A comienzos de Marzo, una semana después que se registrara el primer caso confirmado de Covid-19 en el país, Diego Comerci, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín, se reunió con funcionarios del gobierno nacional para hacerles una propuesta: En lugar de invertir dinero en importar tests, él desarrollaría la máquina para hacer los kits en el país y cedería gratis los 10.000 primeros elaborados. De ese modo, argumentó, no solo se impulsaría a dos compañías tecnológicas nacionales, sino que se ganaría independencia y se generarían productos exportables.
Comerci, biólogo y doctor en biotecnología, sabía de lo que hablaba: menos de un mes antes, el 17 de Febrero de este año, había presentado un kit diagnóstico de bajo costo para detectar el dengue sin necesidad de equipos complejos ni profesionales especialmente entrenados.
El equipo de investigadores que lideró el desarrollo está integrado -además de Comerci-, por el pintense Andrés Ciocchini y Juan Ugalde, también investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Investigaciones Biotecnologicas (IIB) de la Universidad Nacional de San Martín, donde se doctoraron y se desempeñan como docentes.
El equipo de investigadores del CONICET en la Universidad de Quilmes, que también participa del proyecto científico, está liderado por Marcos Bilen, Daniel Ghiringhelli, Cristina Borio y Ana Ventura. Además, participaron una decena de investigadores y técnicos de las pymes de base tecnológica.
Por la UNSAM y Chemtest también participaron Luciano Melli, Josefina Caillava, Analía Novak, Stella Maris Landívar, Tamara Laube y Agustina Carreño. Por Productos Bio-Lógicos (PB-L), lo hacen Vanina Rodríguez, Cristian Mobilia, Marcelo Romero y Melisa Da Silva.
CIOCCHINI DIJO: "EL KIT TIENE UN 80 % DE ELEMENTOS NACIONALES"
“Se pasa un hisopo por la nariz hasta la garganta del paciente y se obtienen sus células. Después se procesan esas células para que liberen el ARN del virus si estaban infectadas. El siguiente paso es garantizar que el virus sea detectable. Para esto, se aplica la tecnología Easy Loop Amplification (ELA) para amplificar su presencia, por más mínima que sea. El diagnóstico concluye con una tira reactiva que al entrar en contacto con el ARN viral amplificado muestra dos bandas coloreadas. Si el virus no estaba presente, la tira muestra una sola banda y significa que el paciente no está infectado”, explicaron Comerci, Ciocchini y Ugalde.
Desde el punto de vista productivo, cada uno de los tres pasos del kit diagnóstico implica un producto diferente. “Los pasos 1 y 3 tienen algunos insumos importados, pero en conjunto el kit tiene un 80% de elementos, de componentes nacionales. Que la producción sea 100 % nacional es posible porque además de investigadores somos socios fundadores de pymes tecnológicas”, sostuvo el pintense Andrés Ciocchini, investigador del IIB de la Universidad de San Martín y socio de CHEMTEST, fundada en 2015 junto a Diego Comerci, Juan Ugalde y el empresario Juan Manuel Capece.
Está dedicada al desarrollo y producción de test diagnósticos de enfermedades infecciosas y ya cuenta con una línea de productos. Recientemente, los investigadores fueron entrevistados en numerosos medios nacionales por el desarrollo de un test diagnóstico de dengue a través de CHEMTEST. El staff científico y técnico está integrado Luciano Melli, Stella Maris Landívar, Tamara Laube y Agustina Carreño.
TIENE MÁXIMA PERFORMANCE DIAGNÓSTICA
El kit desarrollado permite diagnosticar a personas que están cursando la infección, tengan síntomas o no. Es más rápido que el test RT-PCR y tiene máxima performance diagnóstica.
Utiliza componentes y tecnología argentina y ya fue aprobado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (ANMAT), estando en condiciones de producir ochenta mil kits por mes.
El desarrollo contó con financiamiento específico de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de Presidencia de la Nación, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, y de la Agencia I+D+i, y para hacer una prueba de detección viral del SARS-CoV-2 , Comerci -cofundador de Chemtest (empresa incubada en su Universidad, gracias a un programa de financiamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología)- decidió aliarse con otro emprendimiento de base tecnológica, pero esta vez de la Universidad de Quilmes, Productos Bio-Lógicos (PB-L), creado por Marcos Bilen.
El resultado es ELA Chemstrip, una prueba capaz de revelar la presencia del virus en individuos incluso sin síntomas, en alrededor de una hora y sin necesidad de equipamiento costoso, como el que se emplea en la RT- PCR, señalaron en sus respectivas notas periodísticas los colegas Nora Bär y Alejandro Zamponi.
"Convoqué a la gente de la Universidad de Quilmes, a quienes conocía porque los había visto en el concurso Innovar del año pasado -cuenta Comerci-. Vi que ellos tenían una tecnología que, si la juntábamos con la nuestra, nos permitirían hacer un muy buen test. Se armó un grupo bárbaro de 25 personas, hubo que repatriar a tres chicos que estaban varados en Alemania y Colombia, tuvimos que procesar treinta órdenes de compra internacionales de equipamiento e insumos claves por 280.000 dólares en medio de una batalla mundial por los recursos, pero gracias a la cooperación del Ministerio, del Registro de Organismos y Entidades Científicas y Tecnológicas (Roecyt), de la Agencia de Promoción I+D+I, de la AFIP, de la Aduana, de Anmat, Aerolíneas y Cancillería, pudimos crear un test que anda muy bien".
Como el Neokit, desarrollado por el Instituto Milstein y el Laboratorio Cassará, el ELA Chemstrip también se basa en la amplificación del ARN viral utilizando calor ("amplificación isotérmica"). Pero en este caso, en lugar de utilizar enzimas adquiridas en el extranjero, trabajan con las obtenidas de un microorganismo 100 % argentino, de un ciudadano salteño.
La tecnología Easy Loop Amplification o ELA" se desarrolló a partir de una bacteria termófila que Bilen descubrió en 2002, en barros de unas vertientes naturales de aguas termales mientras recorría la Puna a caballo acompañado por su padre. "Ya había terminado mi licenciatura en biotecnología -cuenta el investigador en un comunicado de la Unsam-. Las muestras las mantuvimos congeladas en un freezer hasta 2012".
Junto con Daniel Ghiringhelli y Julian Bergier las descongelaron, purificaron y aislaron la polimerasa (enzima capaz de transcribir ácidos nucleicos) que modificaron por ingeniería genética para dotarla de una mejor capacidad de amplificar exponencialmente fragmentos de ARN. Por otro lado, le introdujeron varias mejoras que le proporcionan una alta especificidad.
TRABAJO CONJUNTO
Para validar el primer test molecular rápido de Covid-19 de América Latina, trabajaron junto con el Instituto Malbrán; primero en la puesta a punto, después sobre un panel de 150 muestras de ARN extraído de hisopados, y después en 50 más que recibieron directamente del Barrio Mugica. "Estamos en un 100% de especificidad y en un 95 % al 98 % de sensibilidad -destacó Comerci-. Donde podemos tener alguna falla es en personas que están en recuperación y en las que la cantidad de virus es muy, muy, muy baja o esporádica. Pero el test no está pensado para eso, sino para el análisis masivo, en forma lo más rápida posible, en los lugares donde hay brotes. Después, una vez que se identifica al paciente, lo sigue el Malbrán. Esa creo que va a ser la rutina de trabajo. La idea es equipar unidades móviles y poder ir a lugares donde no se cuenta con la infraestructura indispensable".
El ELA-Chemtest llega a detectar la presencia de apenas 25 partículas virales , lo que permite identificar individuos incluso casi sin síntomas. "En 25 vimos una de cuatro, en 50 vimos dos de cuatro y en 100 vimos cuatro de cuatro -precisa Comerci-. Después habrá que ver si eso se mantiene en muestras de saliva. Por los datos que tenemos, en una persona infectada, la cantidad de partículas virales que queda en el hisopo puede ir de uno a cien millones. Esto explicaría su gran transmisibilidad".
Otra diferencia que le incluyeron a este test es un control interno para asegurarse que el proceso de extracción del material genético del hisopo fue bien realizado, lo que reduce el riesgo de falsos negativos. Al terminar la reacción a 60 grados, que dura alrededor de 45 o 50 minutos, se introduce una tirita reactiva durante alrededor de otros diez minutos y, si las dos bandas aparecen coloreadas, quiere decir que el resultado es positivo. Esa tira se puede guardar, encarpetar o escanear para tener un registro. Por lo pronto, ya están garantizadas unas 100.000 determinaciones.
Según explicó Enio García, jefe de asesores del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a la brevedad empezarán a probar estos tests desarrollados localmente porque "hay que ver cómo funcionan en el territorio, que es distinto de analizarlos en el laboratorio".
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