El paramotor de Lincoln, una actividad que cautiva a los vecinos
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El paramotor de Lincoln, una actividad que cautiva a los vecinos

Gustavo Blaiotta recibió a Democracia en su taller y contó cómo es su experiencia, los riesgos que implica volar, los parámetros que hay que tener en cuenta y la vez que lo confundieron con el trineo de Papá Noel.

Es habitual en Lincoln que, a última hora de la tarde, cerca de las siete, sobre un cielo limpio de nubes y de vientos, se escuche un zumbido suave, similar al de las hélices de un helicóptero, pero a los lejos. Al escucharlo, los niños salen a la vereda para ver volar al hombre con “ventilador” gigante en su espalda. Se trata de una actividad que cautiva cada vez más a los vecinos de la ciudad: el paramotor.

Gustavo Blaiotta planifica su próxima aventura por los cielos y chequea el “Windguru” para saber qué día de la semana habrá condiciones óptimas para volar. El viento, su peor enemigo.

Él refiere que la mejor hora para despegar con un parapente a motor es a partir de las siete, porque las térmicas están muy tranquilas y es ideal para hacer un vuelo de placer. Si bien se suele llamar a esta actividad “parapente”, en realidad, lo que utiliza Gustavo en Lincoln se llama “paramotor”, es un parapente -que sería la vela- y una especie de mochila con una hélice y su respectivo motor que provoca la potencia indicada para poder volar y maniobrar a alturas indeterminadas. También, como es este caso, se le puede incorporar un “carrito” o “triciclo” con tres ruedas que ayuda o evita que la persona use las piernas, tanto para despegar como para aterrizar.

Gustavo junto a su familia recibieron a Democracia en su taller y él contó cómo es su experiencia arriba del paramotor, los riesgos que implica esta actividad, los parámetros que hay que tener en cuenta a la hora de salir a volar y cómo fue que lo confundieron con el trineo de Papá Noel, entre otros temas.

-¿Cómo empezaste a practicar esta actividad?

-Hace cuatro años fui a Junín e hice el curso de parapente, primero te enseñan lo básico en tierra y luego uno hace el vuelo libre -sin motor-, eso lo hice por dos o tres años y después como a mí no me gusta correr mucho, le agregue un triciclo con tres ruedas con motor y hélice; hace dos años que estoy volando y a la tardecita cuando no hay viento, cuando las térmicas están tranquilas, llevo algún pasajero a todos los que he sacado a volar han bajado muy contentos; este paramotor que tengo yo es para dos personas.

-¿Qué condiciones climáticas tiene que haber para salir a volar?

-Principalmente poco viento, de cinco, siete, ocho kilómetros es lo ideal; a la tardecita generalmente siempre baja el viento. A las seis de la tarde hay viento, pero después de las siete y pico baja prácticamente a cero y ese es el mejor horario porque está muy serenito arriba y no se mueve la vela, es un vuelo realmente de placer.

-¿Las temperaturas cambian allá arriba?

-No cambia demasiado, cambia un grado cada cien metros. Es decir, si acá tenemos 30º y subís 500 metros la temperatura se iría a 26º aproximadamente, para que cambie tenés que subir 2500 metros, que yo no lo hago porque no se ve nada para abajo.

-¿Y cuánto es el máximo de altura que podés subir en un parapente con motor?

-Esto no tiene límites, vos lo regulas con el acelerador y vas subiendo. La altura máxima que hice fue 1100 metros, porque después de esa altura no ves nada, no disfrutas nada, lo ves a Lincoln chiquitito, los edificios parecen una caja de zapatos, entonces, no se justifica ir tan alto. Lo más lindo es volar bajito y yo acá, en Lincoln, en las orillas ando a 500 metros de altura, por seguridad más que nada, y después cuando salgo de la ciudad, en los campos que no hay cables, podés volar a veinte, treinta metros y los disfrutas un montón.

-En cuanto a los riesgos, ¿lo más peligroso son los cables de luz?

-Sí, los cables y si hay viento los montes. Si vos vas con un pasajero que nunca voló, es como si vos estás sentado en una hamaca y te mueven las cadenas. Entonces trato de que cuando no hay viento poder salir porque es el mejor vuelo, por eso yo espero las condiciones para salir sin viento.

-¿Qué tela es la de la vela del parapente?

-Sé que la hacen en Brasil, es una tela especial que está hecha por hilos, creo que en el metro cuadrado entran diez mil hilos cruzados porque no se rompe ni se raja. Es una tela especial que no tiene porosidad y cada muchas horas de vuelo se hace un test de porosidad para que no pase el viento. Una vela nueva dura mucho tiempo. 

-¿Cobrás por llevar a volar a pasajeros?

-Llevé a volar a más de cien personas y no cobré nada, pero ahora cobro algo porque la nafta es cara y el aceite vale tres mil quinientos pesos el litro y te dura cincuenta litros, son dos horas y media de vuelo. Igualmente trato de no llevar mucha gente a volar, esto lo hago por placer, rechacé muchos vuelos por el tema de la seguridad más que nada, porque esto es seguro pero si pasa algo es bravo, cualquier golpe o quebradura mínima es riesgoso. Por eso trato de no llevar gente porque lo compre para mí, no lo hice con el objetivo de sacarle un provecho económico.

-¿Cuántos parapentes y paramotores hay además del tuyo en Lincoln?

-Debe haber diez personas que tienen parapente pero hacen vuelo libre, sin motor. A esos hay un vehículo que los remonta y cuando están a unos quinientos metros se sueltan y empiezas a planear, eso es en horario más temprano a eso de la una de la tarde. 

-Que vuelen con motor, ¿sos el único? 

-Debe haber dos o tres más pero que ahora no están volando, por el momento soy el único que vuela en Lincoln.

-Una vez los confundieron con el trineo de Papá Noel, ¿cómo fue eso?

-Hace unos años, había armado el triciclo del parapente y le había puesto unas luces que enfocaba la vela con tres reflectores y le había puesto atrás una tira de led. Justo era cerca de las fiestas, entonces, los chicos miraban al cielo y decían que andaba Papá Noel. Porque claro, nunca habían visto volar a nadie y con las luces era más llamativo; aparte esto es un vuelo muy suave y pasa muy despacito en comparación a un avión que pasa a cien kilómetros por hora. Todos decían que era Papá Noel y en el barrio todos me conocen; los padres me decían ´mis hijos están enloquecidos ́ y este año decidimos hacer un reno con madera y le pusimos tiras de led rojas y al carrito del parapente también; entonces uno lo veía volando y era Papá Noel. Cuando éramos chiquitos uno quería verlo volar, era imposible y hoy que lo puedan ver, es emocionante hasta para los grandes.

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