periódicos para extraer datos. De todos modos, en el prólogo aclaro que está incompleta la revista porque siempre, de la memoria, aparece algo más y dan ganas de hacer una segunda edición. En cuanto a las fotos, no incluimos fotos de vecinos porque no podemos poner a uno sí y a otro no, para no entrar en esas cuestiones decidimos sacar fotos actuales. Fuimos e hicimos un registro fotográfico de lugares emblemáticos de los lugares: la plaza de juegos, el club, la escuela, almacenes, etcétera.
- ¿Qué tiene Los Indios que lo hace distinto a los demás pueblos?
- Es un pueblo pequeñito y apacible, con mucha solidaridad. Por ejemplo, allá no hay colectivos que pasen, entonces la gente que tiene que llegar a Rojas hace dedo y la gente los lleva. Es un pueblo donde no hay apuro, llegan al almacén a hacer compras y se quedan a tomar mate. Hay mucha calma pueblerina. Hay menos de sesenta pobladores. Hay jardín de infantes, escuela primaria y los chicos van a Rafael Obligado a cursar la secundaria. Hay un barcito donde a veces aparece algún parroquiano pero, la mayoría de los días, no hay ni cuatro para jugar al truco. La gente grande se está yendo físicamente, los jóvenes migran por cuestiones de trabajo y estudio. Hay empleados de plantas de silos, otros trabajan en tareas rurales, hay jubilados que no se mueven del pueblo. Hay muchos vecinos ya mayores.
- ¿Cómo avanza el trabajo con los otros pueblos?
- El trabajo que estoy haciendo con los otros pueblos es precioso. Estoy mirando el archivo y encuentro noticias sabrosas de los pueblos y parajes. Leo los diarios y rescato a los vecinos, me voy hasta La Beba a charlar con ellos, ya fui a Roberto Cano, en Hunter hablé con la directora del CEPT Nº 10 que es nacida y criada allá, y donde puedo rescatar alguna cosita, ahí voy. Es un proceso muy lindo que saldrá el año que viene.
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