Cada sábado, Evelina Gago (31) y Darío Aguilar (42) reciben en casa a los chicos del barrio La Loma para darles un plato de comida al mediodía. Ella cocina y su pareja, junto a otros voluntarios que se acercan a dar una mano, reparte los platos y sirven el jugo. Son 65 nenes los que a las doce del mediodía llegan en busca de algo rico y casero. En diálogo con Democracia, Evelina contó cómo es posible dar de comer a tantas almas, cuando en casa no falta pero tampoco sobra.
- ¿Cómo nace la idea de poner un comedor para que vengan los chicos del barrio?
- Mi pareja y yo tenemos un galpón que, en 2015, nos pidieron prestado para celebrar el Día del Niño. Esa jornada yo fui, de curiosa, y al año siguiente, a principios de junio, decidimos organizar nosotros los festejos por el Día del Niño para los chicos de La Loma. Empecé a hacer cadena, por Facebook y por Whatsapp, pidiendo juguetes y ropa para este evento. Conseguí muchísimas cosas: castillos inflables, pintura para la carita de los chicos, payasos, bandas locales, una casa nos ayudaba con las golosinas, y demás. Estimábamos que se acercarían cien nenes pero fueron 240 y cuando el evento terminó todos se fueron felices después de haber merendado y bailado. Entonces nosotros, con mi pareja y dos compañeras de trabajo que también habían ido, decidimos volver a hacer algo para el día de la primavera con juegos caseros. Ahí vimos que los chicos venían, que respondían a nuestras invitaciones. Viendo todo esto, mi pareja me dijo: “¿Por qué no te armás un comedor?”. Y así empezamos.
- ¿Cuántos chicos vienen a comer y cómo consiguen los alimentos?
- Los chicos vienen al comedor –que está en mi casa- los sábados, porque de lunes a viernes van a la escuela y ahí les dan la comida. Empezamos de a poco, “de bolsillo”, de corazón, se iba sumando gente, a otros yo los bajaba porque tenían intenciones de hacer política con los chicos y yo no quería eso. Una vuelta hicimos una pollada para poder comprar un horno, que finalmente nos regaló una familia, tenemos una verdulería que nos dona los productos, una panadería nos da el pan y las facturas. Los nenes realmente necesitan esto, al comienzo eran 10, después 20 y ahora son 65 los que vienen. Muchas veces nos pasa que se nos acaban las donaciones y tenemos que poner plata de nuestro bolsillo. Pese a que a nosotros también nos cuesta, pensamos en que los chicos lo necesitan. Mi pareja corta pasto, poda y trabaja en una metalúrgica y yo trabajo limpiando casas. Pero si tenemos que comprar comida para que no les falte, de algún modo lo hacemos.
- ¿Quiénes colaboran con ustedes y a qué hora vienen los chicos?
- Nos dan una mano las familias Seletti, Calegari y Damiano. A veces estamos todos, a veces pueden algunos, otros no, ellos me ayudan a repartir la comida, a poner la mesa, mientras yo cocino. Los chicos vienen antes de las doce y se ponen a mirar los dibujitos si todavía no está la comida, acá, en casa, tienen la tele y yo tengo todo a mano para cocinar. Terminan de comer y vuelan a la calle. Pero los domingos no tienen nada, estamos viendo la posibilidad de poder hacer algo, pero como con mi pareja también trabajamos los sábados a la noche en el boliche, se complica, entre que volvemos, preparamos todo, cocinamos, ponemos los tablones, es como pasar un día entero sin dormir.
Los nenes realmente necesitan esto, al comienzo eran 10, después 20 y ahora son 65 los que vienen.
Ahora estamos pensando la posibilidad de hacer un merendero, a la tardecita, dos veces por semana.
- ¿Personalmente en qué te modificó esta tarea absolutamente solidaria?
- Cuando nosotros empezamos, los chicos nos hablaban mal, llegaban sucios y hoy vienen limpios, bañaditos, no se faltan el respeto entre ellos, se sientan todos juntos, no se pelean. Incorporaron el hábito de venir de manera respetuosa, eso a mí me gratifica. Nos gusta lo que hacemos, con esto nos dimos cuenta de que una piensa que no tiene nada y en realidad, lo tiene todo. Nos gusta compartir, los sábados, mi hijo Nahuel (10) se sienta a comer con los demás chicos, mi pareja también. Yo no porque ando a mil y cuando terminé de hacer todo, los chicos ya se fueron.
- ¿Tienen planes de sumar alguna otra actividad?
- Ahora estamos pensando la posibilidad de hacer un merendero, a la tardecita, dos veces por semana. La idea es que haya profes que les den dibujo, que los ayuden en las materias a los chicos o les enseñen a leer y escribir. Estamos intentando refaccionar el galpón que tenemos para hacer esto y el Gobierno Municipal tiene intenciones de armar una canchita de fútbol con profes para que los nenes vayan. Queremos crecer… nos dimos cuenta de que con fuerza y voluntad de obtienen las cosas.
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