Cuando tenía 18 años, Karen Rodríguez rescató a su primer animal. Fue en Lincoln, camino al Instituto donde estudiaba. Allí encontró un perro que había sido chocado por un camión y con una compañera decidieron ayudarlo. Sin saber nada de veterinaria, buscaron colaboración en los vecinos y así lograron salvarle la vida a “Zoilo”, un pequeño cachorro de apenas ocho meses.
Claro que, para eso, primero tuvieron que recaudar dinero para juntar los 50 mil pesos que costaban las dos operaciones que debían realizarle. Así, luego de recorrer los negocios de la ciudad con una caja de cartón buscando donaciones, Karen se dio cuenta que podía ayudar a más animales en situación de calle. “Íbamos con la urna bajo el brazo por todos lados e hicimos rifas.
Con eso juntamos para las operaciones y para pagar la guardería que, en ese momento, nos cobraba $150 por día”, relató la joven y agregó “luego de eso me armé una cuenta en las redes sociales para seguir rescatando animales y ya en el 2018 creamos la Asociación”.
La Asociación
De esa manera, nació “Patitas Pintadas”, una asociación sin fines de lucro que trabaja en el rescate de animales en situación de calle y en algunos casos también colaboran con familias que no tienen recursos para cubrir el gasto de distintos tratamientos. Al principio, fue conformada por 60 personas aproximadamente que, luego, por distintas responsabilidades de cada una, el número se redujo a 9 nada más.
“Nos sustentamos mediante eventos que hacemos, rifas y donaciones. También tenemos socios que colaboran con la cuota mensual y, además, están los padrinos y madrinas de algunos rescatados”, explicó Karen y agregó “como no contamos con espacio físico hay personas que se los llevan como hogar de tránsito hasta que consigan una familia que quiera adoptarlos”.
En ese sentido, la joven contó que para poder adoptar a un perro se deben contactar a través de las páginas de Facebook (Patita Pintada Lincoln) o de Instagram (@patitalincoln) y allí les mandan los requisitos de adopción, que son los básicos: patio cerrado, seguir con el plan de vacunas, desparasitación y castración obligatoria. Así, aseguró que, durante la pandemia, batieron todos los récords y dieron a 400 animales en adopción.
Falencias de la Asociación
En cuanto a las dificultades con las que se encuentran hoy en día, Karen reconoció que la parte económica es la que más cuesta ya que tienen gastos fijos que cubrir. “El dinero a veces no alcanza para cubrir los gastos que tenemos, sólo de forrajerías ya tenemos entre 60 y 70 mil pesos por mes y en veterinarias entre 100 y 200 mil pesos”, afirmó y agregó “eso, siempre y cuando no haya ningún accidentado. Por suerte, la gente colabora y cada vez toma más consciencia del trabajo que llevamos a cabo”.
Así, explicó que “las personas nos avisan a través de las redes sociales sobre animales abandonados o en malas condiciones, nos cuentan un poco la historia, nos pasan fotos, videos y ahí comenzamos a actuar”, explicó y siguió: “Nos ocupamos de toda su recuperación, los llevamos a la veterinaria, les damos las vacunas que le faltan o lo que sea necesario”.
En cuanto a la repercusión de su trabajo, Karen reconoció que antes había mucha violencia contra las proteccionistas y que hoy, por suerte, eso cambió. Además, la visibilidad de las redes sociales les permitió dar a conocer su trabajo y concientizar al respecto. “Mucha gente nos acompaña, entiende el trabajo que hacemos y nos ayuda muchísimo, ya sea donando dinero u ofreciendo su hogar”, manifestó y cerró “nosotros tenemos nuestro propio trabajo y esto lo hacemos por vocación, y a veces se nos complican los horarios o tener mucha cantidad de animales. Pero nuestra mayor satisfacción es ver su recuperación y verlos en un refugio seguro”.
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