Cada vez que escucha la sirena, Jaime Ramos (5) sale rápidamente a su cuarto donde se coloca sus botas de goma, el traje color negro con franjas refractarias, guantes de lana azules, casco color rojo que lo protegerá ante cualquier circustancia, una mochila de mickey azul donde cargará los tubos de gas y una máscara que cuelga de su cuello para proveerle oxígeno. Una vez listo, sale a la vereda de su casa y espera paciente que pasen los camiones de bomberos a toda velocidad rumbo a la emergencia.
El pasado viernes, cerca de las 13:15 horas, se produjo un principio de incendio en una vivienda del Barrio Obrero en Lincoln. A los pocos minutos, la primera dotación de bomberos tenían controlada la situación y estaban próximos a retirarse del lugar. En ese momento llegó Jaime, junto su mamá Noelia. El pequeño de 5 años estaba vestido de bombero con el traje completo y captó todas las miradas de los presentes.
“Quiero ser bombero para salvar a las personas”, dice el pequeño cuando le preguntan por qué quiere ser bombero. Jaime tiene a penas cinco, en marzo cumple seis años, y está a punto de terminar el jardín, “¿cuántos años me faltan cumplir para poder ser un bombero de verdad?”, le pregunta todo el tiempo a su mamá.
El niño comenzó desde muy pequeño a interesarse por los disfraces, uno de los trajes que tenía era rojo y en ese momento solo se disfrazaba por diversión. Hasta que una vez para el día del niño, su abuela le regaló un traje de bomberos pero él, no se conformó solo con eso y le hizo comprar un casco más grueso porque ese que traía el disfraz era de un plástico muy fino y se rompía.
Noelia, mamá de Jaime lee en Facebook en la página de prensa de los bomberos, donde comunican cada vez que suena la sirena y Jaime le pregunta qué pasó. Cuando el incendio es menor y en lugares cercanos, lo llevan para que vea cómo trabajan sus amigos, los bomberos.
En diálogo con Democracia, Noelia Orliacq, mamá de Jaime contó que “lo empezamos a llevar al cuartel, y se hizo habitué del lugar, los bomberos lo atienden con amor, paciencia y una dedicación increíble; le muestran todo, lo dejan subir a los autobombas, lo llevan al vestuario; le ponen el casco, le explican todo lo que él pregunta y dice que quiere ser bombero cuando sea grande”.
“Un día charlando con los voluntarios en el cuartel, me dijeron que no tienen más la escuelita de cadetes y hasta los 17 no pueden ingresar, así que él todo el tiempo me pregunta cuántos años le faltan para poder estudiar y ser un bombero de verdad”, aseguró.
“Estamos en búsqueda de una mochila de oxígeno de juguete que se parezca a la real y un casco como el que tienen los bomberos de color amarillo con la protección en los ojos, él quiere parecer a un bombero y quiere estar vestido igual para serlo”, afirmó Noelia en díalogo con este medio.
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